Los ajustados resultados del 23-J colocan al Rey ante una situación complicada. Feijóo cuenta con el respaldo firme de al menos 171 diputados, el mismo número con que podría contar Sánchez suponiendo que los diputados de Sumar (31), ERC (7), EH-Bildu (6), PNV (5) y BNG (1) decidieran sumarse a los 102 diputados del PSOE y a los 19 del PSC. En el caso de Sumar, hay pocas dudas de que Díaz y Colau respaldarán con sus 31 diputados a Sánchez, quien seguramente le habrá ofrecido a Díaz, además de continuar como vicepresidenta, dos o tres ministerios para reeditar el gobierno de coalición de la pasada legislatura.
La presencia de Díaz en el gobierno facilita a Sánchez mantener un diálogo fluido con los independentistas de ERC y EH-Bildu quienes, además de compartir con Sumar una marcada inclinación a estatalizar la economía, se sienten cómodos al contar en el gobierno del Estado con una fuerza política como Sumar-Podemos-En Comú que, según el propio Otegui, defiende «la plurinacionalidad y el derecho de autodeterminación». Vamos a examinar con más detalle las posiciones de cada uno de los potenciales avalistas de Sánchez, comenzando por los que parecen más inclinados a respaldar su investidura.
ERC y EH-Bildu
ERC manifestó tras el 23-J su disposición a respaldar a Sánchez «frente al bloque reaccionario» a cambio de que se conceda la amnistía tanto a los condenados por haber protagonizado el golpe de Estado el 27 de octubre de 2017 en Cataluña, como a los prófugos de la justicia y a otros imputados pendientes todavía de juicio. ERC exige, además, la realización de un referéndum de autodeterminación para decidir si Cataluña se convierte o no en una república independiente. Éstas son sus exigencias de máximos. No obstante, algunos de sus líderes han dejado caer que para echar a andar la legislatura se contentarían empezar una negociación bilateral para condonar los 76.852 millones que la Generalidad adeudaba al Reino de España a 31 de marzo de 2023 y para avanzar en hacia el establecimiento de un cupo, similar al vasco, para eliminar el supuesto ‘déficit’ fiscal de Cataluña. La carta al rey Sánchez la completan las exigencias de transferir al gobierno de la Generalidad la gestión, seguridad y control de fronteras en puertos y aeropuertos, la red de cercanías de Renfe y los establecimiento hoteleros de Paradores en Cataluña. Ahí queda.
El resultado de la negociación está todavía en el aire porque ERC compite con Junts per Catalunya (JxCat) por el electorado independentista y las huestes de Puigdemont últimos no parecen estar dispuestos a contentarse con vagas promesas. Las últimas noticias apuntan a que la negociación con ERC para asegurar al PSOE-PSC la presidencia de la mesa del Congreso va por buen camino, y el precio a pagar por su apoyo pasa por ceder algunos diputados del PSOE-PSC para que ERC pueda tener grupo propio. Gracias a ello, ERC podrá contar con más recursos y sus diputados dispondrán de más tiempo para que el Sr. Rufián pueda deleitar a la parroquia con su amplio muestrario de escupitajos, invectivas y amenazas en el hemiciclo.
Claro que esta primera concesión de Sánchez para asegurarse los votos de ERC en una hipotética investidura no deja de ser una nadería en comparación con las graves consecuencias que tendría condonar la deuda, establecer un cupo para Cataluña, o transferir a la Generalidad competencias que debilitarían la ya muy escasa presencia del Estado en Cataluña y dificultarían su actuación ante una nueva intentona golpista que los dirigentes de ERC no ocultan se producirá en cuanto la situación se torne propicia. A este respecto, conviene tener presente que Junqueras ya advirtió después de obtener los indultos y negociar con éxito sacar del Código Penal el delito de sedición que “la organización de un referéndum no está en el Código Penal” y se mostró una vez más partidario de alcanzar la independencia por todos los medios, sin descartar la vía unilateral.
