La presencia en el Puerto de Barcelona del buque escuela Juan Sebastián Elcano, con largas colas de visitantes, y la vuelta de la Selección española a Barcelona, con 35.000 personas entregadas, y con evidentes ganas de reivindicarse, han sido dos manifestaciones de españolidad que contrastan con las dificultades de movilización del independentismo y, de alguna manera, visualizan el fin del procés, o, al menos, un cambio de etapa. Si a ello unimos las discrepancias entre ERC y Junts y en el propio seno de los posconvergentes, las declaraciones de Junqueras, la división en torno al castellano en la escuela, tendremos una foto completa de lo que quiero expresar.
Es significativa la reacción de los medios de comunicación independentistas. Básicamente ignorar la noticia, o relegarla como en el caso de TV3. La falta de incidentes, los cánticos de Viva España, pero también de Viva Cataluña, los aplausos a todos los jugadores, incluidos los blaugrana o al propio Luis Enrique, han dificultado la crítica. Mejor pasar página cuanto antes, deben pensar.
No me gustan las banderas, pero no soporto la doble vara de medir tan en boga en estos tiempos de maximalismos, inquisiciones y sectarismos de todo tipo
Que dos acontecimientos que deberían ser normales y sin interpretaciones políticas, sean vistos como excepcionales demuestra la anormalidad que vivimos en Cataluña. No me gustan las banderas, pero no soporto la doble vara de medir tan en boga en estos tiempos de maximalismos, inquisiciones y sectarismos de todo tipo. Espero que el próximo partido de la Selección en Cataluña sea sólo un acontecimiento deportivo. Sería un signo de vuelta a la normalidad lo que no impide que cada cual defienda, con sometimiento a las leyes, sin acoso al disidente, con instituciones neutrales, lo que crea conveniente.