Ecos independentistas: Esperando órdenes de Puigdemont

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, saluda a los asistentes a su mitin en Perpiñán.

El Partido Demócrata Europeo Catalán (PDECat) se fundó hace cuatro años, como sucesor de la extinta CDC. Sólo se ha presentado a les elecciones dentro de la coalición Junts per Catalunya y si desapareciera nadie lo echaría en falta. No es portador de ningún legado político a salvar, excepto si asume el papel clave de CDC, y por supuesto de CiU, durante más de un cuarto de siglo, tanto en Cataluña gobernando la Generalitat como en Madrid, apoyando gobiernos de uno u otro signo; pero eso es algo que el PDECat no hace o hace muy discretamente. Por lo tanto, no hay que dar demasiada importancia al título que pone Nació Digital a su información sobre los movimientos en el espacio postconvergente: El PDECat cierra la puerta a disolverse en la negociación final con la Crida. La Crida: el partido 

creado hace dos años en torno a la figura de Carles Puigdemont, quien no por ello ha dejado de ser militante del PDECat. Aunque aparentemente son negociaciones entre partidos, más bien parecen reuniones internas de un único y mal cohesionado partido.

Más creíble es este párrafo: «Puigdemont, según fuentes de la negociación, no ha hecho llegar ninguna propuesta concreta de articulación del espacio —se comprometió a ello el 19 de junio del año pasado en una reunión en Bélgica con Mas—, y no se ha encontrado personalmente con Bonvehí [el presidente del PDECat] desde el 3 de marzo. El expresidente de la Generalitat, a quien el PDECat considera “líder indiscutible” del proyecto que defiende para JxCat, guarda silencio sobre la reordenación —lo que hace pensar a los dirigentes consultados que está a punto de salir públicamente a presentar propuestas— y trabaja para construir un frente electoral que vaya más allá de las siglas actuales. Cada vez suena con más fuerza el nombre de Joan Canadell como fichaje estrella.»

Canadell ganó las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona el año pasado, impulsado por la Asamblea Nacional Catalana (ANC), y ayer mismo se manifestaba, en unos tweets que recogía El Nacional, dispuesto a dar “un paso adelante” en la política. En resumen, dice: «Mi intención es acabar el mandato como presidente de la Cámara [pero] si a corto plazo se viera la posibilidad de recuperar la unidad estratégica, me plantearía un paso adelante, en cualquier posición que se me pidiera.» En cuanto a la etapa actual de la carrera hacia la independencia, «mi conclusión es que algunos han cambiado de estrategia, otros no ven cómo hacerlo, y los que quieren acelerar, solos no pueden». Ya es un discurso de candidato. 

El independentismo es un espejismo

Enric Vila, en El Nacional, presenta su particular visión de Mas y Puigdemont: «Aunque los diarios pinten a Puigdemont como un resistente que frena la pulsión pragmática de Convergència, forma parte del mismo engranaje de Marta Pascal. Puigdemont y Mas acabarán pactando una lista conjunta para la Generalitat y todo lo que pase entremedio está pensado para dar épica y credibilidad a este objetivo.»

La política catalana en general, para Enric Vila, es una interminable comedia de enredos en que nada es lo que parece y todos se traicionan. ¿Por qué Àrtur Mas se volvió independentista? Muy sencillo: «para no dejar crecer a Solidaritat y Reagrupament». Pues ahora que estos efímeros partidos han desaparecido, ¿por qué sigue siendo independentista? ¿Por pereza?

El independentismo, diría Vila, en realidad no existe, es un espejismo porque todo está atado y bien atado. Tanto que hay un «pacto con la corona». ¿Con la corona? Pues sí. Según este pacto «la vieja Convergència se queda la Generalitat con Quim Torra de president. Torra, que hace ver que no quiere repetir, es el hombre de Pujol y si se porta bien servirá para poner la guinda a la reconciliación entre los chicos de Marta Pascal y los chicos de Puigdemont con Mas de intermediario astuto y sensato». ¿Pujol, a sus 90 años, sigue governando a través de su hombre Quim Torra? 

