El Cercle d´Economia es una asociación cívica catalana, muy representativa del tejido empresarial, de la que forman parte 1.250 socios y 105 entidades colaboradoras. Desde una perspectiva plural e independiente, es un prestigioso centro de debate, opinión y promotor de iniciativas sobre la realidad económica y empresarial catalana. Su presidente actual es Jaume Guardiola (Consejero-Delegado de Banco Sabadell desde 2007 a 2020).
El pasado 22 de mayo el Cercle emitió una Nota de Opinión sobre Retos y Prioridades en tiempos de transición global, muy digna de ser tenida en cuenta. Vamos a resumir lo que dice sobre Barcelona y Cataluña.
HAY QUE PROMOVER EL CONSENSO Y LA GESTIÓN COMPETENTE
La Nota comienza lamentando la polarización general y la falta de consenso entre los principales partidos en materias tan básicas como la justicia, las pensiones o la vivienda. Pese a todo, opina que en Cataluña se está superando la dinámica de bloques de los últimos años, aunque hay que priorizar mucho más la gestión competente como garantía del refuerzo necesario del autogobierno.
EL AYUNTAMIENTO DE BARCELONA TIENE QUE MEJORAR
Tras las elecciones del domingo, el Ayuntamiento de Barcelona tiene que dejar de poner obstáculos a la alianza público-privada porque se ha demostrado que las condiciones de vida del conjunto de la ciudadanía mejoran cuanto esta relación es leal y confiada.
La ciudad de Barcelona ha demostrado una resiliencia notable a la hora de afrontar las crisis encadenadas de los últimos años. La imagen internacional de la ciudad, que sigue siendo muy buena, se ha mantenido, como lo evidencian la capacidad de atraer grandes acontecimientos, recuperar los niveles de turismo previos a la pandemia y captar un volumen considerable de inversiones y de capital humano muy vinculado a la tecnología y a la economía del conocimiento.
Pero, bajo esta capa de bonanza, la ciudad sufre problemas estructurales. El encarecimiento del precio de la vivienda dificulta cada vez más acceder a ella y, en consecuencia, expulsa progresivamente a los jóvenes barceloneses de su ciudad. Y hay una percepción notablemente extendida del deterioro de servicios básicos, como el transporte, la seguridad o la limpieza. Los próximos cuatro años de mandato municipal serán cruciales para enderezar estos problemas y mejorar la calidad de vida que ofrece la ciudad.
ES MUCHO MEJOR CONTAR CON LA INICIATIVA PRIVADA
Durante los últimos años, el sector privado a menudo ha vivido bajo sospecha en Barcelona. El Ayuntamiento ha visto con recelo muchos de los proyectos provenientes de la iniciativa privada, y son muchos los sectores, empresariales y de la sociedad civil, con los que no se ha contado de manera suficiente. Eso tiene que cambiar. Vivimos en un entorno cada vez más complejo, que no admite soluciones simplistas y en el que la colaboración entre todos los agentes implicados es esencial. Hay que huir del dogmatismo que pretende que el sector público lo puede todo o que el mercado solucionará por sí solo los problemas. Las soluciones complejas que necesitamos requieren la colaboración entre el Ayuntamiento y el sector privado, en un entorno estable y de confianza mutua.
LA TRANSFORMACIÓN DE LA TRAMA DEL EIXAMPLE
El cambio urbanístico más importante en la ciudad es la transformación de la trama del Eixample. Inicialmente, por medio de las superislas, y más recientemente con los ejes verdes. Es una redefinición del Plan Cerdá. Los objetivos que se persiguen son compartidos ampliamente: aumentar los espacios verdes y reducir los vehículos contaminantes. Desgraciadamente, esta iniciativa tan relevante se ha llevado a cabo sin el consenso necesario y con una dotación insuficiente de transporte público para los ciudadanos de la corona metropolitana. Y, tal como se va ejecutando, el impacto en las calles afectadas, en términos de congestión, contaminación y ruido, es muy dispar: algunas mejoran mucho mientras que otras empeoran notablemente. La transcendencia de esta intervención urbanística nos lleva a reclamar más debate, análisis y consenso antes de emprender nuevas acciones.
