La coacción como método

Campaña separatista en la UAB contra la entidad constitucionalista S'ha Acabat.

No suelo escribir sobre vivencias personales, dan pie al «cuñadismo», pero hoy haré una excepción. S»ha Acabat, la asociación que salto a la fama por plantar cara a los encapuchados cuando estos, con la complicidad de los rectores, intentaron paralizar las universidades públicas en Cataluña el pasado otoño, me invito a participar en un acto sobre la visión que se tiene del Procés desde las instituciones europeas. El acto era en la Pompeu Fabra, el Vicerrector, armado con un lazo amarillo talla XXL en la solapa, nos saluda amablemente y nos garantiza que su presencia evitará cualquier disturbio, nos informa que «ya sabemos que en la universidad hay diversidad de opiniones», yo asiento pero pienso para mis adentros que esa diversidad no faculta a nadie para la coacción ni la violencia pero me callo. Con el lazo como escudo, aunque se agradece la intención, en ese instante no me queda muy claro que va a pasar en los próximos minutos.

Al llegar la hora del aperitivo los revolucionarios levantan sus reales de la sentada y con ellos se va el Vicerector. Gracias. Muchos anti todo pero la cervecilla al «solete» de la 1 no la perdonan

Al poco de entrar en el aula, efectivamente el Vicerector se interpone entre un grupo de autoproclamados feministas – antifascistas que se sientan en el suelo a la puerta del aula que S»ha Acabat usa para su acto. Un altavoz con música y proclamas bolivariano – procesistas con el objetivo de entorpecer el acto se oye al otro lado de la puerta, suena también una sirena de esas de los megáfonos, los jóvenes de S»ha Acabat acostumbrados a este tipo de muestras de «diversidad de opiniones» lo llevan elegantemente como si no pasara nada. Al llegar la hora del aperitivo los revolucionarios levantan sus reales de la sentada y con ellos se va el Vicerector. Gracias. Muchos anti todo pero la cervecilla al «solete» de la 1 no la perdonan.

En el aula un grupo de jóvenes entre valientes e inconscientes asisten al acto para escuchar a Beatriz Becerra, que fue una Eurodiputada amiga de Cataluña como ninguna en el Parlamento Europeo y a Rafa Arenas.

Al finalizar el acto los jóvenes de S»ha Acabat intervienen y en el cierre el coordinador de la entidad en la Pompeu nos informa  que ayer su mesa informativa fue boicoteada, nos invita a ir juntos a volver a colocar una pancarta, que les fue arrancada, en la plaza «1 d»octubre» que hay dentro del Campus y celebra como una victoria en una final olímpica que a pesar de los obstáculos el acto se  haya podido celebrar, todos aplaudimos entusiasmados y nos desplazamos a la susodicha plaza a aplaudir de nuevo mientras la pancarta es nuevamente colgada, apuesto a que duro poco en su lugar, seguramente porque «la diversidad de opiniones de la universidad» da para que unos puedan ser diversos con mayores derechos  que otros que, al parecer, tienen su diversidad más limitada.

«La diversidad de opiniones de la universidad» da para que unos puedan ser diversos con mayores derechos  que otros que, al parecer, tienen su diversidad más limitada

Todo esto, que sucedía en medio de la absoluta normalidad, debe conducirnos a la reflexión sobre lo dramático que es acostumbrase a vivir bajo coacción, sobre lo decadente que es aceptar que la coacción y el amedrentamiento sean aceptados con una mera interposición de una persona, que actúa de parte al presentarse con un lazo, como si unos, los coaccionadores, y los otros, los coaccionados, fueran los mismo cuando no lo son.

Unos, los coaccionadores, son los cachorros del poder, los que Ponsatí saluda desde Perpignan, los que Torra anima a apretar y los que Buch ampara en la Meridiana. Los otros somos el resto de la población, representados por la primera línea de voluntarios que nos son otros que los jóvenes estudiantes de S»ha Acabat, en su humillación diaria, en su lucha por hacer aflorar lo que significa vivir bajo vigilancia y en la coacción está el reflejo de lo que sucede al conjunto de la sociedad catalana.

Los coaccionadores, son los cachorros del poder, los que Ponsatí saluda desde Perpignan, los que Torra anima a apretar y los que Buch ampara en la Meridiana. Los otros somos el resto de la población

Gracias S»ha Acabat por invitarme a participar en vuestro acto y ayudarme a recordar que vivimos bajo un régimen coactivo con vocación de totalitario que nos tolera celebrar un acto pero que cuando quiere se aparta de la puerta y nos deja a nuestra suerte para ser asaltados por sus enfurecidos e inmaduros cachorros.   

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