No, no me he equivocado. Los colutorios empleados por Tezanos en el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para salvar la cara al Gobierno no merecen una columna en momentos tan decisivos como los que vive hoy la sociedad española, caminando a tientas hacia un nuevo precipicio. Porque el rebrote del COVID-19 que se está fraguando durante el caótico desconfinamiento iniciado hace unas semanas, puede volver a poner contra las cuerdas el sistema sanitario y darle la puntilla a una economía tan dependiente como la nuestra del comercio y el turismo, la restauración y la hostelería, que ni levanta cabeza ni podrá levantarla mientras persista el riesgo de que se produzca una oleada de contagios similar a la vivida en la pasada primavera.
El SIS es el acrónimo que utilizo para referirme a Sánchez, presidente del Gobierno, Illa, su ministro de Sanidad, y Simón el director del Centro de Coordinación de Alarmas y Emergencias Sanitarias, los tres imprudentes mosquiteros que haciendo gala de impostada bonhomía y candidez pusieron en riesgo la vida de cientos de miles de españoles, y enviaron al personal sanitario y asistencial a enfrentarse a pecho descubierto (sin mascarillas ni equipos de protección) al COVID-19, y sin disponer de los medios indispensables para tratar a las decenas de miles de infectados que desbordaron la capacidad de los centros hospitalarios y las residencias de mayores. Pese a las argucias y tretas que han desplegado en sus ruedas de prensa para diluir las gravísimas responsabilidades en que han incurrido durante estos meses, la cuenta de resultados del SIS pone los pelos de punta a cualquier persona medianamente sensible: más de 44.000 muertos desde el 14 de marzo al 22 de mayo y más de 55.000 sanitarios infectados y una sociedad destrozada por la crisis humanitaria y la recesión económica más graves sufridas desde la Guerra Civil.
«El SIS es el acrónimo que utilizo para referirme a Sánchez, presidente del Gobierno, Illa, su ministro de Sanidad, y Simón el director del Centro de Coordinación de Alarmas y Emergencias Sanitarias»
Clemente Polo
Desinformación contumaz
El primer fraude atribuible al SIS es la desinformación en que mantuvieron a los ciudadanos hasta el 14 de marzo en que el gobierno Sánchez-Iglesias decretó el estado de alarma. Al igual que la mayoría de los asalariados y empresarios españoles, el 12 de marzo acudí a mi centro de trabajo e impartí con total normalidad la que sería mi última clase presencial en la Universidad Autónoma de Barcelona. Dos días después, Sánchez decretaba el estado de alarma en España. La mayoría de los ciudadanos habíamos vivido con total normalidad nuestras vidas hasta ese día, confiados en lo que Illa y Simón nos decían en sus comparecencias televisivas: en España no hay peligro de contagio y nuestro sistema sanitario está perfectamente preparado para hacer frente a los pocos casos que puedan producirse. A la luz de lo que Illa y Simón nos decían, ni los ciudadanos de a pie ni los responsables de los centros de salud y las residencias de mayores podíamos anticipar la gravedad de la situación. Sánchez, Illa y Simón, sí disponían de dicha información y podían valorarla. No sólo no lo hicieron, sino que el bueno de Simón, llegó incluso a ayudarnos a disipar cualquier tipo de recelo que pudiéramos tener a participar en la ‘ochomarzada’: las manifestaciones multitudinarias convocadas el 8 de marzo por organizaciones feministas en toda España. Con irresponsabilidad supina, la cabecera de la manifestación de Madrid la coparon la vicepresidenta primera, Calvo la esposa del presidente Sánchez, junto a otras ministras, y pocas horas después conocimos que varias de ellas estaban infectadas.
El segundo delito del SIS es la catástrofe humana que causó su inacción y desidia entre el 14 de marzo y el 22 de mayo.
Clemente Polo
Catástrofe sanitaria y humanitaria
El segundo delito del SIS es la catástrofe humana que causó su inacción y desidia entre el 14 de marzo y el 22 de mayo. A partir del 8 de marzo, las cifras de casos totales (TC) y muertos (TD) crecieron exponencialmente y poco pudieron hacer los tres mosquiteros del SIS salvo repetirnos una y otra vez con rostro compungido «llegarán días muy duros». Y como era previsible, llegaron acompañados por un réquiem silencioso de miedo y dolor. El Gráfico 1 muestra lo ocurrido en aquellos días fatídicos: de los 674 casos contabilizados el 8 de marzo se pasó a 104.118 el 1 de abril, y a 200.210 el 20 de abril. En los 43 días transcurridos desde el 8 de marzo hasta el 20 de abril el número de casos totales se multiplicó por 297 y la tasa media diaria de crecimiento fue 14,16%.
