Es conocido que el régimen nazi convocaba marchas nocturnas con antorchas durante los actos del partido en los años 30. Este motivo, sin embargo, no es óbice para que el separatismo despliegue exactamente la misma parafernalia cada año en vísperas de la Diada. Es lo que sucedió anoche, cuando diversas marchas por la secesión convocadas por la Assemblea Nacional Catalana desfilaron con antorchas por distintas localidades de toda Cataluña. La más emblemática fue la que aconteció en el barcelonés Fossar de les Moreres, escenario fetiche del separatismo radical.
Allí, además del expresidente Quim Torra, también hizo acto de presencia Oriol Junqueras, ausente de los últimos actos similares debido a su encarcelamiento. Sin embargo, ello no impidió que fuese recibido al grito de «botifler» por parte de los seguidores más exaltados, que presumiblemente le achacaron la condición de «traidor» por su apoyo a la mesa de negociación entablada con el Gobierno central y la renuncia provisional a quebrantar la legalidad para alcanzar la secesión.
Un estética que genera rechazo
La siniestra estética que rodea estos actos ha contado con el rechazo de figuras alineadas con el constitucionalismo —no en vano, Ciudadanos lleva una década criticando estas marchas y su similitud con actos fascistas practicamente desde hace una década. Es lo que destacó anoche en la red social Twitter la activista antiseparatista Missantropez: «Una marcha nocturna de antorchas y el himno nacional con banderas ondeando al viento. Menos mal que Pablo Iglesias nos garantiza que en Cataluña no hay cosas ultraderechistas. Si no, nos habrían parecido esencialistas de Alabama».
Por su parte, el analista político Javier de Erausquin resaltó: «Barcelona hoy. Marcha nacionalista de antorchas. No puedo ni describirlo. Es una religión. Lo que ha hecho el nacionalismo a Cataluña es imperdonable».