Manuel Milián Mestre está rotundamente en contra de reformar el Código Penal ad hominem. Entrevistado por el Punt-Avui, el día 18, afirma que Pedro Sánchez se está cargando la Constitución: «Cuando cambias un Código Penal, cambias las normas básicas de la cultura de la conducta pública y social. Las leyes deben tener una consistencia de durabilidad». Pero ahí está «la dialéctica vaporosa de Pedro Sánchez, que está pervirtiendo la democracia española y la Constitución».
«En estos momentos nadie confia en Pedro Sánchez (…) Miente en todo lo que promete, dice algo y hace lo contrario. No entiendo cómo este país permite esta demolición del sistema, porque se está cargando la Constitución y el sistema.»
Preguntado sobre la oportunidad de una nueva amnistía, responde: «En 1973 se asesinó al jefe de gobierno, Luis Carrero Blanco; en 1975 murió Franco, y en 1976 y 1977 se hizo una amnistía general y los asesinos de Carrero Blanco salieron. Éste es un precedente muy serio; ahora que siempre oí, en la cultura democrática constitucional, que una amnistía general no podía repetirse, se hace una y punto. Y ahora se está haciendo un sucedáneo de amnistía».
«Yo soy partidario de que, cuando se ha hecho una fechoría, debe sancionarse; pero, a partir de ese momento, pro bono pacis. A veces hay que ser piadoso. Las cosas me invitan a decir que hay que ser compasivo, buscar la solución, pacificar los ánimos de la gente, buscar la concordia. Y [para] esta concordia, soy partidario de buscar un tiempo de remisión de los pecados, entre comillas, y, después de eso, perdonar y adiós».
El independentismo necesita un plan
El momento de una amnistía por los hechos del proceso independentista no ha llegado aún. El requisito principal sería el propósito diáfano de no reincidir, y por ahora se mantiene el propósito de reincidir y más o menos de la misma manera. El independentismo, tanto el que llega a acuerdos en mesas negociadoras como el que alimenta esperanzas insurreccionales, encuentra el terreno abonado por la crisis institucional que este fin de año protagonizan el gobierno de España, el Tribunal Constitucional y las Cortes.
Vicent Partal, en Vilaweb el día 19, afirma que España se hunde en el caos, pero el independentismo necesita un plan. El «pero» viene a significar que el caos no sería suficiente para que hacer surgir una nación independiente, aunque es una idea bastante común en ciertos sectores catalanes. Un poco de desarreglo político por allí, un poco de sabotaje en las comunicaciones por aquí, y se consigue la secesión. El anuncio de la decadencia y caída de España ha sido una constante de la propaganda independentista durante décadas.
Aún el pasado día 15, en el mismo Vilaweb, el escritor Miquel de Palol avisa que el caos es posible, si no deseable:
«La gente, todo el mundo, políticos y ciudadanos, han de saber que esto tiene un coste, no es gratis.
»—¿Un coste con muertos?
»—Un coste con muertos. Efectivamente. Con posibles muertos. Que no quiere decir que tengas que ir a matar a nadie, sino que te vendrán a matar a ti. Tendría un coste con un desbarajuste social grave. Habría un problema de infraestructuras, de carencia de alimentos, habría problemas. Sería una guerra».
Palol, que se declara «convencido apologeta de la abstención siempre que hay elecciones», es sin embargo bastante pesimista sobre la cuestión: «Antes de querer tener un estado debes ser una nación, y Cataluña no es una nación, no por culpa de Madrid ni de Bruselas: porque no se ha forjado una entidad colectiva capaz de construir una nación». Y reconoce que en estos últimos años los españoles han hecho lo que tenían que hacer, los catalanes no.
«La historia no se mueve por un mecanismo de buenos y malos. Cada uno tiene sus intereses. España tiene una mentalidad colonial y no quiere soltar a Catalunya por razones económicas y por su constructo ideológico. Han impuesto su discurso. Y para lo que están acostumbrados a hacer históricamente, han sido muy moderados.
»—Quizá también por la presión internacional.
»—Seguramente. Pero el mismo Primero de Octubre, en otra época, podía resolverse tranquilamente con veinte muertos, treinta, cuarenta. Nadie ha matado (…) Quienes no han hecho lo que tenían que hacer son los catalanes. Se han embarcado en una historia que tiene el pecado original de desconocer al enemigo».
Partidos inequívocamente republicanos
En opinión de Partal, ante la inestabilidad institucional que estamos padeciendo, la cuestión importante es «cómo ha de reaccionar el independentismo para conseguir la independencia», puesto que «el movimiento no puede permitirse el lujo de no tener ningún plan en una situación como en la que entramos»; «lo que no puede hacer es volver a cometer los errores de 1931 y 1976: ser simplemente una comparsa de lo que suceda en Madrid». Y pide a nuestros políticos que entiendan que «estabilizar España siempre, siempre, siempre va contra Cataluña. Siempre nos hace daño. Ocurrió en 1931 y 1978 —dos oportunidades perdidas que acabaron años después con los magníficos demócratas españoles llevando a prisión al gobierno de la Generalitat—. Ocurrió después de la proclamación de la República [catalana], en el 2017. Y no debería volver a ocurrir».
Al decir que «el independentismo necesita un plan de manera urgente», reconoce implícitamente que no hay ningún plan. Por ello «hoy simplemente toca (…) hacer tanta presión como sea posible sobre quienes, de momento, son todavía nuestros representantes».
Jordi Barbeta, en el Nacional, ya el día 18, pone toda la carne en el asador para decir que el Estado ha perdido la vergüenza. Menciona la «degradación democrática del sistema, propiciada por la corrupción de la monarquía y de los partidos», corrupción que «ha hecho imprescindible el control del poder judicial por parte de la oligarquía». Tan mal estamos que «incluso la familia del dictador se ha enriquecido más fácilmente con la democracia que con la dictadura».
«Para mantener el control de una situación tan extrema ha sido necesario endurecer las leyes y los mecanismos de represión del Estado en prevención de cualquier brote de protesta. Independientemente de qué partido gobernaba se han promulgado leyes que restringen derechos y libertades (…) Los abusos legislativos generalmente tienden a crecer y no al revés. Y aquello que utilizó un Gobierno crea el precedente para que después lo haga otro.»
Advierte Barbeta que ahora «el gran problema que tiene Pedro Sánchez no es el Partido Popular ni el bunker judicial, sino el núcleo duro, digamos felipista del PSOE, absolutamente urdido con los intereses de la monarquía, para impedir cambios en las instituciones del Estado que pudieran tener consecuencias en el statu quo».
Y reconoce el sentido del golpe que el actual presidente del gobierno está impulsando, apoyado en el conglomerado de facciones izquierdistas que llaman «mayoría de la investidura»: «Cambiar la correlación de fuerzas en el Consejo General del Poder Judicial y en el Tribunal Constitucional desde una mayoría parlamentaria que incorpora partidos inequívocamente republicanos y ajenos al reparto de poder que se hizo en la Transición sería lo más lógico desde el punto de vista democrático.» Ante esto «las fuerzas recalcitrantes no se pueden permitir ni un paso atrás y reaccionan como una bestia malherida buscando su supervivencia.»
Nos ha tocado vivir tiempos interesantes, algo que habitualmente se considera una maldición.
¿HASTA CUÁNDO , PEDRO SÁNCHEZ, VAS A SEGUIR ABUSANDO DE NUESTRA PACIENCIA?¿QUÉ TE HABRÁ PROMETIDO SOROS , SÁNCHEZ?
«ROMA NO PAGA A TRAIDORES».