Las negociaciones entre el PP y Ciudadanos para concurrir junto a las elecciones catalanas y europeas, en punto muerto. Por una parte, el Partido Popular rechaza renunciar a sus siglas presentándose en una coalición con los liberales, prefiriendo que estos últimos se integren en sus filas. El motivo es que consideran «muerto» al partido naranja —los sondeos pronostican su desaparición— mientras a su formación le va viento en popa en Cataluña: según las encuestas, pasarían de tres a doce escaños. Además, los populares aún no han decidido si Alejandro Fernández será el cabeza de cartel, con lo que las negociaciones aún se tornan más difíciles.
Por su lado, Ciudadanos rechazan de plano diluirse en las filas conservadoras. Así, apuestan por ir solos o en compañía de otros, pero nunca disolverse en otra formación. Y es que, aunque las encuestas no son halagüeñas, aún pesan sus diferencias ideológicas con el PP —Cs se consideran «progresistas» y no conservadores— y el valor simbólico de haber ganado las elecciones cuando se presentaron con Inés Arrimadas. Por lo demás, consideran que la coalición es la formula óptima porque aúna el voto del constitucionalismo sin dividirlo.