Son numerosas las ocasiones en las que uno de los sintagmas preferidos del separatismo, un sol poble, queda en entredicho. Y es que, por mucho que el nacionalismo reivindique la cohesión de la ciudadanía catalana, los constitucionalistas son a menudo excluidos. Una nueva prueba la encontramos en la reunión que mantendrá hoy el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, con los «eurodiputados de los grupos catalanes» en el Parlamento Europeo. En la reunión participarán los europarlamentarios de Esquerra Republicana, Junts per Catalunya, PSC y comunes. Sin embargo, Aragonès no ha invitado a los de Ciudadanos y PP, Jordi Cañas y Dolors Montserrat.
La decisión del president ha merecido la desaprobación en redes de Cañas. «Que Aragonès no haya pedido reunirse con nosotros al ser una visita institucional, siendo eurodiputados tan catalanes como él o el resto de los convocados, solo es importante porque evidencia que para él y ellos no lo somos. Ese es el núcleo del problema», ha reflexionado el eurodiputado liberal.
El plato fuerte de la cita será el encuentro entre el presidente de la Generalitat y el fugado de la Justicia Carles Puigdemont, también eurodiputado. No en vano, su charla coincidirá con el terremoto suscitado en el terreno separatista por la sentencia del 25% de castellano en las escuelas, que el Govern tiene 15 días para aplicar. La respuesta ha dividido al nacionalismo, habiendo dado republicanos, socialistas y comunes un ultimátum de 24 horas a los neoconvergentes para que se sumen a su pacto lingüístico para sortear el acatamiento de la sentencia.