Si días antes de la celebración de las elecciones Carles Puigdemont anunció que renunciaría si no ganaba, este domingo, tras ser derrotado por el socialista Salvador Illa, ha cambiado de opinión. Puigdemont ha tenido la mano a ERC para sumar sus 35 diputados a los 20 logrados por los republicanos. Sumando a los cuatro diputados de la CUP y, tal vez, los dos de Aliança Catalana, el Govern se mantendría en manos de los separatistas pero con solo 61 de los 68 diputados necesarios para la mayoría absoluta. Tendría que dejar a un lado, eso sí, el cordón sanitario firmado días atrás contra los de Silvia Orriols.
Puigdemont ha justificado su oferta en nombre de «un Govern sólido» y, sobre todo, para evitar una repetición de las elecciones que «sería muy negativa» para Cataluña. ERC, por su parte, ya ha anunciado que no participará en un tripartito con el PSC y con los comunes y que se mantendrá en la oposición. Pero los escenarios están ahora mismo muy abiertos. Puigdemont ha anunciado que las conversaciones comenzarán esta misma noche y ha recordado que lo sucedido este 12 de mayo en Cataluña es producto de la desunión de los separatistas. ERC, además, ya tiene experiencia en cómo le afecta su apoyo a gobiernos que no son separatistas.