Fundador y presidente de la Barcelona Drucker Society, Xavier Marcet preside la consultora de innovación estratégica Lead To Change, con oficinas en Barcelona, Boston y Santiago de Chile y, entre otros, con clientes como HP, Sony, Repsol, Agbar, Seat, Telefónica, Caixabank, Laboratorios Esteve, Universidad de Oxford o el Gobierno de España. Es profesor del postgrado en Innovación y Design Thinking de BSM-UPF. Llevamos a cabo esta entrevista en la oficina de uno de nuestros más indiscutibles referentes empresariales en las áreas de estrategia, gestión de la innovación, gestión del emprendimiento y comunicación corporativa, que un día fue experto en pintura del Quattrocento. El inicio del Renacimiento.
¿Qué significó el Quattrocento para la humanidad?
Fue un espejo de la naturalidad y de la espontaneidad de las personas. Una visión terrenal de la pintura, la arquitectura o la escultura, cuando, anteriormente, solo tenían sentido si te llevaban a Dios. El Quattrocento reivindica lo que, décadas después, llamaríamos humanismo.
Habla de ello con conocimiento de causa
Durante un tiempo fue muy importante para mí. Yo escondía un poco esta pasión, porque creía que las empresas no me iban a tomar en serio. Ahora, es una gran fuente de inspiración para mí. Desde que me di cuenta que podía mirar el mundo de la empresa sintiendo un rastro de mi mirada en el mundo humanístico.
¿Por ejemplo?
La pintura renacentista es la capacidad de entender de una forma más o menos rápida un contexto complejo, unas técnicsa de expresión y algo que he encontrado mucho en la empresa: entender que el todo está por encima de las partes.
Si inteligencia artificial fuera dogma religioso ¿monopolizaría la innovación?
La innovación desafiará a la inteligencia artificial, porque hay cosas que no son previsibles, ya que tienen que ver con factores que no se basan en datos. Por ejemplo: las contradicciones no se basan en datos. Y hay fenómenos sociales que no se entienden sin contradicciones.
¿Es la nuestra una etapa disruptiva?
Estamos entrando en una etapa muy interesante, donde tenemos que encontrar un punto de equilibrio entre las tecnologías punta, como la inteligencia artificial y el papel de las personas. Pero este mundo aún no ha llegado, estamos sólo empezando a entreverlo.
¿Como visiona el nuevo mundo que llega?
Yo veo, cada día más, que la suma de la inteligencia artificial, la robótica y la automatización sofisticada permitirá soluciones que eran inimaginables. Pero una vez las hayamos absorbido, la auténtica diferencia será el poner en el centro a las personas.
Un poco como pasó con Internet…
Si, de alguna forma esto es algo que ya hemos vivido. Ahora, tener una página web ya no es una ventaja competitiva, aunque, en su momento, parecía una disrupción.
¿Cuál sería la clave hoy por hoy?
Para mí, en estos momentos, la clave es cómo conseguir que la gente piense. Porque todo parece diseñado para no pensar. Haces una búsqueda y Google te da los resultados. Haces una pregunta, y te la responde ChatGPT….
Más que nunca, ¿pienso luego existo?
Sólo si piensas, podrás poner la tecnología a tu favor. Si no piensas, la tecnología nos llevará a todos al mismo sitio, a un mimetismo que no será competitivo: será más de lo mismo.
¿Cómo lo aterrizamos en el mundo de la empresa?
Estos días estaba en una escuela de negocios hablando con el equipo directivo y les decía precisamente esto: el factor crucial es cómo poner la semilla a la gente para que piensen por ellos mismos. Porque su fuente de competitividad es su capacidad de pensar y de aplicar lo reflexionado.
Pensar y aprender…
Lo podríamos extender al trinomio aprender, pensar e innovar. Todas ellas son funciones que hacemos las personas, que no se basan en datos. Y es que lo del machine learning es otra cosa. El big data pondrá el perímetro, pero la diferencia será small data, las personas.
Las personas podemos contextualizar…
Somos capaces de sumar muchas cosas. Tenemos capacidad de análisis, le podemos sumar pensamiento sistemático para entender contextos, podemos añadir pensamiento crítico y también incorporar una cierta intuición.
¿Es una de sus líneas de trabajo actuales?
Si, lo que estoy escribiendo, que espero sea mi próximo libro, tiene este hilo conductor. El valor competitivo tendrá que ver con cómo somos capaces de utilizar las máquinas para algunas cosas, pero en aquello en lo que nos queramos diferenciar, necesitaremos pensar.
