El terremoto provocado por la concesión de los indultos y agravado por las millonarias fianzas impuestas por el Tribunal de Cuentas a los separatistas han puesto al presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, en aprietos. Tanto es así que este jueves ha tenido que volver a dejar claro que el PSOE no apoyará a los independentistas catalanes en una nueva aventura rupturista y que, de volver a intentarlo, al Ejecutivo no le temblará la mano para aplicar «de nuevo la ley«.
En una entrevista en La Sexta recogida por La Vanguardia, Sánchez ha dado a entender que no contempla que se produzca otra vez un escenario de tensión como el de los meses de septiembre y octubre de 2017. Y menos aún tras haber otorgado los indultos a los nueve condenados por el referéndum ilegal y la reactivación de la mesa de diálogo entre el Gobierno y el Govern.
Sánchez ha restado importancia a las bravatas habituales del separatismo porque, ha dicho, lo importante son «los hechos». Y lo cierto es que, desde su llegada a La Moncloa, el independentismo no ha ido más allá de las amenazas. «La democracia», ha dejado claro el presidente, «no persigue a nadie por defender sus ideales«. No obstante, ha aclarado que esta defensa debe producirse siempre «dentro de la legalidad democrática y de la Constitución». También ha recordado que, desde que es presidente, ningún cargo público catalán ha hecho referencias a la vía unilateral ni a «un quebrantamiento de la legalidad democrática«.
El absurdo separatista
El presidente, por otro lado, ha calificado de «absurdo» la pretensión separatista de reconocer el derecho de autodeterminación para Cataluña. Y es que, ha añadido, este derecho, tal y como lo entienden los separatistas, «no existe». Además, sería necesario que tanto el PSOE como el PP apoyaran una reforma constitucional que permitiera modificar el artículo 2 de la Carta Magna. Algo que no se va a producir.
El referéndum, finalmente y según se observa desde el Gobierno, solo contribuiría a fragmentar aún más a la sociedad catalana. Algo que el presidente no va a consentir y menos ahora, cuando desde el Ejecutivo existe total predisposición a dialogar con el Govern liderado por el republicano Pere Aragonés. Sánchez tiene como proyecto «reconstruir la convivencia rota» y una consulta sobre la independencia agravaría la ruptura y afectaría a la convivencia.