Ecos Independentistas/ Felipe VI en Cataluña

Felipe VI

Una visita del Rey a Cataluña, desde el punto de vista independentista, tiene un peligro: si se produce sin incidentes, sin desplantes, sin manifestaciones de rechazo, podría dar la impresión que se está produciendo un retorno a la normalidad; por eso se impone la necesidad de vacilaciones protocolarias, disturbios en la calle y enumeración de agravios.

El editorial del PuntAvui, Equilibris reials, recuerda al nuevo gobierno de la Generalitat que aquí no hay normalidad que valga: «Es tan irresponsable olvidar hoy qué fue, por qué se hizo y qué supuso el 1 de octubre de 2017, como normalizar la represión antidemocrática y vengativa que desde aquel otoño está ejecutando el Estado al grito de “a por ellos” y al amparo de la histórica declaración de hostilidad contra millones de catalanes del rey Felipe VI, el 3-O.»

Aquí está el discurso de aquel día — para quien quiera rastrear esa supuesta «declaración de hostilidad». El reproche del jefe del Estado es a unas autoridades que «con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña. Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando —desgraciadamente— a dividirla.»

«Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando —desgraciadamente— a dividirla»

El editorial advierte también que el gobierno de Pedro Sánchez «aparenta que los indultos y la etapa de deshielo institucional son el contexto propicio para normalizar la presencia del rey en Cataluña y la de ayer es sólo una de las tres visitas que le ha programado este mes», pero «los ciudadanos le harán saber de una manera u otra que se equivoca y el gobierno catalán hará bien en responder con coherencia y con más claridad de lo que lo ha hecho».

«Los» ciudadanos, o sea unos cuantos que pretenden hablar por todos, actuarán, «de una manera u otra», con la «coherencia» que al gobierno le falta.

«Los» ciudadanos, o sea unos cuantos que pretenden hablar por todos, actuarán, «de una manera u otra», con la «coherencia» que al gobierno le falta.

Reconectar con Cataluña

Sean unas u otras las maneras, se parecen bastante. La quema de una gran foto del Rey boca abajo es un buen ejemplo de la aspiración a mantener la anormalidad de los últimos años. Y por cierto que el acto contiene una flagrante redundancia. Poner el retrato de alguien al revés es una clara muestra de rechazo. La quema en efigie —lo que hacía a Inquisición cuando no podía pillar al condenado— es también una muestra de rechazo. Pero en este caso dos negaciones no equivalen a una afirmación.

«Sean unas u otras las maneras, se parecen bastante. La quema de una gran foto del Rey boca abajo es un buen ejemplo de la aspiración a mantener de los últimos años·

La crónica del diario Ara habla de una operación para —reconectar a Felipe VI con Catalunya— en la que se incluyen los indultos. Atribuye a fuentes del gobierno español la valoración positiva del encuentro entre el jefe del Estado y el presidente de la Generalitat, dentro de «una reunión “privada” con una delegación de empresarios coreanos». Dichas fuentes quitan importancia a la ausencia de Pere Aragonès en la cena organizada por el Cercle d’Economia: «Lo importante es que haya representación del ejecutivo catalán después de años de ruptura.»

«Lo importante es que haya representación del ejecutivo catalán después de años de ruptura»

ARA

El enredo, perfectamente evitable, sobre quién asistiría a esa cena demuestra los esfuerzos que tiene que hacer el gobierno de coalición entre ERC y JxCat para evitar una imagen conciliadora con el «Estado represor». Acordaron que no iría Aragonès sino el vicepresidente Puigneró (JxCat), quien horas después declina la responsabilidad, que finalmente recae en Laura Vilagrà (ERC). Debe ser que el partido de Waterloo no quiere aparecer en público cerca del monarca.

«El enredo, perfectamente evitable, sobre quién asistiría a esa cena demuestra los esfuerzos que tiene que hacer el gobierno de coalición entre ERC y JxCat para evitar una imagen conciliadora con el «Estado represor»

Para completar la jugada, que les debe parecer maestra, el presidente Aragonès irá este viernes a Waterloo a despachar con el presidente Puigdemont, mientras el presidente Sánchez está en Barcelona. Una manera bien curiosa y algo tardía de contraprogramar la visita del Rey.

