De héroe a villano. Así es como ha cambiado la visión que el separatismo tiene del líder de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero. El motivo es que, si en un primer momento los secesionistas lo encumbraron por sus guiños al movimiento —llegaron a imprimir camisetas recordando la respuesta cortante que le espetó a un periodista extranjero que no entendía el catalán—, más tarde renegaron de él por su declaraciones exculpatorias en el juicio del procés, donde aseguró que la vía unilateral era una «barbaridad» y que se ofreció él mismo a detener a Puigdemont en caso de requerirlo un juez.
Anoche, en una entrevista en TV3 rodeada de expectación al ser la primera concedida por el policía desde el referéndum ilegal de 2017, Trapero explicó que ante otra consulta de las mismas características su «posicionamiento» sería el mismo que hace cuatro años. «Sería el cumplimiento de la ley, que es a lo que estamos obligados», relató, justificando así su controvertido papel en la jornada del 1 de Octubre —recordemos que fue acusado de rebelión, luego de sedición y posteriormente absuelto debido a la pasividad de los Mossos ese día, que dejaron en manos de los antidisturbios nacionales la complicada tarea de impedir que los separatistas votasen.
Juicio a los Mossos
Por otra lado, pese a su insistencia en que seguía confiando en la justicia, Trapero sostuvo que el proceso judicial —cuya experiencia calificó de «muy dolorosa— fue un juicio a los Mossos, de quienes afirmó que actuaron aquel día «con una cierta ingenuidad como cuerpo». Asimismo, ha reprochado que haya quien infravalorase la posibilidad de que fuera condenado por desobediencia en dicho juicio: «¿Por qué debo pagar por una simple desobediencia que no he hecho y que implica que yo me quede sin trabajo, que pierda lo que he construido durante 25 años o 30 de mi vida?», se preguntó.