La confluencia en Barcelona de un gobierno nacionalista en el Parlament y otro de signo populista en el Ayuntamiento han deteriorado considerablemente la imagen de la ciudad. Por una parte, una encuesta hecha publica este mismo mes mostraba que los barceloneses suspendían la gestión municipal de Colau en todos los ámbitos sin excepción. Por otra parte, los indicadores económicos arrojan que la Ciudad Condal se queda atrás en relación a la pujanza de Madrid, declive que la reputada London School of Economics atribuye al desafio secesionista. En este contexto, que la Cumbre hispano-francesa vaya a celebrarse en Barcelona supone un balón de oxigeno para su imagen.
La cita reunirá al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a su homólogo francés, Emmanuel Macron. Se trata de la segunda vez que esta cumbre tiene lugar en Cataluña desde que se empezó a celebrar en 1987, siendo la última vez en Gerona en 2006 —cita que reunió a José Luis Rodríguez Zapatero con Jacques Chirac. En enero, Sánchez y Macron firmarán su primer Tratado de Amistad y Cooperación y tratarán asuntos de la agenda europea, como el llamado H2MED, iniciativa verde que enlazará Barcelona y Marsella mediante un corredor submarino. De momento, ni el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ni la alcaldesa de Barcelona han confirmado su presencia.