En esta jornada de descanso previa a la celebración de elecciones en doce Comunidades y dos Ciudades Autónomas, así como en todos los municipios españoles, muchos somos los ciudadanos que nos sentimos ya aliviados de ver el final de una campaña desnaturalizada, embarrada y sobrecargada de promesas que poco o nada tienen que ver con las competencias cuya gestión tienen encomendada quienes figuran en las listas. Mañana, por fin, acudiremos los llamados a depositar nuestro voto en las urnas con la esperanza de disfrutar de un merecido descanso, una suerte de tregua, durante al menos un par de meses.
Un primer motivo de preocupación al que ya me referí en mi artículo de la semana pasada, ha sido la desnaturalización de unas elecciones cuyo único objetivo es elegir los órganos de gobierno de Comunidades y Ciudades Autónomas y Ayuntamientos. Los líderes de los principales partidos nacionales se han esforzado en convertirlas en una suerte de plebiscito sobre la gestión de los gobiernos presididos por Sánchez, tanto que algunos candidatos del PSOE se las han visto y deseado para marcar distancias con su todopoderoso líder, y hasta han llegado a manifestar abiertamente, incluso en presencia del propio Sánchez, su disconformidad con los pactos y acuerdos alcanzados con EH-Bildu y ERC durante esta funesta XIV Legislatura.
Si los barones díscolos consideran realmente que algunos partidos «están condicionando la política española», algo deberían haber hecho ya para evitarlo
Pelillos a la mar. Como acertadamente me apuntaba un buen amigo, algunos de esos candidatos socialistas aparentemente tan escrupulosos, que dicen rechazar y hasta sentir repugnancia por los indecentes pactos cerrados por su secretario general con los herederos de ETA y los partidos que declararon la independencia de Cataluña el 27 de octubre de 2017, acaban por excusar los pactos nada más denunciarlos, aduciendo que ellos tampoco pactarían con VOX. No parecen tan discretos barones ser conscientes del disparate que supone equiparar a un partido como VOX, cuyos diagnósticos políticos y soluciones uno puede legítimamente no compartir, con los partidos que tanto han hecho por acabar con nuestra democracia, practicando y jaleando el asesinato y la extorsión, en el caso de EH-Bildu, y protagonizando un golpe de Estado desde la Generalidad de Cataluña, en el caso de Junts y ERC. No valen excusas para marcar distancia con Sánchez, porque si los barones díscolos consideran realmente que algunos partidos “están condicionando excesivamente la política española”, algo deberían haber hecho ya para evitarlo.
Otro motivo de preocupación durante esta campaña ha sido la falta de pudor del presidente Sánchez que ha aprovechado casi cada acto electoral a los que ha acudido para anunciar alguna medida que beneficiaba a algún colectivo con cierto peso electoral, anuncios que el Consejo de ministros ratificaba pocos días después. La Junta Electoral Central ha abierto ya varios expedientes sancionadores a la ministra Portavoz del gobierno por ignorar la prohibición de que, en cualquier acto organizado o financiado por los poderes públicos a partir de la convocatoria de elecciones, como es el caso de las ruedas de prensa posteriores a los consejos de ministros, se hagan «alusiones a las realizaciones o a los logros obtenidos por las autoridades públicas”. Menudo ejemplo de escrupulosidad democrática.
Otro motivo de preocupación que ha pasado inadvertido incluso para los partidos constitucionalistas es la falta de pluralidad política efectiva a la hora de votar en algunos municipios
Yendo al fondo del asunto: el Gobierno de Sánchez utiliza sin pudor el dinero de los contribuyentes presentes y futuros para destinarlo a asuntos de tanta enjundia como bonificar los viajes de nuestros jóvenes (y no tan jóvenes) este verano para que conozcan mejor la UE y España, o subvencionar las entradas de cine de los mayores de 65 años. Alguno ha preguntado si subvencionará también las palomitas.Da vergüenza, tanta o más como la que produce constatar la reacción del presidente tras conocerse en los últimos días de campaña varios casos de compra de votos que afectan a candidatos del PSOE en diversas Comunidades y Ciudades Autónomas: despachó el asunto acusando a la derecha de insultar y embarrar la campaña electoral, como si los culpables de la compra de votos fuera la ‘derecha.’ Me pregunto qué habría dicho Sánchez de haberse conocido que la compra de votos afectaba a cargos o militantes del PP o VOX.
Otro motivo de preocupación que ha pasado inadvertido incluso para los partidos constitucionalistas es la falta de pluralidad política efectiva a la hora de votar en algunos (demasiados) municipios de España. Este gobierno tan preocupado últimamente por hacer efectivos algunos derechos constitucionales, como el derecho a una vivienda, debería plantearse qué puede hacerse para que, en algunos distritos electorales en El País Vasco y Cataluña, zonas políticas tensionadas, los ciudadanos puedan votar opciones políticas constitucionalistas. En Cataluña, por ejemplo, muchos Ayuntamientos viven bajo los efectos de la resaca del golpe de Estado de 2017, con las instituciones municipales copadas por los dos partidos que protagonizaron el golpe: Junts y ERC.
Se trata de municipios donde sólo se puede votar a partidos descaradamente contrarios al orden constitucional y a los ciudadanos les conviene no llamar en exceso la atención
Lo normal en esos lares es que en la rotonda de entrada al municipio ondee la bandera estrellada (incluso a la vista del colegio electoral) y resulte bastante arriesgado para cualquier ciudadano reclamar la neutralidad de las instituciones municipales en una atmósfera política altamente enrarecida. Se trata municipios donde sólo se puede votar a partidos declaradamente contrarios al orden constitucional y a los ciudadanos les conviene no llamar en exceso la atención para evitar ser señalado por los intérpretes de la voluntad del ‘pueblo’. La situación debe resultar incluso mucho más asfixiante en infinidad de municipios de El País Vasco y Navarra donde la extorsión y la violencia durante décadas han dejado su impronta en una sociedad atemorizada.
Con el desasosiego que me produce la falta de opciones políticas constitucionalistas en mi circunscripción electoral, me reservo decirles a quien votaré mañana y me conformo con trasladarles mi alivio por llegar a la estación término de esta tan poco edificante fiesta de la democracia.