Ecos Independentistas/ La mesa del diálogo de besugos

Los presidentes Pedro Sánchez y Pere Aragonés en Barcelona, poco antes de la segunda reunión de la mesa de diálogo, en septiembre de 2021.

¿De qué puede servir una reunión negociadora en la que una de las partes exige lo que sabe que la otra parte no está en condiciones de dar —amnistía y referéndum de autodeterminación—? ¿Qué diálogo pueden entablar si una de las partes está subdividida en dos facciones permanentemente enemistadas? ¿Qué esperanzas hay de llegar a algún acuerdo si una de dichas facciones ha dejado claro desde el primer momento que la reunión negociadora no servirá para nada? A esto ha quedado reducida la política catalana.

«¿Qué diálogo pueden entablar si una de las partes está subdividida en dos facciones permanentemente enemistadas?»

A falta de asuntos de enjundia, nos entretienen con detalles anecdóticos: que si el presidente Sánchez va o no va a la reunión; que si se inclina ante la bandera catalana en ausencia de la española; que si se ha reunido a solas con el presidente Aragonès durante casi dos horas; que si ha ido con el líder socialista catalán a tomar algo en un café con amplias vistas a la calle; que si «matar a Puigdemont», en sentido figurado, es el gran objetivo oculto del PSOE y de ERC—pues claro, no van a ir a buscarlo como a Tarradellas—.

Ante los resultados de las últimas elecciones autonómicas, fue evidente que el independentismo había ganado pero que sería incapaz de llevar a cabo una acción de gobierno mínimamente coherente. No ha hecho falta que expirase el plazo de dos años arbitrariamente autoimpuesto —entonces habrá de someterse a una cuestión de confianza para que la CUP pueda lucirse—, ya que con sólo cuatro meses este gobierno ha demostrado que no va a llegar a nada.

«Con sólo cuatro meses este gobierno ha demostrado que no va a llegar a nada».

El pacto de los dos Pedros

La mesa de diálogo provoca la primera gran crisis en el nuevo Govern, titulaba el Ara el miércoles 15. La «primera gran crisis», porque pequeñas crisis ya las habido y son el pan de cada día. ERC y JxCat habían acordado que a la mesa negociadora acudirían sólo consejeros del gobierno, «la única manera de dar legitimidad a la negociación con el Estado» según Aragonès; pero en JxCat «niegan que hubiera ningún pacto sobre esto» y querían presentarse con una alineación de figuras al margen del gobierno. «La decisión hizo enfadar a ERC, que no tardó en mostrar una indignación ascendente. La temperatura subió desde declararse molestos inicialmente hasta hablar directamente de deslealtad más tarde.» Al final, JxCat prefirió excluirse; más adelante, ya se verá.

Da lo mismo quién puso la zancadilla a quién, la cuestión es que son socios de gobierno y así es como se presentan en sociedad. «Las desavenencias son evidentes, pero el margen de ERC para gobernar en solitario cuando solo tiene 33 diputados —de 135— en el Parlament es prácticamente inexistente. Además, Aragonès tampoco dispone por ahora del botón nuclear de convocar elecciones anticipadas, puesto que tiene que pasar un año como mínimo desde el 14 de febrero. A la mala salud de hierro del Govern todavía le quedan nuevos capítulos.» Hay que ser muy entusiasta de este gobierno para hablar de «mala salud de hierro» cuando todo el mundo se da cuenta de su constitución enfermiza.

«Hay que ser muy entusiasta de este gobierno para hablar de «mala salud de hierro» cuando todo el mundo se da cuenta de su constitución enfermiza».

Al día siguiente, en el mismo Ara, David Miró habla de la mesa negociadora como del inevitable Pacto de los dos Pedros puesto que «los dos necesitan que funcione o, al menos, que tenga una vida larga, para sus intereses respectivos». «Unos tendrán que poder decir que la mesa ha dado suficientes frutos para seguir por este camino (reforma del delito de sedición, cambio de la ley del Tribunal de Cuentas, blindaje del catalán en la escuela, etc.), y los otros tendrán que poder defender que no hay ningún privilegio para Catalunya y que se trata de reformas que refuerzan la democracia y el estado autonómico.»

