¿Cómo puede empeorar la gestión económica de un gobierno socialista? Con un gobierno débil, desacreditado y escorado a la extrema izquierda.
Toda la prensa habla el miércoles 12 de un «giro a la izquierda» a partir de las medidas anunciadas el día anterior por el presidente en el debate sobre el estado de la nación. Pero ¿Por qué toda la prensa habla de «giro a la izquierda»?, se pregunta Manu Levin en Público, al citar un montón de titulares coincidentes. Y responde: «Lo del ‘giro a la izquierda’ no es una interpretación que hace la prensa a partir del análisis de las medidas de ayer. Es un relato previo que quieren construir el PSOE y Pedro Sánchez (…) Es más: conociendo la trayectoria política de Sánchez y cómo actúa, diría que ayer anunció esas medidas no porque crea en ellas, ni porque piense que son buenas y justas, sino precisamente para poner mimbres sobre los que poder apoyar ese relato. La finalidad es el relato del giro a la izquierda, porque alguien en Moncloa ha decidido que eso es lo que necesitan para no perder las próximas elecciones.»
«Conociendo la trayectoria política de Sánchez y cómo actúa, diría que ayer anunció esas medidas no porque crea en ellas, ni porque piense que son buenas y justas, sino precisamente para poner mimbres sobre los que poder apoyar ese relato».
En el Ara, David Miró comenta también ese giro a la izquierda como un intento de recuperar la iniciativa política, aunque acaba descubriendo el Mediterráneo al decir que «no significa lo mismo ‘giro a la izquierda’ en la portada de la Vanguardia que en la del Ara«.
Antoni Maria Piqué, en el Nacional, afirma que se trata de un relato elemental, básico, simple y que el Mundo, Abc y la Razón presentan a Pedro Sánchez como «un presidente de gobierno encadenado a Unidas Podemos, un mensaje que quiere hacer sonar en el cerebro de sus lectores que España se ha convertido una especie de república soviética donde el Estado roba dinero de otros para remontar los pésimos augurios electorales y afirmar su radicalismo ideológico».
Y poniéndose abiertamente de parte del presidente, sostiene que «a los diarios de la derecha les costará convencer a los votantes de la perfidia de las medidas concretas del gobierno español (…) ¿Con qué razones se opondrán?» Pero él mismo reconoce que «Pedro Sánchez no pretende razonar nada. Utiliza un artefacto retórico que activa un mecanismo inserto en el software humano —David contra Goliat, el fuerte contra el débil— para transmitir eficazmente y hacer simpática su causa.»
El espacio de la socialdemocracia
El editorial del Punt-Avui del jueves 14 —Tombarella a l’esquerra de Pedro Sánchez—, haciendo juegos de palabras con las nociones de derecha e izquierda, conceptos que habría que definir siempre antes de usarlos, apunta que «no debería sorprender que un presidente pretendidamente de izquierdas impulse políticas de izquierdas», pero sí que «lo haga una semana después de haber practicado políticas de derechas duplicando el presupuesto militar en plena emergencia social». Hay que haber visto muchos programas de TV3 para identificar la derecha con el gasto militar y la izquierda con el pacifismo.
Una cierta ironía se nota al decir que las de Sánchez son «propuestas que no sólo son compatibles con las demandas de los socios de Podemos, sino que parecen directamente copiadas de su hoja de ruta», es decir de su programa. Y una ingenuidad tremenda al añadir que «sería una buena noticia si pudiéramos tener garantizado que los afectados» por la subida de impuestos a los sectores energético y financero «no van a repercutirlos en los usuarios». Pues ¿en quién si no?.
En el Ara, Josep Ramoneda —La estrategia de remontada de Sánchez— arguye que «Sánchez se ha dirigido reiteradamente a las ‘clases medias y trabajadoras’, definiendo así el espacio social de la socialdemocracia, como si diera ya por perdidos los sectores más desclasados que a veces buscan refugio en la extrema derecha».
