El separatismo catalán está este martes de celebración. Y es que se cumplen siete años del referéndum ilegal de 2017, aquel en el que solo participaron los independentistas y que tuvo como resultado, entre otras cosas, la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la intervención de la autonomía catalana por parte del Estado. Desde entonces, las cosas han cambiado demasiado para unos separatistas que llegan a esta fecha sin poder en la Generalitat pero con la capacidad de condicionar al Ejecutivo del socialista Pedro Sánchez. Independencia no habrá pero pueden perfectamente colgarse la medalla de haber trasladado a todo el país la habitual inestabilidad de sus gobiernos autonómicos.
La Ley de Amnistía aprobada por el acuerdo entre Junts, ERC y el PSOE no está siendo tan benevolente para los líderes del procés como esperaban. Carles Puigdemont no puede retornar a España sin riesgo, esta vez real, de ser ser detenido. Y Oriol Junqueras ha visto cómo el Tribunal Supremo ya ha decidido que la amnistía en su caso no es aplicable en lo relativo al delito de malversación. Una decisión que también afecta al actual secretario general de Junts, Jordi Turull, y a los republicanos Raül Romeva y Dolors Bassa.
🗳️ Manifest 1 d’Octubre. Esperança i alternativa.
📄»Ara és moment de reconstruir. De reconstruir la confiança amb la gent i de reconstruir una estratègia guanyadora per assolir la llibertat.»
📌 Llegeix-lo al web: https://t.co/SAaYkmjo5Z pic.twitter.com/jpGH3oacd6— Junts per Catalunya🎗 (@JuntsXCat) October 1, 2024
Una imposible unidad
La ruptura entre Junts y ERC ya materializada a principios de 2020 dio al traste con el proyecto secesionista. Desde entonces, Puigdemont ha reivindicado de forma constante la unidad del separatismo, intentando ser él quien liderara el movimiento. Algo que los republicanos no aceptaban por temor a difuminarse dentro de la estrategia dirigida por el prófugo desde Waterloo. ERC prefirió subirse al carro del PSOE y sus compromisos autonomistas y esto le ha costado un durísimo varapalo electoral en 2024. Y es ahora cuando, como Puigdemont, apela también a la unidad mientras afronta un proceso interno en el que se enfrentan descarnadamente las cuatro facciones en las que está dividida hoy la formación.
Recordem amb orgull la nostra victòria. L’ 1O l’acte de desobediència civil més important des del 1939, l’acte de sobirania nacional més massiu des del 1714. Hi érem, hi som i hi serem. Continuarem lluitant fins a la independència.— Carme Forcadell Lluís (@ForcadellCarme) October 1, 2024
De capa caída
Las dos grandes entidades civiles que lideraron el procés, la ANC y Òmnium Cultural, han perdido también protagonismo a marchas agigantadas. La última Diada logró reunir a poco más de 70.000 personas. Una cifra irrelevante si se compara con los casi 800.000 que lograron sacar a la calle en los momentos más álgidos.
⬛️⬜️ Avui fa 7 anys del 1r d’octubre, el dia en què ens vam organitzar i vam votar per decidir el nostre futur, en un gran acte de desobediència civil sense precedents.
❌No oblidem ni perdonem la repressió policial.
✊No defallim en el nostre objectiu: la independència! pic.twitter.com/cTp3WIkK8e— Assemblea Nacional Catalana (@assemblea) October 1, 2024
L’1 d’octubre va ser una fita històrica d’un moviment polític organitzat, en què cadascú va fer la tasca que li pertocava com un engranatge de precisió. Ens cal recuperar la iniciativa que ho va fer possible, deixar els laments i retrets, i avançar, decidits, cap a la llibertat. pic.twitter.com/H8YfsXgjDs— Xavier Antich (@XavierAntich) October 1, 2024
El fin del procés
Muchos se preguntan hoy si el procés está muerto. Con el socialista Salvador Illa al frente de la Generalitat, todo indica que, salvo gestos muy concretos como el del blindaje del catalán, el Govern no apoyará ningún proyecto que tenga la secesión como objetivo. Y si Sánchez, o quien le suceda en el Gobierno, logra librarse de la dependencia de los llamados nacionalismos periféricos, es muy probable que el procés catalán pase a la historia como lo que pudo ser y no fue. Sobre todo considerando que, incluso ahora, ni Junts ni ERC están exigiendo a Sánchez aquello que se comprometieron a exigir: la celebración de un referéndum legal y poner las bases para materializar lo que pomposamente siembre han llamado «el mandat del poble». Es decir, la declaración unilateral de independencia.