Santi Vila, a falta o en espera de recuperar un papel político importante, publica libros y concede entrevistas. Aprovecha la última, en el Periódico y el Diari de Girona, para decir: Aconsejo a Puigdemont que se quede muchos años en Waterloo. Sugiere que, «por mucho que recupere la inmunidad parlamentaria, no se fíe de las instituciones de justicia españolas, porque si pone un pie en España, ya se verá dónde acaba.»
«Por mucho que recupere la inmunidad parlamentaria, no se fíe de las instituciones de justicia españolas, porque si pone un pie en España, ya se verá dónde acaba»
Santi Vila
Santi Vila no acierta el tono. Su posición escéptica ante el independentismo contrasta con esa desconfianza en la justicia. El poder judicial, a decir de los portavoces políticos y mediáticos del independentismo, está politizado, es vengativo y se alinea con la extrema derecha. Entonces, para volver a la normalidad social en Cataluña, lo primero sería recuperar la confianza en el Estado de derecho. Y a Puigdemont decirle que, si vuelve, no habrá sorpresas; lo que le suceda está perfectamente previsto en el ordenamiento jurídico.
Cuando uno establece un contrapoder en el exilio, o bien consigue derribar el Estado, o bien tarde o temprano tendrá que responder ante la justicia. La salvación sería que surgiese una oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva, a la manera de Tarradellas cuando fue invitado a asumir un papel protagonista durante la transición. Pero eso sería el fruto de una negociación política, más allá de la estricta aplicación de las leyes.
«Cuando uno establece un contrapoder en el exilio, o bien consigue derribar el Estado, o bien tarde o temprano tendrá que responder ante la justicia».
Nos tiene a todos retratados
Otro consejo a Puigdemont de Santi Vila es que «se desprenda de su entorno más radical». ¿Y qué le quedaría entonces? El presidente en el exilio ha forjado una corte, republicana por supuesto, en la que se prioriza la fidelidad, se promociona la radicalización y se descarta el sentido común. Si rectificara la maniobra, si prescindiera de la retórica inflamada que caracteriza a los miembros del Consell per la República —Elisenda Paluzie, Antoni Castellà, Lluís Llach, Aurora Madaula…—, no quedaría más que otro grupúsculo postconvergente, con escasas posibilidades de futuro. En consecuencia, el espectáculo ha de seguir y no va haber innovaciones.
Vila aporta una observación más bien inquietante: «Él nos tiene a todos retratados: los que viven del proceso, los que realmente se lo creen, los que le quieren ayudar, los que se quieren aprovechar, los que le han llevado al exilio y han reanudado su vida con normalidad. Pero también es verdad que Carles Puigdemont se autoimpone un sentido de la responsabilidad que le hace ser doblemente exigente con su figura pública. E intento liberarle de esa mochila tan pesada. No hay para tanto. Ni será el Macià del siglo XXI, ni el loco de Waterloo como algunos le definen.» No será fácil encontrar el término medio entre esos dos extremos.
«Él nos tiene a todos retratados: los que viven del proceso, los que realmente se lo creen, los que le quieren ayudar, los que se quieren aprovechar, los que le han llevado al exilio y han reanudado su vida con normalidad».
Santi Vila
Cualquier político sabe en todo momento con quién puede contar, y hasta qué punto, y con quién no; pero en este caso, tratándose de alguien que no tiene responsabilidad de gestión, que vive al margen de la política real, que sólo preside algo más o menos parecido a un partido, JxCat —con 32 de 135 diputados autonómicos—, que aspira a mantener encendidos los rescoldos del primero de octubre, esa imagen de estar escrutando conductas, de tenernos a todos retratados, de juzgarnos por el grado de aceptación de su manera de ver las cosas, no es un buen presagio para el futuro inmediato.
Quinto aniversario del referéndum
El sábado día 5 de marzo Carles Puigdemont ha sido reelegido presidente del Consell per la República, algo perfectamente previsible. Según informa ACN, ha obtenido la soviética mayoría del 85 % de los votos, es decir: 102 representantes de los 121 que conforman la asamblea de representantes de esa organización. Un candidato improvisado en el último momento, Joan Ramon Gomà, cabeza visible de la versión catalana de la Wikipedia, ha obtenido 7 votos, y ha habido 12 abstenciones. Si uno se apunta al club de fans de Puigdemont, lógicamente vota a Puigdemont. No ha sido una elección sino un plebiscito innecesario.
En el discurso de investidura, si puede llamarse así, ha anunciado: «Hemos de tomar la iniciativa desde el Consell sin esperar a un consenso previo entre los partidos, porque ya hemos visto que esto no se va a dar.» Sigue el reproche habitual a ERC: «La mesa [de diálogo con el gobierno central] no nace como una estrategia definida ni representa el conjunto del independentismo.» La cuestión es sobre quién tiene ascendente el Consell per la República, si no es sobre los partidos independentistas. Porque, con los 102.000 afiliados que afirma tener, bien podría crearse uno nuevo; pero no van por ahí los tiros.