«Sánchez se ha dirigido reiteradamente a las ‘clases medias y trabajadoras’, definiendo así el espacio social de la socialdemocracia, como si diera ya por perdidos los sectores más desclasados que a veces buscan refugio en la extrema derecha».
Josep Ramoneda
Burda simplificación de estilo marxista: como si discrepar de las medidas impuestas por un gobierno socialista le convirtiera a uno en un ultra y encima traidor a su clase.
Ramoneda subraya que Sánchez acabó su discurso denunciando «la amplitud del movimiento reaccionario que recorre el mundo» y «siempre con el europeísmo y el compromiso con Ucrania como símbolos de la decencia». El lirismo aplicado a la coyuntura internacional no servirá para confortar los ánimos ni nos salvará de la ruina. Con un gobierno carente de ideas en cuestiones económicas y sobrado de ideas equivocadas en cuestiones sociales, el descontento irá creciendo inevitablemente.
La economía productiva es la gran olvidada
Estas son las medidas anunciadas por Sánchez, tal como las cuenta el País: un impuesto excepcional y de carácter temporal a la banca —una «improvisación jurídica» según la patronal bancaria—; un impuesto a las empresas energéticas; la gratuidad de los abonos a trenes de cercanías en el último cuatrimestre del año, y una beca complementaria a los estudiantes de más de 16 años.
Estas son las principales, pero si esto es un giro a la izquierda, peor para la izquierda. Son más bien parches provisionales de estilo peronista destinados a llegar hasta las próximas elecciones y que más bien agravarán la situación. Foment considera que la economía productiva ha sido la gran olvidada del Debate sobre el Estado de la Nación: Las medidas anunciadas, tomadas sin hablar con los sectores afectados y generadoras de inseguridad jurídica, encima «pueden perjudicar la imagen de la economía real del país y la credibilidad de España como país atractivo para las inversiones».
«Foment valora que, sin el apoyo a la economía productiva, difícilmente se resolverá la crisis que sufrimos, por lo cual, estas medidas anunciadas son plenamente insuficientes, e incluso algunas de ellas contraproducentes, como subir los impuestos en tiempos de crisis. Resulta muy curioso que el Gobierno proponga un plan de impulso y la lectura bursátil es de una fuerte bajada de las cotizaciones.»
«Foment valora que, sin el apoyo a la economía productiva, difícilmente se resolverá la crisis que sufrimos, por lo cual, estas medidas anunciadas son plenamente insuficientes, e incluso algunas de ellas contraproducentes, como subir los impuestos en tiempos de crisis».
El sentido común no es de derechas ni de izquierdas, y por eso es tan poco común. Agustí Colomines, en el Nacional, intenta aplicarlo a lo que ha hecho Pedro Sánchez: Tiró la casa por la ventana—: «Una lluvia de millones para subvencionar a jóvenes que ya están becados (los otros, los pobres de verdad, no cuentan); billetes de cercanías gratis para todo el mundo, tenga la renta que tenga, para que se olvide el mal servicio; además de anunciar una subida de impuestos a las empresas eléctricas y a los bancos que, si sigue el patrón de los 0,20 céntimos de subvención por litro de gasolina, está claro que los acabaremos pagando nosotros, los ciudadanos. Aun así, bienvenidas sean las medidas para paliar una crisis de proporciones inmensas. La lástima es que la UE lo dejará todo en nada, porque ya ha advertido que el gobierno español tiene que recortar el déficit público y, como es obvio, la mayoría de las medidas anunciadas por Sánchez lo incrementan. Según indican los expertos, repartir desenfrenadamente dinero tiene como consecuencia que aumente la inflación. Así pues, quizás el supuesto ‘giro a la izquierda’ de Sánchez, muy celebrado por Unidas Podemos, sólo sea un lavado de cara de un PSOE que vive horas bajas, como toda la socialdemocracia europea, y necesita remontar en las encuestas.»