A escasos días de que la mesa de diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat se reúna por segunda vez desde que fue creada en febrero de 2020, nada se sabe sobre si participará en la misma el presidente Pedro Sánchez. La incertidumbre está haciendo mella en el separatismo, poco flexible a la hora admitir que sus preocupaciones no son prioritarias para el resto del Estado. Desde Moncloa, solo se ha desvelado que hasta Barcelona se desplazará una comitiva gubernamental formada por el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y los titulares de Política Territorial (Isabel Rodríguez), Cultura y Deportes (Miquel Iceta), Universidades (Manuel Castells) y Trabajo (Yolanda Díaz).
Es evidente que la participación de Sánchez en este encuentro daría al mismo el grado de seriedad que desea el separatismo. De no acudir, es muy probable que tampoco lo haga el presidente de la Generalitat, el republicano Pere Aragonés, cuya participación tampoco ha sido confirmada por el Govern, a la espera de que el Ejecutivo central tome una decisión.
Diferentes propuestas
En cuanto al orden del día, por otro lado, todo indica que cada grupo irá con el suyo propio. Mientras que desde el Gobierno se pretende dar salida a las tradicionales reivindicaciones autonómicas de la Generalitat, en el lado catalán todo indica que solo se plantearán los problemas de la amnistía y de la celebración de un referéndum pactado. Las propuestas del Gobierno central, según han recogido varios medios, serán las mismas que ya en ocasiones anteriores ofreció negociar Sánchez al entonces presidente de la Generalitat, el hoy inhabilitado Quim Torra. Una oferta rechazada desde la Generalitat apelando a que eran cuestiones para tratar en la comisión bilateral.
La vía del fugado Puigdemont
En el lado catalán, la mesa de diálogo estará dividida entre los que confían en obtener resultados, ERC, y los que, por el contrario, tienen claro que será un fracaso, como es el caso de Junts. Los posconvergentes se preparan ya para una nueva fase en la que apostarán firmemente por la vía unilateral. Esa es, al menos, la conclusión a la que han llegado los diputados del grupo parlamentario que se ha desplazaron días atrás hasta Bruselas para reunirse con el líder del partido, el fugado Carles Puigdemont. En este encuentro, además de dejar claro que esta será la única salida al problema creado por el separatismo, se admitió que la reacción de Europa a las reivindicaciones independentistas no ha sido la esperada. Sin embargo, todo se fía ahora a las resoluciones que deben adoptar diferentes tribunales europeos sobre esta cuestión.
Así las cosas, tras el fracaso de la manifestación del 11-S, el curso político comienza en Cataluña con más incertidumbres que nunca y muchas señales de que el procés está estancado y en un punto en el que puede perfectamente suceder que ERC vuelva al autonomismo, con la excusa de la crisis del COVID-19, y la posconvergencia se vea obligada a una reorganización y a la búsqueda de liderazgos menos radicales y más conectados con la realidad catalana.