La evolución del número de Nuevos casos (NC) en el Gráfico 2 muestra con toda claridad por qué se produjo el colapso de los sistemas hospitalario y asistencial en España durante la segunda quincena de marzo y la primera quincena de abril, cuando se produjeron miles y miles de nuevos casos cada día, concentrados en alto grado en los núcleos urbanos de Madrid y Barcelona. Con una cifra de camas de cuidados intensivos (UCI) a comienzos de marzo que varía según las fuentes pero que cabe estimar entre 4.400 y 5.000 camas para toda España, difícilmente podían los profesionales hacer frente a tal avalancha de infectados y proporcionales el tratamiento apropiado a su estado de gravedad. Y es que pese a las recomendaciones hechas por la OMS en el informe conjunto con el gobierno de China que publicó el 28 de febrero, el gobierno Sánchez-Iglesias nada había hecho para dotar con más medios personales y materiales a los centros de salud, a los hospitales y a las residencias de mayores. El COVID-19 invadió España sin que el Gobierno se enterara ni hubiera dado un solo paso para prepararnos ante lo que se avecinaba. Por no tener, no teníamos disponibles ni las mascarillas más sencillas.
El rápido crecimiento del número de casos totales disparó a su vez el número de Casos activos (AC), esto es, la diferencia entre casos totales (TC) y la suma del total de defunciones (TD) y el total de recuperaciones (TR). Los Casos activos es la variable clave para valorar la evolución de la epidemia y como puede observarse en el Gráfico 3, su número creció desde los 624 registrados el 8 de marzo a 5.680 el 14 de marzo, a 72.084 el 31 de marzo y a 100.864 el 19 de abril. La principal consecuencia del rápido aumento de casos totales y activos es que se dispararon también el número de casos críticos, que alcanzó su máximo, 7.372, el 15 abril, y el número de muertos que, como muestra el Gráfico 4, pasó de 17 fallecidos el 8 de marzo a 294 el 15 de marzo, 10.348 el 2 de abril y 20.043 el 18 de abril. Casi 20.000 muertos oficiales en poco más de un mes, una lista negra que siguió engrosándose hasta alcanzar 28.752 el 24 de mayo.
Si no nos gustan las cifras, damos otras
Hasta finales de abril, el SIS parecía encajar las terribles cifras de casos, activos y muertes que se iban produciendo en España. Pero en algún momento, los tres mosquiteros debieron caer en la cuenta de que era posible alterarlas. El número de muertos se puede reducir contabilizando únicamente como víctimas del Covid-19 aquellos fallecidos a los que se ha realizado un test con resultado positivo y el número de activos se puede reducir aumentando el de recuperados. Como el Gráfico 3 pone de manifiesto, entre 25 de abril y el 1 de mayo, el número de activos disminuyó desde 105.759 hasta 75.705 como efecto de las anómalas recuperaciones que se registraron el 26 de abril (22.019) y el 1 de mayo (2.016). Como puede comprobar el lector, la curva de activos exhibe un perfil completamente anormal en los últimos días de abril y principios de mayo. Poco después de las anormales recuperaciones mencionadas, exactamente el 18 de mayo, el SIS dejó de actualizar las cifras de recuperados (TR) por lo que a pesar de la reducción de nuevos casos (NC) que se observa en los Gráficos 2 y 3 durante la segunda quincena de mayo y junio, la cifra de casos activos (AC) empezó a recuperarse a partir de mediados de mayo. Aunque la cifra activos a partir de esa fecha carece de interés al no actualizar el SIS la cifra de recuperados, menciono la circunstancia porque revela la frivolidad del SIS al poner en marcha el proceso de desconfinamiento ignorando el número de casos todavía activos.
