La manipulación de las encuestas de intención de voto es tan antigua como la propia democracia y las próximas elecciones municipales no van a ser una excepción.
Todos los jefes de campaña de los partidos políticos saben muy bien que el objetivo de las encuestas electorales no es informar de la intención de voto, si no influir en el mismo.
La estrategia es siempre la misma. Al partido que se desea favorecer se le da un buen resultado electoral para reforzar la moral de sus votantes, pero no demasiado bueno, para mantener la tensión y evitar la desmovilización. Por otro lado, se reducen las expectativas electorales de los partidos con los que se compite por el voto, a la vez que se inflan los resultados de los partidos antagónicos. De esta forma se refuerza la idea del voto útil: «Podemos ganar, tenemos la responsabilidad de hacerlo (para derrotar al enemigo) y solo nosotros podemos hacerlo».
La técnica para dirigir una encuesta es muy simple: «la cocina». El gran ganador en todos los sondeos electorales es siempre el partido de los indecisos. Así que las empresas que realizan los sondeos tienen que calcular los resultados añadiendo al resultado de voto directo de cada partido, un porcentaje de estos indecisos. Así que simplemente hay que reubicar los votos de estos indecisos en los partidos que se desea favorecer.
Todo ello dando por supuesto que la encuesta sea rigurosa y exista realmente, claro. No son pocas las encuestas «fantasma» directamente inventadas.
Las elecciones municipales en Barcelona no van a ser la excepción y la guerra de las encuestas ya se ha desatado.
Un partido con una imagen de crecimiento en las encuestas, sumará más ilusión y votos, mientras que un partido con imagen de declive, acabará en un círculo vicioso de noticias negativas y generando aún peores resultados
El principal interés mediatico es siempre tratar de conocer al vencedor de las elecciones, así que Collboni (PSC) y Maragall (ERC) ya han ido moviendo sus propias encuestas para posicionarse con la imagen de ganadores. Trias (Junts) y Colau (Barcelona en Comú) tambien han empezado a escenificar su propio relato, en el que se presentan como antagónicos, con encuestas que tratan de atraer los focos mediáticos.
Lo único que sabemos seguro es que no van a ganar los cuatro, así que algo falla en las encuestas. En los próximas semanas iremos viendo más entregas de sondeos reforzando a unos y a otros.
Otro punto de interés de las encuestas es predecir como se distribuirá el voto del centro y de la derecha. Sirera (PP) , Parera (VALENTS), De Oro-Pulido (Vox) y Grau (Ciutadans) rodan cada uno el 5% de intención de voto, que es el porcentaje mínimo para obtener representación. Sumados representan entre el 15% y 20% de intención de voto, que equivaldría a ser segunda o tercera fuerza política. Pero los que queden por debajo el 5% sumarán cero, ya que es el porcentaje mínimo de votos para obtener representación.
Para todos ellos, su posicionamiento en las encuestas será determinante, de cara a ubicar sus posibilidades en el imaginario del electorado y traducirse después en votos reales. Nadie quiere votar a un partido que no obtenga representación, porque equivale a tirar el voto.
Un partido con una imagen de crecimiento en las encuestas, sumará más ilusión y votos, mientras que un partido con imagen de declive, acabará en un círculo vicioso de noticias negativas y generando aún peores resultados. Para todos ellos es clave aparecer con representación en los gráficos de las portadas de los medios de comunicación.
Por último y no menos importante, es que para los medios de comunicación, los sondeos son un medio para convertirse ellos mismos en la noticia. Los quesitos de colores en las portadas, venden periódicos y garantizan menciones y cliks en las redes sociales. Así que todos los medios pugnan por su protagonismo con las encuestas.
El 28 de mayo tendremos la única encuesta real, sin «muestras» ni «cocina». Mientras tanto tendremos que navegar entre las olas del mar de los sondeos.