«Los dos necesitan que funcione o, al menos, que tenga una vida larga, para sus intereses respectivos»

David Miró

Pero en este cuento de la lechera negociador, hay feos nubarrones en el horizonate. Según Miró, «la incógnita es saber qué pasará si JxCat aumenta la presión para hacer descarrilar la mesa y si, en este escenario, ERC se atrevería a pulsar el botón rojo y gobernar en minoría.» No es ninguna incógnita: JxCat aumentará la presión porque es lo único que sabe hacer y está en su naturaleza. En cuanto a un gobierno en solitario de ERC, sólo sería viable con el apoyo socialista, que cuentan también con 33 diputados —y superándoles en sufragios—, y su renuncia, al menos transitoria, a formar parte del bloque independentista.

«La incógnita es saber qué pasará si JxCat aumenta la presión para hacer descarrilar la mesa y si, en este escenario, ERC se atrevería a pulsar el botón rojo y gobernar en minoría.»

David Miró

Posibilismo contra maximalismo exaltado

Joan Tapia, en el Periódico¿Independentismo incompatible?—, resume los desencuentros existentes: «Entre las posiciones de la ANC, que querría —no explica cómo— la independencia exprés; la de JxCat, que intenta agudizar el conflicto y torpedear la mesa de diálogo —el sobreentendido es que la única negociación debe ser entre Puigdemont y el Estado—, y las de Aragonès y Junqueras, que dicen que la mesa de diálogo es una gran conquista porque su sola existencia es un reconocimiento de España, ante el mundo, del conflicto catalán, las diferencias son abismales.»

«Ante el mundo, del conflicto catalán, las diferencias son abismales.»

Joan Tapia

Después del último 11 de septiembre, «es todavía más incontestable que la única política independentista algo sensata es la de ERC: negociar e intentar captar más apoyos en la población, lo que no es tan fácil. El problema de Aragonès es que articular esta política con autoridad y fuerza es muy difícil (casi imposible) si la mitad del independentismo, o una parte de los creyentes más activos, no la comparte. O incluso la sabotea».

Salvador Sostres, en Abc, el día 15 —Puigdemont, el belga; Aragonès, el contable—, retrata así a los dos contendientes: «Si Esquerra se toma en serio esta negociación no es porque crea que conduce a la independencia o a un referendo pactado sobre ella, sino porque precisamente sabe que este camino no existe y busca una claudicación lo más ordenada y ventajosa posible. JxCat entiende igualmente que la secesión es inviable, pero su actual negocio no es el del posibilismo —como lo fue el de Jordi Pujol— sino el maximalismo exaltado, y ver qué gana con sus detonaciones de broma, siempre controladas.»

« JxCat entiende igualmente que la secesión es inviable, pero su actual negocio no es el del posibilismo —como lo fue el de Jordi Pujol— sino el maximalismo exaltado, y ver qué gana con sus detonaciones de broma, siempre controladas».

Salvador Sostres

Y al día siguiente —No conoces a tu pueblo— expone quién sale ganando en todo este embrollo: «Pedro Sánchez ha hecho lo más inteligente: ceder espacio a ERC y a JxCat para que se retrataran en su infantilismo y su incapacidad» y «habrá conseguido que le voten los presupuestos a cambio de unos indultos de los que nadie se acordará cuando se celebren las próximas elecciones generales.»

