Las elecciones del 23-J nos dejan un escenario endiablado. Tras el recuento del voto exterior, los 350 escaños del Congreso pueden agruparse en 5 categorías:
1.Derecha (PP+UPN+CC): 139
2.Izquierda (PSOE): 121
3.Extrema Derecha (VOX): 33
4.Extrema izquierda (SUMAR): 31
5.Independentistas (ERC, JxC, Bildu, PNV, BNG): 26
En varios casos, la Extrema derecha, la Extrema izquierda y los Independentistas no se caracterizan por su adhesión a la Constitución. Ni siquiera a la economía de mercado. Por eso, en un país con políticos responsables, el Gobierno surgido de estas elecciones sería de coalición entre la Derecha y la Izquierda. Desgraciadamente, no es éste el caso de España.
Para ser investido Presidente hay que conseguir 176 votos. El único que lo va a conseguir es el PSOE. Pactando con SUMAR llega a 152 votos. Le faltan 24. Para conseguirlos necesita el voto favorable de ERC (7 votos), JxC (7), Bildu (6) y PNV (5). Podría prescindir del BNG (1).
Esto parece una re-edición del Frankenstein que nos gobierna desde las pasadas elecciones de noviembre de 2019. Pero no es exactamente así. Tras las elecciones de noviembre de 2019, el PSOE y la Extrema izquierda sumaban 158 escaños. Necesitaban 18 más. Y los conseguían pactando con algunos independentistas como ERC (13) y el PNV (6). No le hacía falta JxC (8) ni siquiera Bildu (5). Bildu podía venir bien si fallaba el PNV. Pero JxC era prescindible por completo. Y así ha sido durante estos 4 años.
Ahora, la cosa es diferente. La suma del PSOE y la Extrema izquierda ha perdido 6 escaños. ERC ha perdido también 6. Ello implica que PSOE y Extrema izquierda necesitan forzosamente los votos a favor de todos los independentistas, sin ninguna excepción. Hay que conseguir el acuerdo de todos ellos, incluido un prófugo de la justicia como Puigdemont. Y no sólo para la investidura sino para los Presupuestos y todas las Leyes. Terrible.
La situación es paradójica porque el independentismo catalán ha cosechado muy malos resultados: 954.000 votos (un 17,6% del censo), frente a lo que consiguió en noviembre de 2019: 1.652.000 votos (un 29% del censo). Pese a tal desplome, son más decisivos que nunca para gobernar España.
QUÉ IMPLICACIONES TENDRÁ ESTO PARA LA ECONOMÍA
Así pues, estamos abocados a un Frankenstein corregido y aumentado. No es mi negociado valorar lo que eso puede significar desde el punto de vista político y constitucional. Ya veremos. Lo que me toca es valorar lo que eso puede significar desde el punto de vista económico.
Se puede pronosticar, tal como anunciaba el PSOE en su Programa Electoral, que habrá continuidad con la política económica seguida hasta ahora, considerada totalmente exitosa por Pedro Sánchez. Insistirán en la responsabilidad fiscal, la justicia social y la modernización, reforzando su carácter verde, digital, sostenible e inclusivo. O sea, más de lo mismo. Pero nos tememos que esto no nos va a servir pues la situación económica es muy diferente y está empeorando. Veamos.
1.LA ECONOMÍA ESPAÑOLA NO VA COMO UNA MOTO
En el 2º trimestre de 2023 el crecimiento de nuestro PIB se ha frenado: en interanual ha crecido un 1,8% (en el 1er trimestre fue un 4,1%).
Hay mejora en el empleo, pero esto no se traduce en un incremento correlativo del PIB. ¿Por qué? Sencillamente, porque el número de horas trabajadas no aumenta. Trabajan más personas, pero la tarta a repartir aumenta muy poco. A eso se debe la pobreza de los salarios.
En los últimos años España se está alejando de la media del área euro. En 2005, el PIB per capita, en términos reales y de paridad de poder de compra, era sólo un 9% inferior a la media europea. En 2019, antes de la pandemia, esa brecha era de un 13%. En 2022 era de un 17%. Fatal. Son datos del Banco de España. La mejor prueba de esto es que no hemos recuperado el PIB del 2019 hasta el segundo trimestre de 2023. Somos los últimos de la fila.
¿A qué se debe esto? Sencillamente, a los problemas estructurales de la economía española: baja productividad, baja tasa de empleo, pocas empresas medias-grandes, escasa formación en empresarios y trabajadores y organización empresarial manifiestamente mejorable. En España tiene que trabajar mucha más gente y tiene que trabajar mejor.
Esto no se arregla continuando con la política económica seguida hasta ahora. Hacen falta medidas de impacto. Que sólo pueden tomarse mediante Pactos de Estado entre Partidos, Autonomías, Empresarios y Sindicatos, diseñando, con seriedad y a largo plazo, las mejoras de la productividad y el aumento del empleo.
2.LA SITUACIÓN DE NUESTRAS CUENTAS PÚBLICAS ES LAMENTABLE
A final de mayo de 2023, la Deuda Pública española alcanzó 1,542 billones de euros, un 113% del PIB. En estos somos colegas de Francia, Italia, Portugal y Grecia.
Desde que Pedro Sánchez alcanzó la Presidencia del Gobierno, hasta mayo de 2023, la Deuda se ha incrementado en 376.000 millones de euros. Son 209 millones de más Deuda cada día. Esto ha sido posible por las catástrofes de la pandemia y de la guerra, que ha motivado la barra libre de gasto, las grandes compras de Deuda por el BCE y los bajísimos tipos de interés. Pero esto se ha acabado.
