La beligerancia contra ERC aumenta a medida que se acerca el horizonte electoral. Larepública.cat publica una entrevista a Josep Costa, vicepresidente del Parlamento catalán, que acaba de publicar libro. Costa (JxCat) alcanzó una cierta notoriedad al protagonizar algún que otro enfrentamiento con el presidente Roger Torrent (ERC).
Su gran idea es la siguiente: «Yo no cuestiono que ERC haya dejado de ser independentista, lo que podríamos decir es que, hoy en día, en estos momentos históricos, no es suficiente ser independentista (tener un objetivo y un sentimiento) sino que todo debe traducirse en un plan e intentar aplicarlo. No es suficiente ser partidarios de la República sino que se debe tener una estrategia para hacer la independencia.»
En las elecciones anteriores, las de diciembre de 2017, las fuerzas independentistas lograron 70 diputados (JxCat 34, ERC 32 y CUP 4) y Costa ve en ello una victoria desaprovechada: «Cuando nosotros ganamos las elecciones, las tres fuerzas independentistas derrotamos el 155 y teníamos una gran fuerza para restituir al Gobierno. En la práctica, sin embargo, mi insatisfacción fue ver que ganó el 155: al final no se pudo restituir al Gobierno ni a los consejeros, ni al presidente, se suspendieron los diputados, se les privó del sueldo… Y teníamos una mayoría electoral para hacerlo!»
Restituir a un gobierno cuyos miembros están en la cárcel o en el extranjero no parece una idea realizable, al menos desde la legalidad, pero de ideas irrealizables vive el independentismo.
A pesar de todo, y después de decir que ERC ha dejado de ser independentista, Costa cree que después de las próximas elecciones será posible renovar el pacto entre JxCat y ERC porque «la voluntad de la gente lo hará posible».
Para llegar a la independencia, expone, hay una autopista de tres carriles: el pacto, la unilateralidad y la desobediencia: «El camino que mucha gente no ha entendido es el de la desobediencia civil (o no ha sabido interpretar cuál debe ser su papel). En el debate público, todo se reduce a la vía del pacto o la vía unilateral. El carril del medio, la desobediencia, nos permite avanzar cuando ninguna de las otras dos fórmulas no dan frutos de manera inmediata. La desobediencia civil amplía la grieta del Estado, desgastas y deslegitimas al Estado y, además, te hace fuerte. De hecho, la desobediencia civil la podemos hacer mañana mismo. Ni el pacto ni la ruptura unilateral se pueden hacer mañana mismo. Esta es la idea que de alguna manera pongo sobre la mesa con el libro.»
Cualquiera puede observar que la vía de la desobediencia ya ha sido suficientemente explorada: huelgas generales —con convocatoria gubernativa—, ocupación de vías públicas —con imprescindible apoyo policial—, resistencia fiscal —que no va más allá de su anuncio porque nadie quiere acabar pagando recargos—… Después de tres años, ¿van a presentarse a las elecciones con el mismo plan de desgaste del Estado? Un plan que desgasta, sobre todo, a la tropa movilizada y perjudica al país entero.