«Pedro Sánchez ha hecho lo más inteligente: ceder espacio a ERC y a JxCat para que se retrataran en su infantilismo y su incapacidad»

Salvador Sostres

En cambio, la situación de Pere Aragonès es lamentable: «Tras haber arruinado el aeropuerto y sin haber conseguido nada, tenía a la mitad del Govern y a la CUP llamándole traidor en la calle», y a diferencia de Sánchez, «aún no tiene ni elaborados sus presupuestos y pretende elaborarlos con los que se amontonaban en la calle para insultarle».

El Gobierno Aragonès está sentenciado

Tampoco se hace ilusiones Francesc-Marc Álvaro, en Nació Digital, sobre el que llama El Govern zombi, a pesar de manifestar —parece que sin ironía— «un gran respeto por Jordi Sànchez como elaborador de estrategias»:

«Cuando JxCat hace este pulso al presidente, pone en marcha una batalla que debilita objetivamente el conjunto del gabinete catalán y que cambia la escala de las tensiones internas entre socios (…) Es una muestra irrefutable de que no pueden gobernar juntos. Es la prueba de que no hay una mínima solidaridad interna para hacer nada. No parece esperable que JxCat modifique su posición (…) El partido de Puigdemont no vive en el presente, su táctica está orientada a predominar en un paisaje futuro de fracaso de las expectativas de máximos.»

«Cuando JxCat hace este pulso al presidente, pone en marcha una batalla que debilita objetivamente el conjunto del gabinete catalán y que cambia la escala de las tensiones internas entre socios (…) Es una muestra irrefutable de que no pueden gobernar juntos».

Francesc-Marc Álvaro

El más idealista de los independentistas tendrá que reconocer que, ante la incompatibilidad manifiesta de las estrategias de partido, la coalición sólo se sostiene gracias al valor contable de los cargos repartidos. Concluye Álvaro: «Cómo será la cohabitación de ERC y JxCat a partir de ahora? El tiempo se nos hará largo (…) El Gobierno Aragonès está sentenciado. Podrá seguir tirando como zombi, pero esto asustará a pequeños y a mayores.»

Para Vicent Partal, en Vilaweb, Sánchez consigue lo que quería: robar aún más tiempo: «Su principal objetivo era ayer que el presidente Aragonès pasara por alto y olvidase, desmontase, aquella frontera de los dos años que había pactado con la CUP. Que la Generalitat aceptase que no hay ninguna prisa ni ningún límite temporal para la mesa. Si esto dura veinte años, que dure veinte. Mejor aún. Que él, en todo caso, continuará jugando la carta de dejar pasar el tiempo para ir normalizando y legitimando su programa.»

«Sánchez consigue lo que quería: robar aún más tiempo: (…) continuará jugando la carta de dejar pasar el tiempo para ir normalizando y legitimando su programa».

Vicent Partal

En cuanto al presidente Aragonès, «con esta reunión ha ganado unos cuantos meses de margen que permitirán a ERC hacerse valer, con ese argumento inflado según el cual por primera vez un presidente español acepta que hay un conflicto político, por lo que a Pedro Sánchez le podrán aprobar el presupuesto español sin muchas discusiones internas ni problemas. Pero el precio para Aragonès es el nerviosismo cada vez más evidente de la CUP (…) y, sobre todo, la afirmación de JxCat, que ha jugado muy fuerte y ha sabido marcar muy bien un perfil propio y diferenciado, cuando ya parecía estar dócilmente dentro del gobierno.»

«La inestabilidad está garantizada por la incompetencia de todos los protagonistas; pero la inestabilidad siempre es una buena noticia para algunos, aunque sea mala para la mayoría».

La inestabilidad está garantizada por la incompetencia de todos los protagonistas; pero la inestabilidad siempre es una buena noticia para algunos, aunque sea mala para la mayoría. Partal ya tuvo una alegría —Puix és la taula de diàleg…— en la manifestación del 11 de septiembre, donde «no vi ni un solo cartel, ni un solo grito, no ya a favor de la mesa de diálogo, sino ni siquiera en contra. El alejamiento de la clase política respecto de la calle es inmenso.

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