Me cuesta volver a hablar de la lengua en la escuela. Del famoso 25% que, según los nacionalistas, va a acabar con el catalán. Pero se dicen tantas sandeces y además, contradictorias entre sí, que me siento obligado a reiterar obviedades que para algunos, parece, no lo son.
1. La lengua se utiliza como cortina de humo para tapar el fracaso del procès y la división en el independentismo. En horas bajas, el independentismo utiliza a los escolares para que en las manifestaciones haya unos miles de personas en lugar de unos cientos como en las últimas movilizaciones. Después de reiterados enfrentamientos, la oposición al 25% de castellano en la escuela permite a los miembros del Govern asistir juntos a una manifestación. Permite una apariencia momentánea de cohesión.
La lengua se utiliza como cortina de humo para tapar el fracaso del procès y la división en el independentismo.
2. Se nos dice que actualmente, de facto, ya se llega al 35 % de castellano en las escuelas. ¿Qué problema hay en oficializar el 25% y cumplir con las sentencias? ¿Por qué tanta resistencia si en realidad significaría reducir las horas de castellano si realmente la media es del 35%?.
3. Se afirma que no se puede ceder porque el catalán está en retroceso. ¿Después de 40 años de inmersión y de gobiernos independentistas o nacionalistas?. Si es así, deberían pensar cuál es el problema real. El problema no es, evidentemente, las horas de castellano en la escuela, sino los cambios poblacionales (producto de la inmigración), la globalización y sus agentes, las redes sociales, la poca relevancia de la música catalana, la falta de influencers y las plataformas que sustituyen a la TV, etc. Ahí deberían centrar los esfuerzos y contarían con mi apoyo, que ya sé que les trae sin cuidado.
4. Me decía mi nieto que en su escuela le dicen que no hay que hacer clases en castellano porque ya se sabe. Es una ciencia infusa. El catalán, en cambio, con el 75% no acaba de saberse o, por lo menos, de usarse al salir de clase. Confundir saber una lengua con entenderla puede ser comprensible en adolescentes, pero da grima que lo pretendan defender racionalmente personas adultas. Dicen que se sabe más castellano aquí, sin estudiarlo, que en otras partes de España en que las clases son 100% en castellano. Milagro desmentido con oír a algunos de nuestros líderes políticos, y no por el acento, que todos lo tenemos, sino por su evidente falta de dominio del castellano.
Confundir saber una lengua con entenderla puede ser comprensible en adolescentes, pero da grima que lo pretendan defender racionalmente personas adultas.
5. Saber dos lenguas, o más de dos, no es una desgracia, si no una ventaja competitiva. Es decir, dominarlas, no entenderlas para conversaciones informales. Y más, si una de ellas (el castellano) es útil no sólo en Cataluña, sino en toda España y en medio mundo.
6. De lo que en realidad se trata es de hacer creer que el castellano es una lengua extranjera, ajena a los catalanes, con la esperanza de que la ignorancia del castellano , su extranjerización, refuerce el sentimiento independentista. Otro error de cálculo.
De lo que en realidad se trata es de hacer creer que el castellano es una lengua extranjera, ajena a los catalanes, con la esperanza de que la ignorancia del castellano refuerce el sentimiento independentista.
Si los líderes independentistas quisieran realmente tener una mayoría social amplia, deberían incorporar a los que tienen el castellano como primera lengua y convencerles con razones más sólidas que el identitarismo y el victimismo mezclado de supremacismo. Deberían demostrarles que la independencia conviene a sus intereses. Llamar ‘negro bueno’ a Rufián no parece que sea una brillante elección, porqué el que lo dice, aunque pretenda lo contrario, demuestra que en su subconsciente siempre lo ha considerado así.
7. En mi juventud hablar en catalán era una forma de resistencia al franquismo. Ahora, el castellano es la lengua de los que no comulgan con las ruedas de molino del dirigismo nacionalista. Que se lo hagan mirar.
En mi juventud hablar en catalán era una forma de resistencia al franquismo. Ahora, el castellano es la lengua de los que no comulgan con las ruedas de molino del dirigismo nacionalista.
8. Por último, pero no por ello menos importante: Los castellanohablantes de primera lengua tienen derechos, como los tienen los catalanoparlantes, a aprender también en su lengua, conocer la historia, la literatura y la geografía común. La ideología nacionalista se utiliza en los contenidos de la escuela de forma indisimulada. Claro, que la realidad es dura y va en dirección contraria a sus pretensiones.
No me extraña que haya tantos que se sientan frustrados cuando su mundo de fantasía no se refleja en su vida cotidiana.
9. Con todo ello creen que van a poder permanecer eternamente chupando de la teta del estado opresor, el verdadero objetivo del nacionalismo catalán. Es posible, aunque cada día hay más indicios de que la gente esta hasta las narices de la política, en general y de nuestro gobernantes, en particular.
El autogobierno de momento ha servido para perder posiciones en renta per cápita, para frenar el crecimiento del PIB, para convertirnos en provincianos, para que nuestras empresas y jóvenes emprendedores emigren y, según ellos, para hacer retroceder al catalán. Todo un éxito. No cabe atribuirlo a un estado descentralizado como el nuestro. Otros funcionan correctamente, incluidas algunas autonomía españolas, sino a los objetivos y políticas equivocadas, al sectarismo al ‘dolce far niente’ de los dirigentes nacional-independentistas.
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