Una de las criticas que se hace al catalanismo centrista desde otras fuerzas políticas constitucionalistas es que el catalanismo es la antesala del independentismo. Sin duda, esta percepción viene motivada por el papel del pujolismo. Efectivamente, Pujol siempre fue independentista y la moderación sólo fue un instrumento para la llamada construcción nacional. La prueba más evidente fue el Programa 2000. Pujol fue desleal desde el principio aunque algunos no apreciaron esta deslealtad hasta que era tarde, sin duda ofuscados por la colaboración del pujolismo con los partidos que gobernaron España. Nada que ver con el catalanismo centrista que ha manifestado, reiteradamente, su posición contraria a toda veleidad independentista así como ha reivindicado su identidad española, eso sí, respetando la idiosincrasia catalana, especialmente la lengua, y los intereses catalanes sin que ello implique ni hispanofobia, ni hostilidad al castellano.
Es por ello que , como ya defendí en un anterior articulo, ha llegado el momento de buscar la confluencia con el PP, liderado por un Feijóo que ha demostrado en Galicia su defensa de un bilingüismo amable, según sus palabras, y que ha reconocido que al PP le ha faltado empatía con Cataluña. Y es que la oportunidad de un cambio en el gobierno español y en el de Cataluña no se puede perder por encerrarse en posiciones puristas que han llevado al constitucionalismo a derrota tras derrota, o, en la década del 2000, al PSC a gobernar con ERC ante la falta de un centrismo no independentista con fuerza electoral en Cataluña para, al menos, condicionar la política de alianzas en Cataluña.
Si se quiere acabar con gobiernos populistas y/o independentistas es el momento de aprovechar su debilidad, el hartazgo de los ciudadanos, tejiendo una potente oferta centrista
Las circunstancias políticas favorecen este acuerdo. En las próximas elecciones , generales y autonómicas catalanas, el debate no versara sobre la independencia, sino sobre la fiscalidad, los valores de la sociedad, el papel de lo público y lo privado, la familia, la inmigración, la seguridad ciudadana. En definitiva, sobre el modelo de sociedad. Cuestiones en las que el PP actual y el catalanismo centrista coinciden y en las que el independentismo se encuentra muy perdido, aunque tanto ERC como Junts parecen empezar a variar su estrategia de radicalismo y populismo izquierdista.
Si se quiere acabar con gobiernos populistas y/o independentistas es el momento de aprovechar su debilidad, el hartazgo de los ciudadanos, tejiendo una potente oferta centrista. Sin duda más fácil de propugnar que de hacer realidad. Pero el esfuerzo tiene recompensa.