En el caso de EH-Bildu, la situación ofrece menos dudas. EH-Bildu manifestó nada más conocerse los resultados del 23-J su disposición a investir a Sánchez a cambio de iniciar un diálogo “sin precios en público, ni líneas rojas en público” para “empezar a hablar en privado del problema nacional [vasco y catalán] con absoluta normalidad”. A diferencia de ERC y JxCat que declararon la independencia de Cataluña, EH-Bildu no ha dado pasos en falso y puede permitirse continuar con la vía gradualista y defender su respaldo a Sánchez sin miedo a que el PNV pueda acusarlo de autonomista. El peligro de los herederos de ETA radica precisamente en la opacidad de la negociación, ya que si bien no habrá precios ni líneas rojas en público desconocemos lo que exigirán a Sánchez en privado y los compromisos que éste adquirirá.
El extraño caso de los herederos de Arana
El PNV, por su parte, descartó rotundamente la posibilidad de apoyar a Feijóo nada más conocerse los resultados del 23-J y volvió a reafirmarse en su negativa a negociar cuando Vox anunció que renunciaba a formar parte de un hipotético gobierno presidido por Feijóo para facilitar su investidura. En cuanto a Sánchez, el PNV se limitó a urgirle a negociar en privado, cómo no, su investidura. La radicalización del PNV en su fútil intento por superar a EH-Bildu recuerda al paso que dio Convergencia Democrática de Catalunya cuando abrazó abiertamente el soberanismo y la creación de un estado propio en el congreso de Reus en 2012 para ponerse al frente del movimiento independentista en un intento fútil de desbancar a ERC.
Hace unos días, ante unas docenas de fieles del PNV se reunieron bajo la sombra alargada de la estatua del racista Sabino Arana. Ortuzar, presidente del PNV, celebraba el centésimo vigésimo octavo aniversario de su partido declarando «que nadie dude que el PNV sigue aquí de pie y con fuerza para seguir liderando a este pueblo hacia la libertad». Eguibar, presidente del Buru Batzar en Guipúzcoa, lo expresó con más claridad en un acto similar celebrado en Mutriku el 31 de julio: «la cuestión nacional vasca es lo que hace que se cree el Partido Nacionalista Vasco; el objetivo político es la constitución de un estado vasco que nos una a todas las vascas y los vascos». Con diez años de retraso respecto a los herederos de Pujol en Cataluña, el PNV parece haber decidido pisar el acelerador preocupado por el ascenso electoral de EH-Bildu, al que afea que «unos buenos resultados electorales deberían ser gestionados con menos soberbia y más respeto», y pretende, como Mas hiciera en Cataluña a partir de 2012, ponerse al frente de quienes reivindican la independencia de El País Vasco, con resultados desastrosos para Mas y la propia CDC.
El rechazo del PNV a respaldar la investidura de Feijóo y su apoyo condicionado a Sánchez, al igual que en los casos de ERC y EH-Bildu, no pasa de ser la constatación de que con un gobierno en La Moncloa tan débil como el de la pasada legislatura les resultará más fácil extraer nuevas concesiones políticas y más recursos e inversiones. Las primeras socavarán aún más los cimientos del orden constitucional y las segundas debilitarán económicamente al resto de España. Porque, como subrayaba Eguibar en Mutriku, «la voluntad popular no debe quedar acotada por una norma [la Constitución] que se presenta como inmutable». Ya se sabe: para los dirigentes del PNV lo único inmutable y sólido en este mundo fugaz y traidor es la figura del racista Sabino Arana, fundador y ángel guardián de su partido.
