Los titulares de los principales medios de comunicación escritos sobre los resultados electorales en Cataluña el 12 de mayo (12-M) resultan muy reveladores de las afinidades políticas de quienes los dirigen, así como del origen de las ayudas recibidas por cada uno de ellos de los gobiernos autonómico (subvenciones e ingresos por publicidad institucional) y central. En los periódicos de ámbito nacional podemos leer: “El triunfo de Illa entierra el ‘procés’” (El País); “Illa gana con claridad pero necesitará pactar con el independentismo” (La Vanguardia); “Illa logra una gran victoria pero Puigdemont exige a Sánchez gobernar” (El Mundo); “El PSC cederá la presidencia del Parlamento para alcanzar un pacto” (El Periódico); “Cataluña castiga al independentismo” (ABC); y “Derrota del independentismo” (La Razón).
Menos grandilocuentes y quizá más realistas y sinceros han sido los diarios de ámbito estrictamente regional, por mucho que algunos de ellos quieran darse ínfulas e intenten proyectarse su ámbito de influencia a los inexistentes ‘països catalans’. Todos reconocen la victoria del PSC y con dosis variables de duelo el desmoronamiento del respaldo ciudadano al proceso nacional-secesionista: “Illa se impone y el independentismo se hunde” (ARA); “El PSC lo gana todo” (Diari de Tarragona); “El PSC se impone y el independentismo no suma” (Diari de Girona); “Los socialistas ganan y Esquerra se hunde” (Segre); y “El PSC gana y la mayoría independentista se esfuma” (Regió7). Más alentador para la causa es el editorial del subvencionado diario digital Vilaweb, integrante del núcleo duro del ‘procesismo’, cuyo titular editorial necesita pocas explicaciones: “La hora de hacer política: no es inevitable que gobierne el PSC”.
¿Titulares sesgados?
Comparemos, por ejemplo, los titulares de El País, La Vanguardia y El Mundo. El primero, abandonado su papel de diario independiente hace muchos años y convertido en baluarte principal del sanchismo, estaba obligado a poner el foco en el entierro del proceso para que cualquier lector inteligente lo atribuyera inmediatamente al efecto benéfico que ha tenido sobre la sociedad catalana la aprobación de la ley de amnistía, impulsada por el PSOE de Sánchez y el PSC de Illa. Ni por asomo se le ha ocurrido al “periódico global” insinuar siquiera a sus lectores que las consecuencias principales de la ley de amnistía han sido precisamente las opuestas: ha resucitado al prófugo, aislado en Waterloo y a la espera de perder su inmunidad parlamentaria, y ha reavivado el proceso secesionista. La Vanguardia, por su parte, está más interesada en subrayar que Illa sólo podrá gobernar pactando con los partidos independentistas, sin entrar en más detalles ni mojarse en exceso, porque si bien Junts, tras el descalabro de ERC, lleva la voz cantante de momento, la vida política da muchas vueltas y nadie puede descartar que Illa acabe entendiéndose con Junqueras y Colau. Mejor no descartar ninguna posibilidad y decantarse abiertamente por uno u otro cuando las habichuelas están en juego. El Mundo, por último, prefiere destacar que, pese a la victoria de Illa, el prófugo ha presentado sus credenciales y podría acabar siendo investido y formar un gobierno en minoría.
¿Y si miramos los resultados?
Después de este sumario repaso a los posicionamientos de los diarios nacionales y regionales tras conocerse los resultados del 12-M, a uno se le acumulan las preguntas. ¿De veras ha obtenido Illa una gran victoria y el proceso está enterrado como da a entender El País y el independentismo ha quedado derrotado como afirma La Razón? ¿Tendrá Illa que pactar con el independentismo para gobernar en Cataluña, como da por hecho La Vanguardia, o acabará por ceder la presidencia al prófugo para mantener a Sánchez en la Moncloa, como insinúa El Mundo? Quizá una mirada más cuidadosa a los números nos ayude a ver con mayor claridad la dimensión real de los resultados electorales, sin confundirla con los deseos de cada uno, y vislumbrar qué podría ocurrir en los próximos meses en Cataluña y en España.
