Los partidos han tirado la casa por la ventana este viernes para poner fin a la campaña electoral previa a la cita con las urnas del próximo domingo. Los partidos nacionales, PSOE y PP, han enviado a Cataluña a sus principales líderes, con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, para respaldar a unos candidatos, Salvador Illa y Alejandro Fernández, a los que se les prevé buenos resultados. Lo mismo ha hecho Vox, cuyo presidente, Santiago Abascal, llegó el miércoles a Barcelona y ha recorrido las principales capitales apoyando a un Ignacio Garriga del que muchos piensan que será capaz de mantener los 11 diputados que, contra todo pronóstico, logró en las elecciones de 2021.
En clave autonómica, el dominio parece estar en manos de un Carles Puigdemont que ha convertido Junts en un reflejo de su persona y que parece que podría superar con creces los resultados de su principal adversario, ERC. La duda en estos momentos es si logrará vencer también en votos a Illa, si obtendrá un empate técnico con el socialista o si quedará por detrás. Los republicanos, por su parte, han tenido en su candidato, Pere Aragonés, el referente. El secretario general del partido, Oriol Junqueras, ha tenido una fuerte presencia en estas dos semanas pero sin eclipsar a quien es aún presidente en funciones de la Generalitat y que parece que tendrá que despedirse del cargo después del próximo domingo.
¿Presidente Puigdemont?
Las encuestas publicadas y las de los partidos indican que el PSC lograría salvar los muebles e, incluso, mejorar los resultados de 2021 en una convocatoria electoral en la que, además, está previsto que se incremente la participación. Sin embargo, más difícil será que Illa se convierta en presidente de la Generalitat, salvo que lo haga pactando con ERC y los comunes. Los republicanos, a su vez, podrían decidir convertir en presidente a Carles Puigdemont, pero para ello harían falta los tres o cuatro diputados que, según los sondeos, obtendría la ultraderechista Aliança Catalana.
Y ambos partidos han firmado un acuerdo, junto con los comunes, el PSC y la CUP para no pactar nada con la formación de Silvia Oriols. Salvo que los separatistas tradicionales obtengan la mayoría absoluta entre las dos formaciones, parece también difícil que Puigdemont pueda convertirse en presidente.
El cordón sanitario contra Aliança Catalana, el posible empate técnico entre el PSC y Junts, el también probable descalabro de ERC y la bajada de los comunes y de la CUP dejan en el aire el futuro gobierno autonómico, con lo que no sería extraño que hubiera que ir a una segunda convocatoria electoral. En este escenario, además, no parece posible ninguna fórmula en la que los partidos constitucionalistas, Vox y PP, puedan ayudar a la gobernalidad como sí han hecho los populares con Jaume Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona.