Queremos tanto a Mònica Terribas

Mònica Terribas en el estudio de Catalunya Ràdio. Foto: Europa Press

Después de siete años presentando el programa “Els matins de Catalunya Ràdio” (de lunes a viernes, de 6 de la mañana a la 1 del mediodía), Mònica Terribas cesa en la principal emisora pública catalana, por motivos no muy bien explicados.

Ella misma se despidió de sus oyentes diciendo que «los engranajes de una maquinaria tan exigente como esta no pueden permitirse ningún chirrido y menos ahora. Y los engranajes chirrían.»

Como todo se acaba sabiendo, aunque siempre demasiado tarde, ya nos irán contando los detalles del cese. Pero, como sucede siempre en los medios de comunicación públicos, las luchas por el control político de la información deben de ser la causa principal.

Un tótem

José Antich, en el Nacional, ensalza el buen hacer de Mònica: «Ha trabajado con todos y nunca se ha casado con nadie, más allá del excelente dueto que ha hecho con el periodismo de calidad y lo que debe ser un medio de comunicación público en el siglo XXI (…) un tótem como ella no puede irse de esta manera. Ni es justo, ni es profesional, ni es ético.»

Y ve así la dimensión política del caso: «Si en algún sitio el ecosistema mediático ha sido más catalán que español ha sido en la radio. Y eso es un hecho diferencial importante que ayuda a la lengua y refuerza el relato catalán plural frente al discurso uniformista español.»

Deducimos pues que, con este cese, la radio catalana pierde pluralidad, y que el país pierde distinción ante el uniformismo. Mònica Terribas no tenía un trabajo, tenía una misión.

Sacerdotalmente entregada

Antoni Bassas, en el Ara, considera que se trata de una señal de alerta, aunque no queda claro de qué, y se deshace en elogios de la cesada: «Es difícil encontrar una periodista tan brillante, tan comprometida con la profesión, la lengua y el país y tan sacerdotalmente entregada al trabajo como ella.»

Siete años en un programa estrella y cobrando un sueldo envidiable —véase Ignacio Vidal-Folch: Sueldos de héroes y sueldos de parásitos— no parece un balance que haya que lamentar, pero Bassas cree que en este caso el contratador debería haberse adaptado al contratado: «Si una empresa pública no puede poner las condiciones para que una periodista así trabaje a gusto en ella, es que las condiciones deben haberse enrarecido por fuerza.»

La cuestión es «a quién le molesta que en la radio nacional del país trabaje una periodista tan brillante, tan comprometida…» etc. Estamos impacientes por que Bassas, que sin duda sabe más de lo que cuenta, nos informe sobre la identidad del culpable último de este asunto, que, dice, afecta a «la calidad del sistema democrático en que vivimos».

Máquina sin aceite

En el ámbito político todo el mundo dice respetar la independencia de los medios, pero lo que se evidencia es todo lo contrario. JxCat critica a la dirección de Catalunya Ràdio, informa el País. «En la comisión de control parlamentario de la actividad de la corporación audiovisual pública», Francesc Dalmases «manifestó su preocupación por la marcha de Terribas y se preguntó “qué responsabilidades era preciso depurar después de este naufragio”. Y Eduard Pujol «afirmó que “es preciso poner aceite en la máquina, una tarea que alguien no ha hecho (…) es preciso un jefe de ingeniería con talento y liderazgo”»

Mientras Eduard Pujol decía esta frase, en el “Telenotícies migdia”, «el vídeo insertaba, sibilinamente, un plano de Gordillo [Saül Gordillo, el director de Catalunya Ràdio] escuchándolo. Y el espectador tenía que deducir qué simbolizaba el aceite y quién no había hecho bien su trabajo», afirma Mònica Planas en el Ara.

Otro episodio de la guerra entre ERC y JxCat

¿Es posible que, ante las próximas elecciones catalanas, alguien temiera que Terribas —desde su indiscutible independencia y su exaltada profesionalidad, por todos elogiadas— maniobraría un poco más a favor de una opción que de otra?

El pasado marzo, el Triangle afirmaba que la guerra entre ERC y JxCat se traslada a las redacciones de Catalunya Ràdio y TV3: «ERC y JxCat pactaron repartirse los cargos de dirección de los dos medios. Así, el director de TV3, Vicent Sanchis, lo aportó el espacio post-convergente mientras que el de Catalunya Ràdio, Saül Gordillo, contó con el apoyo de ERC.»

La pregunta, como siempre, es: ¿a quién se beneficia?

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