Es conocido que, en los últimos años, Disney es uno de los estandartes de la cultura woke —visión del mundo propio de la izquierda identitaria que destaca la exaltación de las minorías frente al universalismo heredero de la ilustración—. Sin embargo, filmes enmarcados en esta línea ideológica como La Sirenita negra, si bien recuperaron la inversión inicial, no cosecharon el éxito esperado. Asimismo, desde 2021 la empresa ha perdido 100 millones de dólares en su capitalización en bolsa, experimentando caídas del 40%. Esta situación ha preocupado a parte de los accionistas, que culpan a la deriva woke de la compañía su declive económico.
A pesar de ello, Bob Iger, el CEO de Disney, ha logrado revalidar el cargo frente a sus detractores. Sin embargo, para calmar a los inversores críticos, ha prometido que, aunque no renunciará a la línea ideológica de los últimos tiempos —que tiene como uno de sus principales objetivos la llamada inclusividad—, tratará de que los filmes alternen de manera más equilibrada entretenimiento e ideología. «Nuestro objetivo número uno es entretener. Y entendiendo esa mirada, estamos tratando de llegar a un público muy diverso», ha resumido Iger.