En principio, las distintas cesiones realizadas por el Gobierno de Pedro Sánchez al separatismo—entre ellas, los indultos a los autores del golpe de 2017, pero también la inhibición ante la proclamada desobediencia de la Generalitat a la sentencia del 25% de castellano en las aulas catalanas— habrían rebajado la tensión política en Cataluña. Sin embargo, distintos episodios como el acoso sistemático en la Universidad a los jóvenes constitucionalistas de S’ha Acabat o el mencionado desafío al fallo sobre el español ponen en tela de juicio que la tensión secesionista haya desaparecido.
Una prueba más tuvo lugar ayer, cuando en las fiestas de la Patum de Berga, se desplegó una estelada gigante mientras miles de secesionistas reunidos en la plaza de Sant Pere coreaban puño en alto el himno de Cataluña, El segadors, y lanzaban gritos a favor de la secesión. Las entidades que han organizado esta puesta en escena han sido las separatistas Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, que ya fueron responsables de una liturgia idéntica en 2019.
Cabe destacar que entre las figuras presentes en el balcón consistorial, tal y como ha destacado Nació Berguedà, se encontraba el ultra Marcel Vivet, exmilitante de la CUP condenado a cinco años por agredir con el palo de una bandera —de dos metros de largo y dos centímetros de grosor— a un Mosso d’Esquadra durante una manifestación convocada por JUSAPOL en 2018. Asimismo, Vivet es conocido por sus declaraciones hispanófobas. Sin ir más lejos, las pasadas Navidades proclamó en un vídeo: «Feliz 2022 y que reviente España».