LA DECADENCIA ECONÓMICA DE CATALUÑA
Vista con perspectiva, en los últimos años la evolución de la economía catalana es preocupante. En 2021 el nivel de renta per cápita en términos reales era muy parecido al del año 2000. Este estancamiento resulta más preocupante si se tiene en cuenta que durante este período Cataluña ha perdido posiciones relativas respecto a España y Europa. En el año 2000 la renta per cápita en Cataluña era un 24% superior a la española y una 20% superior a la media de la UE. En 2021 estos porcentajes se habían reducido al 17% y al 1% respectivamente.
Desde los inicios del siglo XXI ha habido un estancamiento absoluto del nivel de vida y un declive en relación con España y Europa. Y aunque las cifras de 2022, que han sido buenas, puedan suavizar un poco estas tendencias, el diagnóstico de fondo no cambia.
Esta pérdida de terreno en relación con nuestro entorno también se manifiesta en el hecho de que a Cataluña le cuesta generar puestos de trabajo de calidad. Hay muchos trabajadores jóvenes y de mediana edad, altamente cualificados y con ganas de progresar, que no encuentran en Cataluña un trabajo adecuado a sus aspiraciones.
La fuga de empresas, sobre todo de las más grandes, a raíz del procés ha agravado este problema. Lo más preocupante no es sólo el impacto directo de esta salida sino también el efecto reputacional que supone, que penaliza a Cataluña en la localización de centros de decisión empresariales. El retorno de estas empresas sería así doblemente positivo para Cataluña, pero es a la Generalitat a quien corresponde crear las condiciones para que sea posible.
EL DETERIORO PROGRESIVO DE SERVICIOS SOCIALES BÁSICOS
La mala evolución de la economía catalana ha ido en paralelo con un deterioro progresivo de algunos servicios sociales básicos en Cataluña. La atención primaria en la sanidad y el transporte público, sobre todo Rodalies, son los casos más flagrantes, pero no los únicos. Por eso, hay en Cataluña un nivel importante de malestar que amenaza a la cohesión social y que hay que afrontar con urgencia. La mejora del sistema de financiación de la Generalitat y el aumento sustancial de la inversión efectiva de la Administración Central en Cataluña son necesarias y urgentes.
GRAVES DEFICIENCIAS EN LA GESTIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS BÁSICAS
No todos los males tienen origen externo. Hay deficiencias muy importantes en la gestión de políticas públicas básicas que dependen directamente de la Generalitat: desde el retraso en el despliegue de las renovables (en los últimos 10 años Cataluña ha pasado de ser líder a situarse a la cola en el ámbito español) hasta la falta de infraestructuras del ciclo del agua, los fracasos continuados en Formación Profesional o las carencias en el sistema educativo.
UNA ESTRATEGIA INDUSTRIAL APOYADA POR LAS TRES ADMINISTRACIONES
Hay muchas empresas que ya desarrollan proyectos que pueden dinamizar la economía catalana. Desde la automoción, la alimentación, el sector químico y farmacéutico hasta sectores punteros como la computación o la medicina avanzada. Pero precisan el apoyo de las administraciones para materializarse. Este apoyo requiere liderazgo y coraje para priorizar los grandes proyectos estratégicos y necesita que las tres administraciones (local, autonómica y central) trabajen de la mano y dejen de lado los recelos y el afán de protagonismo que no llevan a ninguna parte. Hay que aprovechar la oportunidad de los Fondos Europeos. Corremos el riesgo de quedar fuera de los grandes proyectos por falta de ambición y visión estratégica, como pasó con la fábrica de baterías que ha acabado instalándose en Sagunto.
EL NUEVO AEROPUERTO ES UN PROYECTO VITAL
De entre estos proyectos estratégicos hay uno que destaca por su impacto: el futuro aeropuerto de Barcelona. Está claro que se necesita aumentar el número de rutas directas a destinos intercontinentales para conectar Barcelona con las zonas más dinámicas del planeta (Asia y la costa oeste de EEUU). Y esto no se puede plantear como un conflicto entre crecimiento económico y medio ambiente. Todo lo contrario: este proyecto constituye una gran oportunidad para mejorar la gestión del ecosistema del delta del Llobregat que hoy se encuentra muy deteriorado.
Este ejercicio de defensa del interés público lo tiene que liderar la Generalitat, con determinación y rapidez, negociando con todos los agentes implicados una solución tan consensuada como sea posible. No hacer nada tendrá un coste de oportunidad astronómico para la economía catalana.