El feminismo ha pasado de ser un movimiento cohesionado y con objetivos comunes a una maraña de grupos enfrentados entre ellos por motivos diversos. Así se ha podido comprobar este 8 de marzo en Barcelona, donde se han registrado varios encontronazos entre, por ejemplo, defensoras de la prostitución y sus detractoras. O entre las que defienden los derechos de los transexuales y las que consideran que esos mismos derechos llevan al que llaman «borrado de la mujeres». Encontronazos que, sorprendentemente, han tenido lugar entre proclamas contra la violencia.
Las abolicionistas, tras ser agredidas en Plaza Sant Jaume, han acusado a las defensoras de la prostitución de ser el «lobby putero» y han gritado consignas como «Barcelona es abolicionista» mientras celebraban una comida en un restaurante de la ciudad.
Las feministas defensoras de los derechos de los trans, conocidas como queers, se han enfrentado también a las contrarias a la prostitución. Estas han asegurado, en un mensaje publicado en Twitter, que «las chicas abducidas por el antifeminismo putero queer pronto descubrirán la suplantación». Conviene recordar en este punto que, entre las principales enemigas de las llamadas terf se encuentra la ministra de Igualdad, Irene Montero, que es quien ha promovido una ley en defensa de la transexualidad rechazada por las feministas más tradicionales.
Durante la jornada se han manifestado también las integrantes de la Asociación Mujeres por la Igualdad, que defienden la renuncia al «burka transparente del feminismo institucionalizado en España que odia a los hombres».