Estos días asistimos con emoción a todos los movimientos políticos que partidos viejos y partidos nuevos están exhibiendo: Albert Batlle y su apuesta personal, PNC y su materializada ruptura con el PdCat, y hasta Ciudadanos que, a través de algunos de sus insignes concejales, empiezan a proclamar que los próximos meses son cruciales para el futuro de Cataluña.
Desde Lliga Democràtica nos sentimos reconfortados por la palabra mágica que aúna todos los propósitos: “unidad”. Hoy los catalanes necesitamos gobierno, no empecinamiento en proyectos ya fracasados. ¿Cómo le vas a decir a nuestros jubilados que es más importante una mesa de diálogo Cataluña -España que una política sanitaria que los atienda y una ayuda social que no les haga meramente sobrevivir a fin de mes? Y lo mismo a nuestros parados o a nuestros jóvenes. Todos estamos unidos en una idea: desahuciar al activismo independentista de la Generalitat y sustituirlo por un gobierno de amplio apoyo parlamentario que quiera, sepa y pueda volver a poner a Cataluña en marcha.
Este desahucio que consideramos imprescindible, no lo es para laminar o despreciar ideologías sobre la independencia, lo es para erradicar activistas que, anteponiendo sus intereses partidistas, no han sabido gobernar para todos los catalanes y han situado a Cataluña en el peor ranking de 40 años de democracia.
Todos estamos unidos en una idea: desahuciar al activismo independentista de la Generalitat y sustituirlo por un gobierno de amplio apoyo parlamentario
Este amplio apoyo parlamentario, con la evidencia de la ley D’Hont en la mano, obliga a olvidar personalismos o etiquetas y todo aquel que aspire a ser decisivo en nuestro futuro inmediato, debe reconocerlo.
Es evidente que aquellos partidos situados en los extremos del arco parlamentario, y que hacen de ese extremo su razón de supervivencia, no podrán comulgar con esta unidad; pero también es cierto que todo aquel que se sienta liberal, de centro, con políticas económicas no intervencionistas y con políticas fiscales que estimulen el crecimiento como fuente de cualquier justicia social posterior, deberá trabajar para conseguir este máximo reconocimiento en escaños.
Tiempos vendrán luego para debatir nuevas leyes electorales o reconocimientos de derechos electorales, pero entonces habremos ya conseguido empezar a gestionar el progreso con efectividad, dando al ciudadano catalán el gobierno vital que necesita, y no continuar manteniéndolo en lo que hoy no necesita que es confrontación y quimera.
Queremos erradicar personalismos y egos habituales en política y sustituirlos por generosidad, altura de miras, y vocación de servicio a Cataluña
Lliga Democràtica nació para ser impulso de unidades, para ofrecer un proyecto político basado en dar a nuestros ciudadanos las herramientas que necesitan en su día a día, por eso ahora estamos asistiendo con emoción a todos estos movimientos que sin exclusión alguna promulgan esta unidad.
Desde Lliga Democràtica queremos erradicar personalismos y egos habituales en política y sustituirlos por generosidad, altura de miras, y vocación de servicio a Cataluña.