Isidoro Tapia ha sido secretario general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) y representante español en la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA). Hoy, trabaja como experto de energía en el Banco Europeo de Inversiones en Luxemburgo. Acaba de publicar Un planeta diferente, un mundo nuevo (Deusto), una guía para afrontar el cambio climático, tanto a nivel global como en los hogares, las empresas y las ciudades. Antes de empezar la entrevista, Isidoro nos comenta que sus opiniones son estrictamente personales y no representan a la institución en la que actualmente trabaja.
Como en la pandemia de Covid-19, reducir las emisiones de CO2 requiere colaborar entre países muy diversos ¿Podemos superar este reto?
En estos momentos, China es responsable del 30% del CO2 que se emite en el mundo, más del doble de lo que emiten los Estados Unidos. En Europa emitimos entre el 6 y el 7%. Por tanto, en términos de emisiones y cuantitativamente, hoy importa menos lo que hagamos en los países desarrollados y más lo que se haga en China, Brasil, Sudáfrica, etc.
El CO2 ¿dibujará un nuevo mapa geopolítico?
Geopolíticamente, el mapa térmico de las emisiones nos traslada a un futuro, dentro de 20 años. Un mundo donde, obviamente, China y otros países tienen más poder mientras que otros tienen menos. Pero la atmósfera del planeta es una única atmósfera. El CO2 de una planta térmica en China afecta tanto a China como a Miami o Albacete. Esta interrelación no se había producido nunca. Es una amenaza para el planeta equivalente a una guerra nuclear, que nos obliga a una cooperación muy amplia. La comunidad internacional está tomando conciencia.
«El CO2 de una planta térmica en China afecta tanto a China como a Miami o Albacete. Esta interrelación no se había producido nunca. Es una amenaza para el planeta equivalente a una guerra nuclear, que nos obliga a una cooperación muy amplia»
¿En qué ha evolucionado la conciencia internacional?
El modelo Kyoto establecía protocolos matemáticos para la gestión de las emisiones, pero no incluía a los países emergentes. Ahora, China es el mayor emisor de CO2 mundialm, el bloque soviético ha implosionado y muchos países sobrepasan ese marco. El acuerdo de París es un acuerdo base horizontal, muy amplio, que se va revisando y nos permite ir avanzando poco o poco. Es dinámico, no es una foto estática. Además, la innovación y difusión de las tecnologías avanzará de forma más rápida que en el pasado.
En su libro, habla de la «niponización» de Europa. Pero en Japón hay empresas con siglos de antigüedad y gran valor social. ¿Es viable aquí ésta fórmula?
Hemos evolucionado en sentidos diferentes. En Japón, tienen una visión a largo plazo sobre los empleados y proveedores. Aquí, las empresas aparecen y desaparecen con más rapidez. Pero yo hablo de rasgos como la esperanza de vida, la más alta del mundo en Japón, debida a la investigación médica, la dieta, o el cuidado de la salud. También la bajísima natalidad, por varios factores. Son datos parecidos a los de España, donde nacen 1,3 hijos por mujer.
Se está invirtiendo la pirámide poblacional…
Si, y se va a acelerar. Japón suma a esto escasez de espacio y de recursos básicos. Por ejemplo, importan el 95% de sus necesidades energéticas. Para mantener su estándar de vida, se han visto obligados a un gran desarrollo tecnológico y a una cultura de aprovechamiento de espacios y recursos. Allí, tres generaciones pueden vivir en una misma casa. Si recursos básicos como el agua empiezan a ser escasos, nuestra configuración se parecerá a la japonesa: introvertidos hacia el exterior, uso de nuevas tecnologías para mantener niveles de vida, o abuelos y nietos viviendo juntos. También «la ciudad de los 15 minutos», donde todas las actividades de la vida diaria están cerca del hogar y se puede acceder a ellas paseando.
Con las energías renovables ¿se reducirán los riesgos en el mundo?
Habrá menos posibilidades de interrupción de los suministros energéticos. No veremos embargos como los del petróleo del 73 o la primera guerra del golfo, que provocó un conflicto bélico mundial, porque no existirá un «grifo que cerrar». Pero aparecerán otros riesgos, como, por ejemplo, los ataques a la seguridad de las redes, o la ciberdelincuencia. Y existe una segunda lectura. Las grandes infraestructuras de conexión, como los gasoductos, actúan de anclaje entre unas zonas del mundo y otras. Oriente Medio puede haber sido conflictivo, pero su estabilidad también se la han dado grandes consumidores, como Estados Unidos y Europa. La relación con Rusia no ha ido a peor por la interdependencia mutua.
