Entre los argumentos que suelen esgrimirse en contra de celebrar un referéndum de secesión allí donde exista una pulsión secesionista en una parte de la población, se cuenta el relativo al fenómeno conocido como neverendum. Esto es, que si el resultado del plebiscito no da la razón a los separatistas, estos volverán a celebrarlo una y otra vez hasta conseguir el sí. Así, lejos de solventar la cuestión de una vez y para siempre, ésta se cronifica. Pues bien, todo parece indicar que ese es el futuro de Escocia, donde, tras celebrarse una consulta acordada con el Gobierno británico en 2014 y vencer el no, los nacionalistas escoceses vuelven a la carga y han anunciado una nueva para el 19 de octubre de 2023.
Tras el anuncio, los partidos nacionalistas y populistas del Parlament (JxCAT, ERC, la CUP y En Comú Podem) no han tardado en expresar su entusiasta apoyo al nuevo referendo, firmando para ello una moción en solidaridad con el Gobierno escocés —de signo nacionalista—. Por otra parte, el texto, que ha contado con la oposición de PSC, Cs, PP y Vox, aprovecha para atacar el supuesto autoritarismo del «Estado español»: «En Escocia ni se ha producido ni se producirá la persecución y represión a la que ha sido sometido el movimiento independentista en Cataluña».
Roldán recuerda que Escocía no impulsó «leyes de transitoriedad»
En este sentido, la moción considera indispensable que el Gobierno central «reconozca el ejemplo democrático que supone el referéndum de autodeterminación escocés de 2014 y el de 2023, y que, en democracias avanzadas, los referéndums se pueden hacer y se hacen, porque son el mejor mecanismo para dar respuesta a las legítimas demandas de autodeterminación cuando son mayoritarias y persistentes». Tras la moción, tanto separatistas como comunes han insistido en sus intervenciones en las citadas diferencias. Por su parte, la portavoz del PP, Lorena Roldán, ha recordado que el secesionismo catalán, a diferencia del escocés, «se reunió con Putin e impulsó leyes de transitoriedad».