«Lluís Companys está salpicado por sangre de las checas». La frase es del historiador Javier Barraycoa en una entrevista con el digital Confilegal en la que el autor de Los (des)controlados de Companys, explica cómo, bajo el gobierno de uno de los fundadores de ERC y hoy convertido en santón de la causa del procés, se cometieron «miles de asesinatos» y se ejecutaron «centenares de penas de muerte con su firma».
Es a este Companys al que el Govern en pleno ha rendido homenaje este viernes, en el 81 aniversario de su fusilamiento. Una ocasión que el presidente Pere Aragonés ha aprovechado para poner en circulación el que seguramente será el nuevo mantra del separatismo: «la cadena histórica«. En plena democracia, Aragonés pretende, mediante esta simbólica cadena, vincular a la Cataluña de 2021 con la de los años de la Guerra Civil: «81 años después seguimos en pie. Se ha mantenido la lucha popular en defensa de la cadena histórica».
Venganza y represión
El presidente, por otro lado, ha utilizado el homenaje a Companys para volver a criticar la decisión del Tribunal de Cuentas de activar el embargo de dinero y propiedades a una treintena de altos cargos separatistas entre los que se encuentran Carles Puigdemont, Andreu Mas-Colell y Oriol Junqueras. Todos ellos deben depositar fianzas millonarias ante este tribunal tras el rechazo a aceptar el aval que había preparado la Generalitat a través del Institut Català de Finances (ICF). Aragonés ha asegurado sobre esta cuestión que se trata de «un ataque» del Tribunal de Cuentas a estos separatistas «por ser responsables de la misma institución que presidía Companys».
El presidente ha acusado al tribunal de estar guiado en su decisión por «la venganza y la voluntad de represión». También ha afirmado que la activación de los embargos se ha hecho «sin criterios jurídicos» y que el objetivo es lograr «la ruina» de los afectados.