Los jóvenes, muy especialmente los hombres, han votado mayoritariamente a Milei. No es una novedad. En los últimos años, los hombres jóvenes votan contra gobiernos de izquierda por sentirse abandonados y discriminados por las políticas progres. La izquierda se ha volcado en agrandar las divisiones por identidades colectivas que han sustituido la lucha de clases del marxismo tradicional como motor de la historia y, demasiadas veces, de la histeria. Los oprimidos, las víctimas, según esta nueva forma de buscar enfrentamientos sociales y caladeros de votos, son las mujeres, el colectivo LGTBI, los no blancos, los inmigrantes. El opresor es único: el hombre blanco hetero, aunque los daños colaterales afectan a los hombres de todas las razas. El diseño tiene sentido: mujeres, homosexuales e inmigrantes son ampliamente mayoría social. La defensa legitima de derechos se ha convertido en misandria por parte de la vanguardia feminista radical.
Hoy se puede afirmar que los hombres jóvenes son los débiles, las victimas del sistema, según la terminología de los posmarxistas. Son los grandes olvidados. Mucho más fracaso escolar, menos universitarios, menos licenciados que las mujeres, y no por poco. Muchos más suicidios o población reclusa. Además, viven en un entorno en que cualquier cosa se considera masculinidad tóxica o micromachismo. Por ejemplo, hacer una lista de compañeras de clase más atractivas; a la inversa no se habla de feminidad tóxica. O actos de cortesía como abrir la puerta de un vehículo. Por otra parte, el rol paterno tiende a ser subestimado por la ideología dominante hoy.
No se trata de cuestionar los avances del feminismo, ni mucho menos la lucha contra la violencia de género. Se trata de no olvidar a un segmento de la población con problemas propios que merece ser atendida por los poderes públicos. También para luchar contra la violencia de género de verdad. Jóvenes que se sienten abandonados, sin futuro, son un caldo de cultivo propicio para la violencia de género y otras conductas antisociales.
Mientras no se haga nada, este segmento de la población votará cada vez más a favor de candidatos que se presenten como antisistema. Es el caso de Milei, y será el de muchos otros .