El PSC con 872.959 votos y 27,96% del voto contabilizado no nulo (VCNN) ha sumado 220.101 votos y 4,96 puntos porcentuales a los resultados de 2021 y logrado su mejor registro desde 2015 en que con 523.283 votos y tan sólo 12,72% de los VCNN tocó fondo. llla tiene motivos para estar satisfecho por haber logrado atraer a votantes que se abstuvieron o votaron a ERC y Ciudadanos en 2021. Dicho esto, hay que reconocer también que la propuesta de Illa y el PSC de abrir un nuevo tiempo en Cataluña no ha resultado excesivamente convincente y buena parte de los ciudadanos, 42,05%, prefirió quedarse en casa. Si miramos más allá de 2010, el año en que el PSC sufrió un auténtico batacazo y el indignado Montilla fue desalojado por Mas del gobierno de la Generalidad, tenemos que concluir que los registros del PSC en 2024 están todavía muy lejos de los obtenidos en 2003 y 1999, años en los que los socialistas catalanes superaron holgadamente el millón de votos (1.031.299 y 1.183.299, respectivamente) a pesar de que los niveles de participación (62,51 y 59,20, respectivamente) no fueron muy superiores al de 2024 (57,94%).
En cuanto a los resultados de los partidos que aspiran a instaurar una república independiente en Cataluña, ERC, Junts y Cup obtuvieron 1.360.696 votos en 2021, 48,02 de los votos VCNN y 74 diputados, en tanto que esos tres partidos más Aliança Catalana lograron 1.348.183 votos, 45,35% de los VCNN y 61 diputados en 2024. Resulta evidente que el respaldo al secesionismo ha registrado un muy ligero retroceso en votos (-12.513) y algo más abultado en porcentaje (-2,67 puntos porcentuales) y escaños (-12), pero de ahí a decir que el proceso está enterrado o derrotado hay un abismo. Basta con recordar que Junts ha ganado en 726 de los 927 municipios catalanes para devolvernos a la dura realidad. El respaldo social a los partidos secesionistas resultaba testimonial en 1999 cuando ERC, el único partido que defendía abiertamente la independencia, logró 271.173 votos, 8,67% de los VCNN y 12 diputados en el Parlamento,
Vivo y muy vivo
No podemos decir lo mismo ahora. El proceso nacional-secesionista sigue muy vivo en 2024 y sólo algún cínico o inconsciente puede sostener lo contrario. Como mucho, podría decirse que algunos osos han preferido prolongar su temporada de hibernación en las cavernas a la espera de una más asentada primavera. Pero la inestabilidad política sigue muy presente en Cataluña. Los malos resultados de ERC han permitido constatar que la gestión sosegada y negociadora de los republicanos desmoviliza a su electorado y se paga en las urnas, mientras que la gesticulación exagerada y los órdagos han permitido al prófugo arrancar concesiones tan inauditas de Sánchez como la ley de amnistía, negociada y acordada en el ‘exilio’, y sobre cuya pretendida constitucionalidad me limito a recordar lo que nos decían el propio Sánchez, sus ministros, y algunos barones como Illa, hasta que los siete votos de Junts en el Congreso resultaron decisivos para investir presidente a Sánchez el pasado 15 de noviembre: no cabía en la Constitución.
Si el prófugo acabara siendo amnistiado y regresara a Cataluña en las próximas semanas, mucho más si llegara a ser investido presidente y pudiera contar con todos los recursos del gobierno de la Generalidad de Cataluña para “culminar la independencia”, como adelantó al presentar la lista de Junts en Elna (Cataluña Norte) a las elecciones del 12-M el pasado 6 de abril, no resulta aventurado pronosticar que más pronto que tarde la llamada a salir de las cuevas será escuchada, la Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural se pondrán de nuevo manos a la obra para desentumecer los músculos de los aletargados, los grupos más radicales se volverán a dejar sentir en las calles de Cataluña, y la inestabilidad política volverá a ser el pan de cada día. En las manos de Illa está articular una mayoría para dejar al prófugo fuera de juego y mantener el incendio contenido que no apagado.