Si algo ha quedado claro desde que el pasado 28 de mayo, el presidente de Nissan Europa, Gianluca de Ficchy, anunciase a los sindicatos el cierre de la factoría de Nissan en Barcelona, es que eso no sucederá sin pena ni gloria.
Las reacciones fueron inmediatas. El mismo día en que se comunicó el cierre, los trabajadores se congregaron a las puertas de la fábrica y quemaron neumáticos en señal de protesta. Tras la cortina de humo quedó escondido un edificio, pero no el espíritu de lucha de sus obreros.
A partir de ese momento, han sido continuadas las manifestaciones de la plantilla. Cortes de carretera, concentraciones y piquetes. Esta misma tarde se han manifestado en la Plaça de Sant Jaume para exigir medidas urgentes a la Generalitat. Mañana, será el Congreso de los Diputados el que se verá rodeado por el colectivo, que está unido y no piensa quedarse de brazos cruzados.
Buscando visibilizar el problema
El día 2 de julio, Carlos Mir, trabajador de Nissan desde 2013, decidió ir en bicicleta de Barcelona a Santander, donde la plantilla se iba a manifestar para reclamar el apoyo de las instituciones en la defensa de sus puestos de trabajo.
«Al principio mis compañeros no me hicieron mucho caso. Supongo que no se lo creían demasiado», comenta Carlos. Pero él lo tenía claro y, aunque en algunos momentos pensó en tirarse atrás, finalmente ejecutó su plan. «La idea era que la empresa nos valorase más. Que vieran lo que somos capaces de hacer«.
Coraje y Corazón
La hazaña de Carlos fue un gran éxito. A su paso por diferentes pueblos y ciudades recibió, asegura, el apoyo de muchas personas que se interesaron por el problema. Por ese motivo, decidió repetir la aventura. Esta vez, el viaje sería hasta el Congreso de los Diputados en Madrid, junto a su compañero Jesús Melero (que lleva 28 años en la empresa).
Ambos lo tienen claro. «Han sido casi 40 horas de esfuerzo físico cargados con más de 30 quilos de peso cada uno, pero ni las rozaduras, ni los problemas mecánicos o la carga emocional de dejar atrás a sus familias les iba a impedir presentarse en la capital de España para dejar claro al gobierno que con su trabajo no se juega.
Ayer, en cuanto llegaron a Madrid, Jesús y Carlos se grabaron para mandar un mensaje a sus compañeros. Con el Wanda Metropolitano de fondo, y aprovechando uno de los lemas que luce el estadio, dijeron alto y claro:«Coraje y corazón», eso es lo que nos identifica a todos.
Unión y solidaridad
Se veía venir que el conflicto sería largo y costoso, dice P.N, que lleva 16 años trabajando en la planta de Zona Franca. «Necesitábamos que Nissan Montcada parase la producción, pero eso significaría que 80 o 90 personas fuesen a la huelga sin percibir ningún ingreso». Por tanto, cuenta, pensaron en una solución al problema.
Decidimos empezar a aportar 150 euros por trabajador para que estas personas pudiesen soportar la huelga. «Era injusto pedirles apoyo y abocarlos a la pérdida total de ingresos, de manera que quitándonos cada uno un poquito podríamos contar con su ayuda.
Crear una caja de Resistencia es una buena herramienta, ya que nos está permitiendo afrontar las necesidades económicas. Además, no solamente los trabajadores están haciendo aportaciones, sino que también hay empresas y familiares que contribuyen con nuestra causa», cuenta.
Dramas familiares
Hasta ahora se han publicado de forma amplia tanto cifras como declaraciones de uno y otro lado. Mientras Nissan asegura «inviable» el mantenimiento de la factoría, los trabajadores denuncian «oportunismo y mentiras» por parte de la cúpula para deslocalizar una empresa que «aún estando en la UCI, se podría salvar».
Sea como sea, lo que sí está claro es que detrás de los números hay familias, muchas de las cuales, dependen exclusivamente de Nissan. Patricia ha contado la aportación que están haciendo los trabajadores para sufragar el salario de las personas que trabajan en Montcada. Sin embargo, para algunos el esfuerzo económico es aún mayor, ya que que todos los ingresos que entran en la familia dependen de la misma empresa.
«Hay verdaderos dramas familiares. Parejas que se han embarcado en préstamos que ahora no pueden afrontar, familias con hijos cuya única fuente de ingresos es Nissan o compañeros con más 45 o 50 años que lo tendrán bastante difícil para encontrar un nuevo empleo». Hay tantas historias como queramos conocer dentro de esta lucha que, aunque no parece tener solución, si se pierde no será por no haberla sudado.