La negativa del prófugo
Queda por último conocer la posición de JxCat, el partido liderado por Puigdemont, prófugo de la Justicia española desde que protagonizó el golpe de Estado el 27 de octubre de 2017 cuando presidía el gobierno de la Generalidad de Cataluña. Al serle retirada la inmunidad por la Eurocámara, decisión ratificada por sentencia del Tribunal General de la UE (TGUE) el 5 de julio de 2023, la vergonzosa situación del prófugo pende de un hilo y la amnistía es su única posibilidad de evitar ser juzgado en España y seguir vivo en política a medio plazo. Y aunque aseguró a sus fieles que la decisión del TGUE no afectaría a su actividad parlamentaria ni siquiera se atrevió a viajar a Estrasburgo para participar en el pleno del Parlamento Europeo unos días después.
En una entrevista al diario Ara seis días antes del 23-J, Puigdemont afirmó que «no se puede avanzar con un tío al que no le compraría un coche de segunda mano», y afirmó taxativamente que «Pedro Sánchez no será primer ministro con los votos de Junts». Si cumple o no su palabra está por ver. Las noticias que llegan del prófugo presidente del consejo para la república, cargo para el que fue reelegido el 5 de noviembre de 2022, confirman su exigencia de máximos frente a la blandura republicana: o PSOE y PSC se avienen a negociar la amnistía y el referéndum de autodeterminación, o Sánchez no será investido con los votos de JxCat. Puigdemont quiere dejar grabada en las almas independentistas con fuego indeleble «que seremos más puros y esencialistas que ERC». Obviamente, ni siquiera el dadivoso Sánchez puede asumir semejantes exigencias sin riesgo de provocar una revuelta en el PSOE.
Pendientes de un hilo
Como la muy republicana ERC ya ha manifestado su intención de no acudir a la cita con «Felipe de Borbón» (Rufián dixit), y como Jxcat, EH-Bildu y el BNG tampoco parece que vayan incurrir en tal debilidad, el PNV será probablemente el único de los potenciales avalistas de Sánchez con varios escaños que habrá comunicado su posición al Rey cuando Sánchez acuda a la cita en La Zarzuela. Con independencia de lo que Sánchez pueda asegurarle, el Rey sabrá que sólo cuenta con el respaldo de 152 diputados del PSOE, PSC y Sumar, cifra que podría estirarse hasta 157 sumando los 5 diputados del PNV. Incluso concediendo cierto crédito a las noticias sobre los posicionamientos favorables de ERC (7), EH-Bildu (6) y BNG (1), Sánchez sólo contaría con 171 votos favorables en el mejor de los casos, el mismo número con que contará Feijóo, último en acudir a la cita con el Rey, si bien en este caso los apoyos Vox (33) y UPN (1) estarían confirmados.
El Rey tendrá que sopesar la solidez de los potenciales respaldos de Feijóo y Sánchez antes de designar el candidato. Así las cosas, el único escaño de Coalición Canaria (CCa) podría resultar decisivo para romper el empate a 171 y decantar la balanza. Pero más allá de la aritmética parlamentaria, el Rey tendría también que valorar las inasumibles condiciones impuestas a Sánchez por sus potenciales avalistas: realizar sendos referéndums de autodeterminación en El País Vasco y Cataluña que abrirían el paso a la independencia de ambas Comunidades. La buena noticia es que, si CCa se decantara en favor de Feijóo y Junts se mantuviera firme en su rechazo, Sánchez no resultaría investido, y la mala noticia es que la investidura de Feijóo pende de que algunos diputados del PSOE se abstengan, como ya ocurrió en 2016.
Ojalá la sensatez se imponga y se abra una etapa de colaboración entre los dos grandes partidos para abordar las cuestiones que importan: política exterior, seguridad, inmigración, justicia, sanidad, educación, cambio climático, impuestos, gasto público, déficit y deuda. La inmensa mayoría de los españoles así lo desea y la economía española lo necesita con urgencia. En manos de Feijóo y Sánchez está recuperar el espíritu de la Transición y hacerlo realidad en esta legislatura. La pelota está en el tejado de Sánchez.