Pero en eso están: «Desde el Govern se quiere trasladar que lo que haga el Rey del reino de España no condicionará la agenda del president», en palabras de la portavoz Patrícia Plaja. Toda una declaración de intenciones, según el Nacional.

El pragmatismo y sus circunstancias

El editorial de la VanguardiaDe la épica al pragmatismo— advierte «un cambio de clima en el que se percibe un renovado espíritu de cortesía». Esto en referencia al discurso de Pere Aragonès en la jornada inaugural del Cercle d’Economia, en el que habló de abordar «una nueva etapa en Catalunya y una puesta al día»:

«No empleó la palabra referéndum, sino que insistió en la necesidad de una “solución ratificada”. Tampoco hizo referencia a represalias genéricas, sino que mencionó, delante de una platea de empresarios, agravios concretos como “el déficit fiscal” o “el incumplimiento de las inversiones” y reclamó la gestión directa del aeropuerto, del puerto y de la Zona Franca. En resumen, poca gesticulación y muchas reivindicaciones basadas en argumentaciones económicas.»

Màrius CarolLa normalidad no es lo que era— destaca el contraste de la situación actual con la de no hace tanto:

«Había interés en saber qué guión seguiría la Generalitat, sobre todo después de que en marzo pasado la ausencia de la institución en un acto en la sede de Seat en Martorell molestó soberanamente al presidente de Volkswagen, que había venido a explicar los planes de futuro de la compañía. Lo que quería ser un feo al Monarca fue entendido como una desconsideración por la multinacional automovilística. Un despropósito que demostró que no se podía hacer peor las cosas.»

«Había interés en saber qué guión seguiría la Generalitat, sobre todo después de que en marzo pasado la ausencia de la institución en un acto en la sede de Seat en Martorell molestó soberanamente al presidente de Volkswagen»

Màrius Carol

No hay que esforzarse mucho, pues, por hacerlo un poco mejor. La cuestión es si el nuevo gobierno es capaz de percibir la necesidad de hacerlo o si la pasión por repetir errores pasados se llevará por delante las buenas vibraciones que algunos perciben.

Comentando lo que dijo la portavoz de ERC, Marta Vilalta, sobre que «el Rey no es bienvenido en Catalunya», Carol dice que «no debe de ser del todo cierto a la vista de la presencia de lo más representativo del empresariado catalán en las jornadas». Aquí cabe recordar que buena parte del independentismo es hostil no sólo a las empresas existentes sino a la misma libertad de empresa.

«Buena parte del independentismo es hostil no sólo a las empresas existentes sino a la misma libertad de empresa»

Sobre si «habrá que acostumbrarse a que la retórica republicana [de este gobierno] sea el envoltorio imprescindible para sus políticas pragmáticas, que están en las antípodas de las propugnadas por Quim Torra», la contradicción, que ya es insoportable, acabará haciéndose insostenible. Por poco pragmáticas que sean, nadie podrá creer, ni los que lo celebran ni los que lo lamentan, que van a servir para construir una república.

También en la Vanguardia, Josep Martí Blanch La migraña del Rey la sufre el Govern— entiende que la súbita renuncia de Puigneró a asistir a la cena con el Rey fue un mensaje directo al presidente Aragonès: «El mensaje es meridianamente claro: manda sobre los tuyos, que nosotros mandamos sobre los nuestros.» Poco ha cambiado pues respecto a la legislatura anterior en cuanto a la división en el seno del gobierno.

«El mensaje es meridianamente claro: manda sobre los tuyos, que nosotros mandamos sobre los nuestros»

Josep Martí Blanch

El independentismo aún no ha entendido que gobernar consiste en resolver los problemas, no en crearlos, y en dejar que la sociedad funcione sin más trabas que las que reclama la paz pública, no en conducirla a una tierra prometida imaginaria.

Como dice Martí Blanch: «No se puede aterrizar y volar al mismo tiempo. Y el avión independentista está en el suelo. Con el fuselaje dañado, pero en la pista. Cierto que hay una parte del pasaje que se niega a desembarcar…» Un parte del pasaje al que sus líderes deben una explicación, como diría el alcalde de “Bienvenido Mr. Marshall”, y la explicación que les deben van a tener que pagarla.

