La presidenta suspendida del Parlament y líder de Junts, Laura Borràs, ha echado mano del melodrama a la hora de intervenir este miércoles por última vez ante el presidente del TSJC, Jesús María Barrientos, en el juicio que se sigue en su contra por presuntos delitos de corrupción que se habrían cometido en su etapa como directora de la Institició de les Lletres Catalanes (ILC). El magistrado le ha advertido de que la última palabra no es un momento para pronunciar un discurso pero Borràs ha hecho caso omiso y ha defendido su inocencia en una larga intervención en la que, como se suele decir, no ha dejado títere con cabeza.
La presidenta de Junts ha asegurado que la causa en su contra es «mutante» y que el juicio, que ha concluido este miércoles, se ha llevado a cabo «con malas intenciones«. «Se ha querido dar apariencia de delito donde no hay delito», ha asegurado Borràs. La separatista ha dejado claro que en este turno de palabra tiene derecho a explicar cómo ha vivido los años en los que ha estado investigada y en los que, ha dicho, se ha sentido víctima de una «vulneración de derechos«.
Borràs ha asegurado que ha sido sometida «a un juicio público permanente» y que ha llegado a la sala del TSJC «con la condena ya cumplida». «Se me ha criminalizado y caricaturizado«, ha añadido, «ha habido un especial interés en presentarme como una corrupta. Yo soy una persona íntegra». El juicio, que comenzó hace 10 días, ha quedado visto para sentencia. Durante el mismo, Borràs se ha sentido acorralada. Sobre todo por el testimonio del también acusado Isaías Herrero, amigo de la presidenta suspendida y beneficiario de los contratos que Borràs habría fraccionado irregularmente en la ILC por valor de unos 350.000 euros.