Otro otoño caliente, por favor

En cambio, Jordi Barbeta, también en El Nacional, cree que la monarquía necesita el conflicto con Cataluña: «Siempre que las circunstancias han situado a España a las puertas de un conflicto social que podía desembocar en un cambio político o incluso una revolución, inmediatamente la monarquía, el ejército y los poderes institucionales han propiciado el conflicto con Cataluña para distraer a los españoles y hacerlos cerrar filas con la eterna canción de la unidad de la patria.»

Barbeta anuncia, con tanta seguridad que casi parece que convoca, la inminencia de una agitación social: «Ahora se acercan tiempos difíciles porque las consecuencias económicas de la pandemia y las desigualdades comportarán protestas que fácilmente pondrán en cuestión el régimen político e, incluso, la monarquía, más impopular que nunca, con un rey aplaudido por los fascistas más que por nadie e intentando deshacerse del padre que le entregó el trono.» 

Para propiciar la tormenta perfecta, «el magistrado Marchena ha añadido emoción al otoño caliente anunciando la inexorable inhabilitación del president Torra para mediados de septiembre», algo que por otra parte no es fruto de ninguna conspiración sino que se deriva inexorablemente de la actuación del susodicho. 

En fin, parece que en este país los revolucionarios necesitan al menos tres meses de vacaciones para preparar lo que llaman un «otoño caliente». 

Manipulación de masas

Ferran Sàez, en el AraLes masses ho saben tot—, nos alerta sobre el retorno de las masas: «Las dábamos por muertas y enterradas, a las masas, pero han vuelto. A comienzos del siglo XX eran manipuladas a través de determinados diarios infectos, como el panfleto antisemita Der Stürmer, que dirigió el nazi Julius Streicher. Hoy la masa es alienada en las redes con menos esfuerzos argumentales: con una imagen descontextualizada ya tienen bastante.» 

Escribe esto a propósito de los actos vandálicos de la semana pasada: «Pintaron estatuas, cuestionaron personajes históricos, pontificaron sobre Occidente como quien canta en la ducha, sabiendo que puedes desafinar porque nadie sabrá quién eres.»

Las redes sociales aportan orgullo a los ignorantes y multiplican los efectos de la manipulación política. Dice Sáez: «No se necesitan argumentos: una imagen retocada y emocionalmente homologable vale más que mil palabras. Tampoco se necesitan pruebas contrastadas, ni aclaraciones, ni testigos, ni ningún otro tipo de mediación racional entre lo que ha pasado y lo que simplemente suponemos que ha pasado. El mundo se divide entre el I like y el odio furibundo. El mundo es de color blanco o bien de color negro; los matices de gris pertenecen a los indecisos o incluso a los traidores. Conmigo o contra mí.»

Lo que no dice es que esto parece también el retrato de la Cataluña procesista, donde se estimula el desbordamiento de las pasiones y se desaconseja el uso del intelecto.

Afiliarse a Cataluña

En el sempiterno debate sobre la unidad independentista, ahora más lejos que nunca, Vicent Partal, anuncia la aparición de una nueva postura: la unidad para los que la quieren. La coalición Junts pel Sí hizo posible, afirma, «el gran salto adelante del Primero de Octubre y la declaración de la independencia»; pero hoy «la posibilidad de repetir una maniobra como aquella es imposible», ya que a los partidos «no hay ningún proyecto claro que los fuerce a pensar más allá del cálculo propio». 

Partal advierte que en todo el país «se palpa un sentimiento explosivo de indignación contra los partidos, contra la mentalidad de estos partidos». Pero, aparte de los militantes que ponen el partido por delante del país, están los ciudadanos que «se sienten atrapados entre lo que quieren y lo que no pueden obtener», que creen que «la unidad es necesaria pero comprueban cada día que es imposible». 

Y estos van a ser invitados a hacer «la unidad de los que la quieren». Partal habla de la «construcción de un bloque por la ruptura» y atribuye al «entorno del presidente Puigdemont la idea de suspender la militancia de partido en favor de una abstracta y aún por concretar “militancia por Cataluña”». También nombra a Joan Canadell como alguien que «despierta muchas expectativas». 

¿Será éste el enésimo avatar generado por Puigdemont y el eje de su próxima campaña? ¿No os gustan los partidos que hay? Haremos otro. ¿No os gusta militar en un partido? Os propondremos militar por Cataluña.

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