¿Quizás algún día las máquinas llegarán a contextualizar?
Es posible, aún nos falta mucha información. Yo voy a menudo a Boston, tengo relación con el MIT, y me encuentro de todo. Desde quien cree que la inteligencia artificial se ha de controlar, porque tendrá una potencia extraordinaria, similar o superior a la humana, hasta quien dice que no sobrepasa la inteligencia de un perro espabilado.
Que tampoco es poco…
¡Un perro espabilado es muy espabilado!
Se diría que ahora estamos en una fase apocalíptica
Son cosas muy pendulares: hace cuatro dias eran noticias muy positivas, ahora son muy negativas, es el fin del mundo… hace falta un punto de equilibrio. Hay cosas con las que habrá que ir con mucho cuidado, y otras en las que se salvarán vidas, como en el sector de la salud.
¿Y para la empresa?
La dificultad técnica en el mundo de la empresa, sea grande, mediana o pequeña, es la calidad de los datos, que son el carburante para un coche tan potente como la inteligencia artificial. Está pasando en programas de Business Intelligence, como el Power BI. Necesitamos una conciencia…
…data driven?
¡Exacto! Una conciencia orientada a los datos. Lo primero, es tener los datos bien. A partir de ahí, tendremos elementos de predicción, de prescripción, de personalización y de simulación, que pueden llegar a ser muy potentes.
En cualquier caso, usted parece optimista.
No soy más optimista ni pesimista de lo que lo soy, en general, respecto a la condición humana. El desarrollo de la innovación y el final del camino de la inteligencia artificial tienen que ver con la condición humana, no con la tecnología.
¿Tecnológicamente, agnóstica?
Tenemos que sacar lo mejor y protegernos de lo peor, como ya pasó con las tecnologías nucleares y con otras tecnologías. Lo que a mi me preocupa, y es un gran reto, es cómo concretar este universo para satisfacer las necesidades, los problemas y las aspiraciones de mis clientes.
Siempre insiste en la capacidad de concreción…
Es fundamental. Hay mucho ruido sobre tecnologías, que ha sido creadas y son utilizadas por grandes corporaciones, pero de lo tenemos que ser capaces es de aterrizarlas en nuestro tejido industrial, ver lo que es grano y lo que es paja, en qué es adecuado invertir y en qué no.
¿Cuáles son nuestros puntos fuertes?
El tejido industrial catalán es muy interesante. Sin él, no se entiende el país de ninguna manera. Hemos tenido una base industrial de un 70%, que ha pasado a ser menos del 20% hoy. Pensemos que la industria ha sido siempre el gran reequilibrados social. Y algo muy relevante: muchas de las empresas con las que trabajamos, mantienen un enraizamiento con el territorio. Por ejemplo, que Simón mantenga una de sus grandes plantas en Olot, sólo se entiende por el peso de lo territorial.
¿Qué implica esto?
Es muy importante que haya un componente territorial en las decisiones estratégicas en las empresas. Porque dar buenos resultados no es opcional: si estás 2 o 3 años dando malos resultados, todo se acaba. Pero la forma como das los resultados sí que es opcional.
¿Necesitamos mantener estas empresas?
Sin duda. En un momento en el que el gran riesgo es que las mejores empresas de base industrial, medianas o grandes, sean compradas por fondos de inversión, cuya prioridad es definir cómo se puede vender de nuevo la empresa en poco tiempo.
¿Es un problema europeo?
Europa es la parte del mundo más equilibrada en este sentido, y necesitamos recuperar factores de equilibrio. Las grandes empresas te dirán que lo territorial tiene un peso, pero es retórica. Y si hay fondos de inversión, todavía más retórica. Tenemos que seguir creyendo en las oportunidades de Europa, ser competitivos en esta industria de manufactura avanzada 4.0
¿Por qué ha caído el Barça en los últimos 5 años?
Posiblemente, por la autocomplacencia que trajeron los éxitos, seguramente la razón por la que marchó Guardiola. El Barça empieza a perder cuando pierde la humildad.
Sus dos últimos libros son Esquivar la Mediocridad y Management Humanista, este último junto a Javier García. La portada ¿es un cuadro del Quattrocento?
Es el cuadro ”El buen gobierno”, de la transición del Trecento al Quattrocento,