Perpiñán: de Maria Schneider a Puigdemont

Carles Puigdemont.

El panadero de Perpiñán, Jean Bardou invento a mediados del Siglo XIX el papel de liar y desde entonces hasta ahora la ciudad solo se ha visto agitada por las victorias de la USAP, su equipo de Rugby, en la copa de Francia, la última de ellas hace ya diez años. El próximo fin de semana la capital del Rosellón reverdecerá laurales y convertirá la visita de Puigdemont en la antesala de la victoria de otro ultra, Luis Aliot, candidato de RN (el antiguo Frente Nacional) en las elecciones municipales francesas que se celebran en marzo.

A pesar de que alguien pueda temer que una concentración de decenas de miles de personas traiga consigo el coronavirus a Perpiñán, la ciudad no recibirá mal al prófugo Puigdemont. El líder local del partido de Macron, Romain Grau ha manifestado siempre su simpatía por el exalcalde de Girona y el alcalde saliente, si las encuestas aciertan, el conservador Jean Marc Pujol nunca ha escondido su simpatía por el nacionalismo catalán como tampoco lo hizo su antecesor el carismático Jena Paul Alduy.

Perpiñán, una ciudad abandonada por el centralismo francés siempre miró a Barcelona como manera de compensar la lejanía de París y la pujanza de la capital de su región, Montpellier

Perpiñán, una ciudad abandonada por el centralismo francés siempre miró a Barcelona como manera de compensar la lejanía de París y la pujanza de la capital de su región, Montpellier, que contrasta frente al lánguido y decadente provincianismo de Perpiñán. En una ciudad dejada de la mano de Dios por París el nacionalismo pujolista, desde primera hora, tuvo fácil penetrar a base de subvención y corresponsalía de TV3 a pesar de lo cual, el nacionalismo catalán cuando se presento solo a las elecciones nunca cosecho éxito alguno. Se diría que los franceses de Perpiñán siempre supieron aprovecharse del imperialismo de poca monta de la Generalitat para sacarles dinero para escuelas, centros culturales e incluso un hospital transfronterizo que hay entre Puigcerdá y Bourgmadame pero a la hora de la verdad siempre se quedaron con Francia.

La capital del Rosellón es una de las ciudades más pobres de Francia a la vez que un lugar delicioso y singular, con un centro donde el tiempo parece haberse detenido en la segunda guerra mundial y una periferia llena de centros comerciales de esos que sus amigos nacionalistas catalanes del sur tanta afición tienen en prohibir.

Su desconexión de la capital de la región es tal que la alta velocidad procedente de Madrid se detiene en Perpiñán y no se recupera hasta Montpellier camino de París. Francia siempre se ha esforzado en aislar a España de Europa y la no ejecución de este tramo del AVE/TGV es premeditada.

Los franceses de Perpiñán siempre supieron aprovecharse del imperialismo de poca monta de la Generalitat para sacarles dinero para escuelas, centros culturales e incluso un hospital

La visita de Puigdemont llenará Perpiñán de autobuses repletos de catalanes de clase media-alta y de edad también media-alta que se pasearán por las calles circundantes al Castillet como si el Tratado de los Pirineos no se hubiera firmado jamás, y el Castillo de Salses, treinta kilómetros más arriba, siguiera siendo la frontera de… pequeño detalle, España.   

Palazuie, la Budo y su troupe disfrutarán en el quiosco de la Plaza de la Opera donde venden esteladas y pegatinas del burro. Puigdemont gritará que pisa tierra catalana mientras un admirador de Vox y expareja de Marine Lepen se prepara para ganar la primera y la segunda vuelta de las elecciones municipales en la ciudad más meridional y abandonada de Francia. Las vecinas Narbona y Beziers ya llevan cuatro años con alcalde lepenista y no parece que lo vayan a echar.

Pedro Sánchez se relamerá viendo como el archienemigo de sus coyunturales socios republicanos llama a las puertas del Limes español

Puigdemont gritará que pronto cruzará la frontera para pisar tierra catalana del sur y su público, una vez más le creerá. Mientras Pedro Sánchez se relamerá viendo como el archienemigo de sus coyunturales socios republicanos llama a las puertas del Limes español. Solo que a diferencia de Constantino de Britania este no lo cruzará y se volverá a las brumas de Waterloo.

Mientras los republicanos sufren con las performances de Puigdemont, Sánchez va aprobando techos de gasto y presupuestos que es lo que quiere. Lo demás no cuenta y qué más da si en Perpiñán no habían visto tantos españoles juntos desde que al otro lado de la frontera se legalizo el porno porque a fin de cuentas esa gente que el 29 de febrero recorrerá el centro de Perpiñán después de aclamar a Puigdemont es la misma que 50 años antes estuvo en la mismo lugar para ir a ver el Último Tango en París en el cine Castillet.  

Ciertamente todo puede empeorar porque entre ver a Brando y a Schneider en plenitud o asistir a la decrepitud del procecismo independentista de Puigdemont hay mucha, pero que mucha, bajada.

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