Ni el faraónico esfuerzo, humano y económico, por cumplir las medidas de seguridad, ni la ausencia de contagios dentro de los gimnasios ha evitado que la Generalitat les obligue a bajar sus persianas, abocándolos a un precipicio del que muchos no podrán salir.
Su nombre es Andrés Moya Molina y es el Sempai de Dojo Kazoku, una escuela de artes marciales que abrió sus puertas en 2018 en la calle Josep Gras 8 de Esplugues de Llobregat. Ahora, después de haber sobrevivido a una parada forzosa de tres meses por culpa del coronavirus, vuelve a bajar sus persianas por imposición de un gobierno que, en nombre de la seguridad, «cierra gimnasios pero deja bares abiertos».
Indignación e impotencia, eso es lo que siente Andrés al ver cerrado su local. Él, al igual que todo el sector, no entiende como el Pla de Protecció Civil Territorial de Catalunya (PROCICAT) puede percibir en sus instalaciones un riesgo, a pesar de no haberse demostrado ni un solo contagio en ninguna de ellas.
«Matando moscas a cañonazos»
«Montas tu negocio con toda la ilusión del mundo y, de repente, la pandemia te obliga a cerrar. Eso fue algo lógico, y que afectó a todos los sectores económicos. Durante tres meses no ingresas nada pero tienes que seguir pagando, así que te comes todos tus ahorros», cuenta Andrés.
«Ahora, cuando parecía que íbamos remontando, nos obligan a cerrar de nuevo «, lamenta. «Es indignante ver cómo las terrazas de los bares están hasta la bandera y tú no puedes abrir porque se supone que tu local pone en riesgo la salud pública. Es de risa».
«Soy Guille Carrillo, co-propietario del gimnasio/box CrossFit Sants, en el barrio de Hostafrancs. En las nuevas medidas de la Generalitat en la lucha contra el Covid, nos prohiben abrir puertas a actividades deportivas/culturales/ocio nocturno. En nuestro caso, nuestr@s atletas reservan la clase a través de una aplicación, entran con mascarilla, se desinfectan calzado y manos obligatoriamente, les asignamos una zona individual de entrenamiento de entre 6 y 8 m2, donde ya se sacan la mascarilla, y no se mueven de ella durante toda la clase, salvo para coger material y por turnos, para respetar distancias«.
Son 14 zonas individuales en unos 300m2, comenta Guille. La distancia social está garantizada. Cada zona dispone de un trapo y desinfectante y terminada la clase de 50 minutos, los deportistas tienen 10 minutos más para recuperar el aliento y desinfectar el material utilizado.
«Se ponen la mascarilla, salen por una puerta, y el entrenador da paso a los siguiente 14 atletas. ¿Somos parte del problema, o estar sano y en forma no es parte de la solución? SOMOS SALUD«, dice indignado.
Desde este centro solicitan seguir trabajando con restricciones, como hasta el día de hoy, «pero por favor, que no nos ahoguen más a un sector respetuoso y estricto frente al virus, con una PROHIBICIÓN. Gracias».
«El Procicat no se baja del burro»
Tras un fin de semana de infructuosas negociaciones entre la Patronal del Sector del Fitness en Catalunya (ADECAF) y el Govern «los gimnasios están condenados al cierre», lamenta el presidente de ADECAF, August Tarragó.
Tarragó cuenta que el sector se ha encontrado con un muro infranqueable, llamado PROCICAT, en cada una de las reuniones. La imposición de cierre anunciada en la resolución del pasado viernes sigue viva para todos los gimnasios de Barcelona y los municipios afectados por la misma.
Esta norma carece de toda lógica, asegura. «No se puede comprender cómo los gimnasios tienen que cerrar pero sí se permiten los ‘casales de verano’ que, en su mayoría, se realizan en instalaciones deportivas«. Para el presidente de ADECAF, esta imposición de cierre supone «la estocada final para muchos gimnasios», que intentaban remontar tras tres meses cerrados.
Varapalo económico y emocional
«Empezábamos a ver la luz, a recuperar abonados, sobretodo, de gente más mayor», comenta Tarragó, quien insiste en que las instalaciones deportivas son salud, venden salud y son lugares donde, precisamente, se gana en capacidad pulmonar y sistema inmunitario. Además, sostiene, se ha hecho un esfuerzo titánico por adecuarse a las medidas de seguridad.
Esta resolución, impuesta por la Generalitat, ha salido adelante pese a las discrepancias del propio ayuntamiento de Barcelona. Ada Colau se mostró de acuerdo en cuanto a la prohibición de actividades de ocio en discotecas. No así con el cierre de gimnasios, para los que proponía unas medidas más laxas.
“Centros deportivos, teatros o festivales culturales están cumpliendo las medidas escrupulosamente. No nos consta que los contagios se estén produciendo en estos lugares, sino en ámbitos más relacionados con encuentros sociales”, declaró Colau.
Finalmente, y pese a la lucha contra el cierre, la Generalitat no ha dado su brazo a torcer. Tanto es así, que algunos centros deportivos que se habían resistido a cumplir la norma, han tenido que bajar la persiana por orden directa de los Mossos d’Esquadra o la policía local.