El separatismo catalán se ha instalado en aquello de fer la puta i la Ramoneta en casi todo lo que toca. Expertos en eso de estar en misa y repicando, los independentistas han demostrado esta semana que la hipocresía es su fuerte. Así se ha comprobado en lo que tiene que ver con la postura que han de mantener ante la monarquía y que pasa, al parecer, por decir una cosa y hacer la contraria. De cara a la galería, o lo que los líderes llaman «la base», se mantiene la apariencia de rechazo a Felipe VI con anuncios y proclamas altisonantes a favor de la república catalana. Pero, a la hora de la verdad, se observa al Rey desde una perspectiva de utilidad para los intereses de Cataluña. Sobre todo los económicos.
Así se ha podido comprobar con lo sucedido en la cena del Cercle d’Economia celebrada el miércoles en Barcelona y en la que Felipe VI y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, eran los protagonistas estelares. Hasta el momento del acto no se supo realmente qué representantes del Govern iban a asistir al mismo. El presidente Pere Aragonés primero dijo que sí, después que no y más tarde anunció, como si de un reto al monarca se tratara, que se reuniría el viernes con Carles Puigdemont en Waterloo. Una visita que es difícil no concebir como una rendición de cuentas ante el verdadero líder del procés.
La foto de la discordia
Aragonés, sin embargo, sí asistió a los momentos previos a la cena y, no se sabe si con desagrado, tuvo que aceptar la propuesta de Felipe VI de inmortalizar vía fotografía el encuentro entre el presidente catalán, el monarca, la viceministra Nadia Calviño y el número 1 del Cercle, Javier Faus, entre otros.
Como era de esperar, el independentismo más radical no tardó en utilizar el gesto de Aragonés en contra de ERC. Y como también era de esperar, los medios separatistas que dependen de las subvenciones del Govern tampoco han tardado en justificar la asistencia de Aragonés al acto. Así lo ha hecho El Nacional, cuyo director, José Antich, ha dejado claro en un artículo de opinión que «cuando hay inversiones económicas de por medio, si tú no defiendes lo tuyo, otro sí acabará defendiendo lo suyo«. En el mismo artículo, Antich apunta que el Govern de ERC, Junts y Guanyem-CUP han de «adoptar una estrategia» frente a actos en los que se encuentre Felipe VI. Así, propone que decidan si es mejor «una retirada del Govern de Catalunya, una presencia activa, distante, si la ocasión lo merece, como es el caso de un jefe de Estado como es el de Corea del Sur, o una combinación de ambas».
Una ANC con cada vez menos tirón
Lo cierto es que de un Govern que se autoproclama republicano y que culpa al monarca de la supuesta «represión» del separatismo, debía esperarse un plantón tras otro a Felipe VI. O gestos como el de la ANC, que en cada visita del monarca a Cataluña convoca una «barbacoa real» en la que participan, por lo general, jubilados con tiempo libre. Y es que la ANC no tiene ya el poder de convocatoria de cuando Carme Forcadell presidía la entidad y actuaba mano a mano con la entonces líder de Òmnium, Muriel Casals.
Pero la realidad es que, si bien Aragonés solo estuvo un rato con el rey, fue otra republicana, la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, la que asistió a la cena y, al parecer, trasladó al monarca el problema de los represaliados del procés. Nada que ver con la postura del posconvergente Jordi Puigneró, número 2 del Govern, que directamente rechazó la posibilidad de asistir a un acto en el que Felipe VI era protagonista.
De lo sucedido esta semana se pueden extraer dos rápidas conclusiones. La primera es que la parte republicana del Ejecutivo presidido por Pere Aragonés no le hace ascos a la monarquía si puede sacar algo de esta. La segunda conclusión es que Junts se ha instalado en una postura cada vez más radical que, casi seguro, acabará por dar al traste con el Govern si ERC no logra del Gobierno central la celebración de un referéndum por la independencia legal en los próximos meses. Nada nuevo bajo el sol catalán.
El voto de Lérida vale casi 3 veces que en Santa Coloma de Gramanet. TENÉIS UN 26% DEL CENSO (UNA PERSONA UN VOTO)EN LAS «PLEBISCITARIAS» DEL 14-F.
El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dit adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.En 2019 hubo cuatro elecciones en Cataluña y , en todas, el separatismo perdió más de 300 mil votos.Por cierto, no había COVID .