El gran engaño
Como el Gráfico 4 pone de manifiesto, la curva de muertos también exhibe también varias anomalías: el número de fallecidos aumentó en 688 el 22 de mayo, se redujo en 1.915 el 25 de mayo y se elevó en 1.179 el 19 de junio. Estos cambios anormales el SIS los achacó a la tardanza en suministrar las cifras de fallecidos algunas Comunidades Autónomas y a los cambios en los criterios de atribución de fallecidos al Covid-19. Con las tecnologías hoy día disponibles y la mayoría de los Registros Civiles informatizados, no se puede entender que dos meses después de iniciada la epidemia el Gobierno no hubiera logrado todavía poner en marcha un protocolo para proporcionar cifras fiables de fallecidos en tiempo real.
Estas alteraciones de las cifras de fallecidos son de todos modos una cuestión menor en comparación con el gran engaño que constituyen las cifras oficiales de muertos ofrecidas por el SIS: 26.837 víctimas el 25 de mayo y 28.429 el 23 de julio. Los informes de Monitorización de la Mortalidad (MoMo) publicados por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) , indican que el exceso de muertes observadas (120.764) en España entre el 14 de marzo y el 22 de mayo supera el de muertes estimadas (76.646) en 44.118 víctimas. El Gráfico 5 muestra las estimaciones semanales de fallecidos que proporciona el INE y permiten confirmar que hasta el 24 de mayo se produjeron en España 44.445 muertes más que en 2019 y 44.253 muertes en exceso de la media de los años 2016-2019.
Puesto que las comparaciones entre cifras observadas y estimadas se realizan teniendo en cuenta la mortalidad por todas las causas, esto es, incluyendo las víctimas de accidentes laborales y de tráfico que por causa del confinamiento habrán sido algo inferiores en 2020, cabe pensar que estas diferencias podrían ser incluso algo mayores que las publicadas. En todo caso, 44.118 víctimas según los informes MoMo, y 44.445 ó 44.243 según el INE, son cifras de fallecidos muy superiores a las 28.429 víctimas atribuidas por el SIS al Covid-19. Aunque tratándose de muertos los decimales importan mucho, podemos afirmar que en números redondos los fallecidos por Covid-19 superan en 15.800 (= 44.200 – 28.400) las cifras del SIS.
Delitos cum laude
La vida sigue, pero 44.000 ciudadanos se han quedado en las cunetas de España y cualquiera de nosotros, especialmente quienes tenemos ya cierta edad, podríamos haber sido víctimas del SIS o estar a punto de serlo en la próxima oleada. Por ello, achaco a los miembros del SIS cuatro delitos (en su acepción de acción o cosa reprobable) muy graves y concretos:
- En primer lugar, les responsabilizo de la desinformación en que mantuvieron a los ciudadanos de a pie en febrero y en la primera quincena de marzo, lo que propició la expansión desbocada de los contagios padecida en la segunda quincena de marzo y abril.
- Les acuso, en segundo lugar, de negligencia dolosa por no haber proporcionado a los centros sanitarios y a las residencias de mayores los medios materiales y humanos, tal y como recomendaba el informe de la OMS, para hacer frente a la previsible avalancha de infecciones.
- En tercer lugar, les imputo manipular las cifras de casos totales, recuperados y fallecidos y de iniciar el proceso de desescalada desconociendo cuántos casos activos había en España a partir de mediados de mayo, por lo que sólo un milagro milagroso podría haber evitado los rebrotes que ya están produciéndose por toda España.
- Y, en cuarto lugar, les responsabilizo de ocultar el verdadero número de víctimas, más de 44.000 según el ISCIII y el INE, causadas por el Covid-19, que sitúan a España a la cabeza del ranking mundial de muertos por millón de habitantes.
Por todo ello y como muchos otros españoles, me quedé estupefacto al escuchar a Sánchez en el Congreso a mediados de mayo otorgarse a sí mismo un notable por la gestión de la crisis. Ahora, resulta difícil dar crédito a los ojos al ver a sus bien pagados diputados recibirlo con una cerrada ovación (cum laude) en el hemiciclo a su regreso de Bruselas, cual si se tratara del general victorioso que regresa cargado con un ingente botín tras librar una larga campaña contra los bárbaros en los confines del imperio. En realidad, el asunto es mucho más prosaico y la autocomplacencia del gobierno Sánchez-Iglesias y de los diputados del PSOE y Unidas Podemos por su gestión de los últimos meses constituye una auténtica afrenta a las decenas de miles de ciudadanos cuyas vidas se han visto truncadas por el Covid-19 y un desprecio a la inteligencia de quienes seguimos todavía en la brecha.
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