Hasta ahora, confiábamos en que no habría subidas de impuestos para el 2022. El mensaje del Gobierno era que había que esperar a que la recuperación económica, tras la pandemia, se consolidase de verdad. Por lo menos, hasta 2023. Hacerlo en el estado actual de la economía es suicida. Además, el Gobierno ha encargado a una Comisión de expertos el diseño de la Reforma fiscal que se supone que el país necesita. El Informe de esta Comisión se conocerá a finales de febrero de 2022. En base a sus recomendaciones, el Gobierno elaborará un Proyecto de Reforma fiscal que se debatirá en el Parlamento a lo largo del año 2022, con entrada en vigor prevista para 2023. Pero es probable que las cosas no sean exactamente así. Veamos.
Los agobios de Sánchez para aprobar los presupuestos
El Gobierno está empantanado en la elaboración del Proyecto de Presupuestos para 2022. Debía presentarlo al Congreso antes del 30 de septiembre. Ya está fuera de plazo. Como siempre. Y es que, antes de nada, los ministros del PSOE (Calviño y Montero) tienen que llegar a un acuerdo con los de UP (Díaz y Belarra). Ardua tarea. La subida de impuestos y la regulación de los alquileres echan chispas. Y a continuación el Gobierno tiene que llegar a otro acuerdo con ERC, PNV y Bildu. Casi nada. Con este tipo de amigos es imposible hacer cosas constructivas. De momento, en estos días, el PSOE busca desesperadamente un acuerdo con UP.
UP presiona al PSOE: tipo mínimo del 15% en sociedades
Tras la iniciativa de Biden, secundada por la UE, el G-20 y la OCDE en este mes de julio, se ha comenzado a examinar, a nivel mundial, una propuesta fiscal novedosa. Consiste en obligar a las sociedades multinacionales a tributar por el impuesto sobre Sociedades a un tipo mínimo del 15% sobre su beneficio global. Todo el mundo aplaude esta iniciativa. Pero el diseño concreto de esta propuesta es complicado, se está estudiando y tardará al menos un año en implementarse.
Sin embargo, en estos días, UP presiona al PSOE para que ese tipo mínimo del 15% se incluya ya en la Ley de Presupuestos del 2022. Quieren anticiparse a la regulación mundial, obligando a las sociedades españolas a tributar al tipo mínimo del 15% a partir de 2022. Olvidan que en el seno de la OCDE se están examinado los complejos detalles para implementar este tema. Pese a todo, el PSOE está receptivo. Con el Sr. Sánchez nunca sabe uno a qué
atenerse. Abre pantalla nueva cada día. Y entrará por el aro. Como hizo con los beneficios caídos del cielo de las eléctricas. Luego ya se verá.
¿Y esto qué significa?
Para entender esto, veamos los datos agregados de las declaraciones del Impuesto sobre Sociedades (IS) en el ejercicio 2019, último con datos definitivos de la AEAT.
El resultado contable positivo (beneficio) declarado fue de 287.000 millones.
Esta cantidad no es la que se grava al 25% en el IS. Lo que se grava es la base imponible. Y la base imponible resulta de sumar al resultado contable ciertas partidas que Hacienda considera que deben tributar (aunque hayan sido gasto contable) y de restar ciertas partidas que Hacienda considera que no deben tributar (aunque hayan sido ingreso contable). Estos son los ajustes positivos o negativos.
El principal ajuste negativo, por importe de 135.000 millones, es el de los dividendos percibidos de filiales españolas o extranjeras. Estos dividendos forman parte del resultado contable, pero proceden de un beneficio que ya ha tributado en el IS, en España o en el extranjero. Por eso, la ley española, para evitar la doble imposición, los aparta de tributación en España.
El segundo ajuste negativo más importante es el de las bases imponibles negativas procedentes de ejercicios anteriores. Es natural que fiscalmente las pérdidas de ejercicios anteriores maten los beneficios de los ejercicios posteriores.
Hay otros ajuste menores, positivos y negativos, y así resulta la base imponible agregada del IS español 2019: 111.000 millones.
Esta base se grava al 25% (30% para Bancos y Petroleras) y de ahí resulta una cuota íntegra de 27.000 millones.
Sobre esta cuota pueden aplicarse unas deducciones, todas irrisorias, que suman 3.000 millones, y así resulta la cuota líquida: 24.000 millones. Esta es la recaudación del IS en el 2019.
¿Sobre qué cantidad se aplica el 15%?
Si se aplica el 15% sobre la base imponible (111.000 millones) resulta una cuota de 16.650 millones. Mucho menos que los 24.000 recaudados. Así no hay nada que rascar.
Si se aplica el 15% sobre el resultado contable (287.000 millones) resulta una cuota de 43.050 millones. Como sólo se han ingresado 24.000, falta por ingresar 16.050 millones. Bonita conclusión.
Hay una pega: es necesario computar los impuestos pagados, en España o en el extranjero, por las filiales de donde proceden los dividendos.
En el mecanismo que está estudiando la OCDE, el 15% aplica sobre el beneficio mundial, pero, para saber cuánto se ha pagado por IS, se computan los impuestos pagados en todos los países. Es natural. Y no vamos a hacer en España una cosa diferente.
¿Y a cuánto asciende el importe de los impuestos pagados en el extranjero? No lo sabemos. Habrá que ver caso a caso. Pero, a ojo de buen cubero, pensamos que, en muchos casos, computados todos los impuestos pagados, saldrá más del 15%.
¿Habrá más estacazos fiscales?
Puede haber algún otro estacazo fiscal en la Ley de Presupuestos. Por ejemplo, un aumento de la tarifa del IRPF en 2 puntos (para las rentas superiores a 130.000 euros), o en 4 puntos (para las rentas superiores a 300.000 euros).
Y no dejamos de pensar en la malquerencia gubernamental hacia la fiscalidad de Madrid y en sus irrefrenables deseos de armonizar Sucesiones y Patrimonio imponiendo tipos mínimos para todas las CCAA. Paradójicamente, están alentados en este penoso empeño centralizador por un partido independentista como ERC.
Y no olvidemos las consecuencias del nuevo Valor de Referencia del Catastro para todos los inmuebles.
Conclusión
En el estado actual de nuestra economía, con la recuperación cogida con alfileres, todas las iniciativas de subidas fiscales son una barbaridad. Son otra amenaza a la recuperación. Estas son las muy peligrosas consecuencias de la inestabilidad política en que vivimos.