Corría el año 2017 y Cataluña vivía en plena tensión. La aprobación de las leyes de transición a principios de septiembre, el referéndum ilegal del 1-O y la efímera declaración unilateral de independencia opacaron, incluso, el sangriento atentado islamista del 17 de agosto en Barcelona y Tarragona. El separatismo estaba en pleno auge y, justo en aquellos momentos, Rosa María Sardà, la Sardà, se presentó en el Palau de la Generalitat para devolver la Creu de Sant Jordi, la máxima distinción de Cataluña, que la había sido otorgada en 1994.
Participó en mítines del PSC y fue una de las oradoras de la gran manifestación de Sociedad Civil Catalana (SCC) en marzo de 2018. A su extenso y brillante currículum como actriz, la Sardà unía el de ciudadana política con ideas claras. Republicana y socialista. Sin más. Algo que los separatistas nunca le han perdonado. Y este jueves, tras conocerse la noticia de su fallecimiento, lo han demostrado en redes sociales como Twitter, donde se han referido a ella de todas las maneras despectivas posibles, a pesar de que sus líderes políticos han publicado mensajes de pésame en los que han preferido destacar su importante papel en la cultura catalana, antes que su protagonismo político o su marcado antiprocesismo.
El presidente Quim Torra ha destacado su «legado profesional», mientras que la desconocida consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga, ha preferido remitirse al también fallecido Josep Maria Benet para describir a la Sardà como «tozuda como una mula y siempre generosa».
Solo el ex conseller Josep Rull (JxCat), ahora en prisión por el referéndum ilegal del 1-O, ha recordado la faceta política de Sardà en su mensaje de pésame. Algo que no ha hecho el también condenado Oriol Junqueras (ERC).
La oficialidad ha ido este jueves por un lado y lo que los líderes separatistas llaman «el pueblo» ha escogido otro camino. Y, así, este jueves la red más irreverente del mundo se ha llenado de mensajes de independentistas tildando a la Sardà de «facha«, «botiflera» o «española» y mostrando, incluso, cierta alegría por su fallecimiento. Si en la muerte del cantante Pau Donés solo un par de separatistas dieron rienda suelta a su delirio contra España en la persona del artista, en la de Rosa María Sardà, por algún extraño motivo, han sido muchos más los separatistas que se han sentido respaldados a la hora de lanzar todo tipo de críticas e insultos contra la actriz.