En la Vanguardia del domingo 6 —Puigdemont constata la imposibilidad de construir una dirección unitaria del independentismo— citan esta frase: «La división entre partidos políticos, estrategias, entre el independentismo, ha provocado la desmovilización de la ciudadanía, que era y es el principal motor para hacer posible la independencia.» En la coyuntura actual hay muchos factores que contribuyen a disminuir la capacidad de convocatoria de los independentistas. Aunque pueda sorprenderles, no todos los catalanes, ni siquiera todos los catalanes partidarios de la independencia, viven pendientes de las ocurrencias de los líderes, partidos y asociaciones independentistas.
Los partidos han «condicionado tiempos, prioridades, acciones» y consiguientemente ha habido más «moderación», pero «eso tiene que cambiar». Desde la entidad que preside, quiere «tomar la iniciativa» y «ser más exigentes». Puigdemont ha advertido que «este año será el quinto aniversario del referéndum del 1 de octubre del 2017», y «se pueden producir puntos de inflexión en la represión». O sea, para quien quiera entenderlo: habrá que celebrar el aniversario, si no con furia, al menos con ruido, y de tal manera que la policía se vea obligada a actuar.
La difícil subordinación de los partidos
El Nacional titula El Consell per la República debe reducir dependencia de los partidos, y el Abc, Puigdemont pide independizarse de los partidos. El Punt-Avui afirma que ya lo ha conseguido: Puigdemont agafa un Consell emancipat ja dels partits.
La emancipación de los partidos es dudosa porque en esa entidad está representado un partido, y prácticamente sólo uno, JxCat; la representación de los otros es sólo simbólica, han enviado a alguien de oyente y poca cosa más. Recuerda el Nacional que «ERC no ha escondido el escepticismo y la CUP se mantiene formalmente fuera del Consell aunque los representantes de Poble Lliure forman parte y, de hecho, la presidenta de la Assemblea de Representants, Ona Curto, es miembro».
«ERC no ha escondido el escepticismo y la CUP se mantiene formalmente fuera del Consell aunque los representantes de Poble Lliure forman parte y, de hecho, la presidenta de la Assemblea de Representants, Ona Curto, es miembro»
El Nacional
Aunque todo el discurso de Puigdemont parece resumirse en un «pónganse a mis órdenes», los partidos no van a renunciar a su protagonismo ni a sus parcelas de poder para subordinarse a una estrategia diseñada en Waterloo. Puigdemont no aspira a nada más que a conectar con el descontento de la base independentista que piensa que los partidos les han dejado en la estacada.
«Puigdemont no aspira a nada más que a conectar con el descontento de la base independentista que piensa que los partidos les han dejado en la estacada».
En el Ara, resumen bien el significado del evento —véanse aquí las fotos oficiales—: «Vista la imposibilidad de construir un espacio unitario para tomar las decisiones y admitiendo que la relación del Consell con los partidos no ha funcionado —los partidos no se pusieron de acuerdo sobre la reformulación del organismo al inicio de la legislatura—, ha instado a pasar la iniciativa a la ciudadanía: «Hay desbordamientos democráticos que pasan por urnas y los hay que pasan por movilización en la calle».»
Cuenta el Nacional que Puigdemont, «por lo que respecta al programa de gobierno, ha apostado por definir e impulsar un corpus de legislación republicana, y por el despliegue de la red internacional, en todos los ámbitos de la diplomacia en que sea posible, como se hizo con el Congreso Nacional Kurdo, y con personas que representen al Consell per la República por todo el mundo.»
El corpus en cuestión pertenecerá al género del constitucionalismo recreativo, dada su inaplicabilidad a corto ni medio plazo. ¿No pasamos bastante vergüenza con la constitución del juez Vidal? Ese Congreso Nacional Kurdo es una entidad creada por el Partido de los Trabajadores del Kurdistan, de Abdullah Öcalan, que ni siquiera representa a todos los kurdos —aunque proporcionalmente más que catalanes el Consell per la República— y que poco interés tiene en los asuntos de la península ibérica. Delegaciones de ambos se reunieron hace una semana en Bruselas para buscar sinergias de cooperación de cara al futuro, o sea para volver a verse en otra ocasión. En cuanto a los voluntarios que representen al Consell per la República será una diplomacia de aficionados sin incidencia real en los centros de decisión. Pero Puigdemont está convencido que «podemos hacer mucho trabajo, mucho daño» al Estado en el ámbito internacional.
El Punt-Avui cita una frase sensacional de Toni Comín: «Ens n’hem sortit, tot i que podíem no haver-ho fet» (Lo hemos conseguido, a pesar de que podíamos no haberlo hecho.)
El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dit adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.En 2019 hubo cuatro elecciones en Cataluña y , en todas, el separatismo perdió más de 300 mil votos.Por cierto, no había COVID como escusa.
Otto Von Bismarck : «España es el pais más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido».
N.B.CREO , PUIGDEMONT, QUE DEBERIA PASAR UNOS MESES EN EL HOTEL DE LLADONERS PORQUE SI CAMBIA EL GOBIERNO LE VA A IR PEOR. NO SE DEJA UTILIZAR POR GENTE QUE NO TIENE NADA QUE PERDER COMO RAHOLA,ETC.
YO SÉ QUE UD. NO QUERIA EL 1-O Y SI SÉ QUIEN LE FORZÓ. LAS MUJERES DE CATALUÑA SON LAS QUE MANDAN Y ESTE MATRIARCADO ES CAUSA DE FRUSTRACION Y VIOLENCIA.