«No se puede aterrizar y volar al mismo tiempo. Y el avión independentista está en el suelo. Con el fuselaje dañado, pero en la pista»

Josep Martí Blanch

Fin de la grosería institucional

Antonio Franco, en el PeriódicoLa extraña pareja Aragonès – Sánchez—, ve a Aragonès «con la dignidad suficiente para negarse a que el Consell per la República le dicte desde Waterloo a la Generalitat lo que tiene que hacer» y aplaude que «la grosería institucional militante de la etapa de Quim Torra no tiene continuidad, aunque la Generalitat mantenga las formas contenidas propias de una situación tensa entre Catalunya y España». Con «formas contenidas» debe referirse a los desaires de baja intensidad que aún tiñen de anormalidad las relaciones institucionales en Cataluña.

«La grosería institucional militante de la etapa de Quim Torra no tiene continuidad, aunque la Generalitat mantenga las formas contenidas propias de una situación tensa entre Catalunya y España»

Antonio Franco

Franco también ve que Aragonès «actúa sabiendo que la oposición parlamentaria —especialmente PSC y els Comuns— puede ser quien estabilice desde fuera las iniciativas regeneradoras de su Govern, mientras sus dos socios, Junts y la CUP, sin respetar el plazo de los dos años de distensión que prometieron, intentan desde el primer momento hacerle la pinza y zancadillear las líneas de actuación política que desea emprender para descabronear la situación.»

En Nació Digital, Pep Martí i VallverdúUna cadira buida davant del rei— justifica ese estar sin estar del todo en la cita con el Rey.

«Desde el Gobierno se ha recordado este martes que no se ha producido ningún cambio en el criterio, en cuanto a los actos del monarca en Cataluña, establecido durante la presidencia de Quim Torra. La Generalitat no asistirá a los actos organizados por la Casa Real, pero en este caso se trata de unas jornadas organizadas por terceros (…) La representación de un Gobierno es algo serio y todo el espacio que no ocupa es ocupado por otro.»

No exactamente, si la Generalitat no envía ningún representante a un acto o reunión, la representación de los catalanes brilla por su ausencia, porque nadie la asume. En el mismo artículo, al final, se descubre el Mediterráneo: «El protocolo no entiende de amistades ni de simpatías ideológicas. Estados y gobiernos enemigos mantienen encuentros, conversaciones y encajadas de manos. Desconocerlo es ignorar la realidad, primera dueña de los estados y de los países que lo quieren ser.»

Independentistas conservadores

Vivir de espaldas a la realidad ha sido la especialidad de los ideólogos del proceso. Veamos por ejemplo a Vicent Partal Que no us estranye la trobada amb el rei—, para quien fue un «espectáculo lamentable» el «encuentro del gobierno de Cataluña con el Borbón».

Un gobierno que se proclama independentista y de izquierdas —más bien, ideológicamente, de extrema izquierda, según los parámetros habituales en Europa—, pero Partal lo ve de otra manera: «Va quedando claro que este es un gobierno profundamente conservador (…) la actitud los delata.»

Va quedando claro que este es un gobierno profundamente conservador (…) la actitud los delata

Y denuncia «el intento de expulsar a los extremos, fuera del consenso, a todos aquellos que no nos resignamos a cambiar el significado de las cosas ni a todo lo que hemos hecho estos años. Incluyendo, y por encima de todo, el Primero de Octubre. ERC en bloque y Junts mayoritariamente, según se desprende de sus propias declaraciones, parece que ya han elegido. La CUP ayer se enfadó, o eso dijeron, pero de momento da un apoyo clave y fundamental al gobierno más conservador que hemos visto en Cataluña desde el 2016.»

Tal vez previendo que vienen tiempos complicados para sostener eso que ahora llaman «embate», aporta su solución: «El camino es reforzar (…) cualquier organización, asociación, proyecto, medio, debate, formación o lo que sea que los “independentistas conservadores” quieran expulsar de la nueva centralidad que aspiran a crear con su reforma de la reforma del posfranquismo». Por supuesto y como siempre, «en la calle, sobre todo, y cuando sea posible en las urnas».

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