Nuestro Déficit tampoco tiene buena cara. En 2022 tuvimos un 4,8% (64.000 millones). Hemos prometido bajarlo al 3,9% en este 2023 y al 3% en 2024. Eso supone una disminución de 20.000 millones. Habrá que aumentar ingresos o recortar gastos. Y no podemos quedarnos en el 3%.
3.LOS TIPOS DE INTERÉS ESTÁN SUBIENDO MUCHO
Este jueves el BCE ha aumentado los tipos en un 0,25% hasta situarlos en el 4,25%. Esta subida se trasladará de inmediato al Euribor a 12 meses, principal referencia de los préstamos hipotecarios. Esto implica lo siguiente:
a)El BCE sube los tipos para deprimir la actividad económica y atajar la inflación. Es evidente que, al encarecerse los préstamos, disminuye la inversión empresarial y la creación de empleo. Ya se está viendo en Alemania.
b)Los intereses a pagar por nuestra descomunal Deuda seguirán subiendo. El Bono español a 10 años ya paga el 3,50% (al final de 2021 era el 0,57%). Es un tipo muy parecido al de las Letras del Tesoro. Todo lleva a pensar que en 3-4 años los intereses a pagar se van a situar en el entorno de los 60.000 millones (cifra parecida al presupuesto de Educación). Es el doble que ahora.
c)Los hipotecados a tipo de interés variable (la inmensa mayoría) van a seguir sufriendo aumentos muy fuertes en la cuota a pagar.
4.HAY QUE VIGILAR LA INFLACIÓN
La guerra de Ucrania sigue ahí y no se le ve solución a corto plazo. Es un factor de incertidumbre brutal. Sus efectos sobre la inflación han sido demoledores: el IPC interanual en el área euro, a final de junio, era el 5,5%. Sigue siendo muy alto. En España estamos bastante mejor: el IPC adelantado de julio es el 2,3% (1,9% en junio). El dato es excelente, aunque la inflación subyacente se resiste a bajar. Hay que vigilar esto.
5.BRUSELAS NOS VA A APRETAR LAS TUERCAS
A partir del 1 de enero de 2024 se acaba la barra libre de gasto. Bruselasimplantará nuevas reglas fiscales basadas en una rigurosa disciplina presupuestaria: déficits por debajo del 3% y Deuda Pública tendiendo al 60% del PIB. Hay que recortar gastos y recaudar más. Esto será fuerte.
6.EL MAPA AUTONÓMICO HA CAMBIADO RADICALMENTE
Las elecciones del 28 de mayo han dejado un mapa de poder totalmente diferente al anterior, en Autonomías, Ayuntamientos y Diputaciones. El PSOE sólo controla dos Autonomías: Asturias y Castilla La Mancha. Salvo Cataluña y País Vasco, todas las demás autonomías están en manos del PP (en coalición con VOX en algunos casos). Este es un factor diferencial importante respecto a la situación anterior. Decisivo para configurar el nuevo sistema de financiación, el reparto de los Fondos Next Generation, la política de vivienda…
LA ÚNICA SOLUCIÓN: REDUCIR EL DÉFICIT Y ESTIMULAR LA ECONOMÍA
Es forzoso reducir el Déficit. Pero estimulando la economía. Difícil papeleta. Para reducir el Déficit no es posible rebajar la presión fiscal. Para estimular la economía no es posible aumentarla. Y hay que mantener el Estado del Bienestar, es decir, pagar las pensiones, la sanidad y la educación. La única solución es crear millón y medio de empleos nuevos.
Para crear esos empleos es imprescindible que exista un clima de confianza, seguridad y empatía, que anime a los empresarios españoles y extranjeros a invertir y crear empleo. El papel del Gobierno es crear ese clima. ¿Lo hará el nuevo Gobierno? Por lo visto hasta ahora, tiene mucho que mejorar en esta asignatura.
TODO SERÍA MENOS DIFÍCIL CON PACTOS DE ESTADO
Las medidas a tomar para reducir el déficit no van a ser fáciles. Un buen ejemplo es el peaje que piensan imponer para circular por las autovías. Increíble.
De entrada, a partir de 1 de enero de 2024, habrá que restablecer el IVA al 21% (en lugar del 5%) en la factura de la luz y del gas. Y volver a exigir el Impuesto sobre la Electricidad al 5,11% (en lugar del 0,5%). Lo mismo con el Impuesto sobre el Valor de la Producción Eléctrica al 7% (en lugar del 0%). Habrá que volver al IVA al 4% (en vez del 0%) en los alimentos básicos. Y al IVA al 10% (en lugar del 5%) en aceites y pastas. Y habrá que terminar con las ayudas al gasóleo de la agricultura, ganadería y transporte. Y con la subvención a los viajeros del transporte urbano e interurbano. Y muchas más cosas.
Si no crece mucho la inversión y la creación de empleo, el nuevo Gobierno lo va a pasar mal. Se ha terminado el recurso a más gasto y más Deuda.
Todo esto sería menos difícil con Pactos de Estado entre Partidos, Autonomías, Empresarios y Sindicatos. Necesitamos grandes Pactos. Para luchar contra el Déficit. Por la productividad y la formación. Por la Vivienda. Por el Agua. Por la Financiación Autonómica.
Seguir como hasta ahora no sirve.
Pero pensar en esos Pactos es soñar despiertos.