«Si recursos básicos como el agua empiezan a ser escasos, nuestra configuración se parecerá a la japonesa: introvertidos hacia el exterior, uso de nuevas tecnologías para mantener niveles de vida, o abuelos y nietos viviendo juntos»
La brújula geopolítica energética ¿se orienta al Este?
En los últimos siglos, la hegemonía mundial se ha vinculado a un paradigma energético: del carbón del Reino Unido al petróleo de Estados Unidos. Un nuevo paradigma puede llevar a un cambio: en contraposición a los petro-estados, los nuevos electro-estados. El 30% de las patentes de las renovables a nivel mundial son chinas. Las tecnologías viajan más rápido que las moléculas de petróleo o gas natural y se difunden enseguida. La fotovoltaica, por ejemplo, tiene barreras de entrada muy pequeñas.
Naomi Klein cree que las energías renovables deberían llevar a una democratización de la economía. ¿Es previsible?
En el mundo industrial, las economías de escala son cada vez más grandes. La batalla entre corriente continua y alterna se dirimió a favor de la corriente alterna y eso produjo una industria cada vez más vertical. Usando paneles solares en las comunidades, quizás se puede generar la electricidad doméstica que se necesita. Pero si la economía de escala pierde importancia, lo ganará la economía de red. Y las grandes tecnológicas tipo Google o Amazon también pueden generar grandes conglomerados en base a economía de red.
Según Niño Becerra, “una Amazon” es anticapitalista, porque supone una concentración de capital brutal. Si los estados declinan ¿viviremos un nuevo sistema económico?
Me cuesta ir tan lejos. En los 70, se produjo un movimiento de desregulación de los estados. Con el cambio climático, se está produciendo un movimiento pendular en sentido contrario, y los estados regulan la economía. En China de forma dirigista, pero en Israel o Japón han hecho de la necesidad virtud, con un aprovechamiento de recursos intensivo e innovación tecnológica para el crecimiento económico. Un tercer modelo es la cooperación público privada, financiación.
¿Un futuro más keynesiano, entonces?
No sé si lo llamaría keynesianismo, pero el cambio climático y la transición energética el mayor cambio de política industrial dirigista de la historia. En transporte, se establece un ecosistema para los vehículos eléctricos. En electricidad, se apuesta por las renovables. En el sector inmobiliario, las «0 emisiones». Es un poco lo que llamamos picking winners: no se apuesta por una tecnología en concreto, pero se define una dirección. Hacia dónde queremos ir. De «a mejor política industrial es la que no existe» a «la industria debe ir por ahí». Es un cambio muy abrupto.
«En los últimos siglos, la hegemonía mundial se ha vinculado a un paradigma energético: del carbón del Reino Unido al petróleo de Estados Unidos. Un nuevo paradigma puede llevar a un cambio: en contraposición a los ‘petro-estados’, los nuevos ‘electro-estados’».
¿Afectará el cambio de forma parecida a todos?
Consideremos el tema de los activos varados. Si la temperatura en el planeta sube entre 1,5-2º sobre el registro de la época preindustrial, las reservas de hidrocarburos se quedarán bajo tierra y las empresas de este sector perderán valor patrimonial, algo que está ya en sus balances. Esto afectará a los bancos que las financian y a los seguros, porque hay siniestros derivados del cambio climático que no están contemplados. Es uno de los cambios disruptivos más importantes en la economía, va a cambiar por completo algunos sectores.
Y necesidades muy amplias de inversión…
Ahí se abren nuevas oportunidades. El apoyo de las instituciones es clave: financiación, ayudas, orientación… La experiencia con los chalecos amarillos demostró que la transición energética tiene perdedores y costes. Cómo se distribuyen es una variable a tener muy en cuenta.
¿Hacia dónde emprender en esta época de transformación?
Hay un sector de gran futuro: el ahorro energético. En el 2015, cuando hice el MBA en Pennsylvania, un caso práctico fue desarrollar una App de ahorro energético para una gran empresa eléctrica. Pregunté ¿cómo una empresa eléctrica está interesada en un producto que ahorra electricidad? Y un compañero me respondió ¿Cómo sabes que una empresa de electricidad va a estar interesada en vender electricidad en 10 años? Kodak fue la primera en desarrollar una cámara digital, pero no apostó por la tecnología y quedó fuera del mercado. La compañía eléctrica podría ganar dinero establezca consejos dándonos consejos para reducir nuestro consumo o usar la domótica para pasar de una franja horaria a otra,