El pasado martes el Ayuntamiento de Barcelona reclamaba a la autoridad portuaria un aplazamiento en la concesión del Hermitage. Apenas 24 horas después, y con el voto en contra del consistorio, el consejo de administración del Puerto de Barcelona aprobaba la concesión administrativa para promover el proyecto entre Hermitage y el Gran Teatro del Liceu en la Nova Bocana del puerto.
La teniente de Alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, expresaba su sorpresa por la aprobación de la concesión. «El puerto intenta defender sus intereses patrimoniales», por lo que aseguraba, «el consistorio estudiará todas las decisiones jurídicas para proteger la ciudad».
Este anuncio es un importante paso para desencallar el Hermitage de Barcelona, pero la realidad es que la concesión seguirá condicionada a que en un plazo de dos meses se presente un proyecto conjunto entre Hermitage y el Gran Teatro del Liceu y a la aprobación de un convenio entre la institución portuaria y el Ayuntamiento de Barcelona.
Los promotores del proyecto se han felicitado tras nueve años de negociaciones, «este trámite es un paso adelante en la creación de un nuevo punto de encuentro internacional del arte, el diseño y la cultura que aspira a crear sinergias y alianzas con el entorno institucional, museístico y social de la ciudad».
Colau en fuera de juego tras el acuerdo Liceu-Hermitage
Lo cierto es que, con la aparición del Gran teatro del Liceu como aliado del Hermitage, el guión ha dado un giro inesperado. El proyecto inicial de ubicar una franquicia del conocido museo de San Petersburgo en Barcelona, se ha convertido en una oferta mucho más amplia y local como es desarrollar actividades artísticas, sociales y formativas para la ciudad.
Además, el futuro espacio tiene proyectado impulsar un centro cultural multidisciplinar y transversal, mejorando también la movilidad y viabilidad, inconvenientes planteados inicialmente por el Ayuntamiento de Barcelona en sus informes y que ahora serán más difíciles de rebatir por parte del gobierno municipal de los comuns.
A todos estos cambios, también se suma el manifiesto firmado por más de 80 asociaciones y entidades de la ciudad que presionan para pedir la construcción del Hermitage.
Todos estos cambios y reivindicaciones han acabado por dinamitar las excusas de Colau para rechazar de forma sistemática la construcción del Hermitage. Tras la unión del Liceo al proyecto, hasta han admitido estudiar posibles vías alternativas al proyecto.
Hasta su socio de gobierno del PSC, el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, se ha desmarcado y apuesta por cerrar cuanto antes el acuerdo para que el proyecto se quede en Barcelona.
«La alianza Hermitage-Liceo abre una nueva etapa, de un buen proyecto cultural para Barcelona. Un proyecto que defendemos. Hacen falta pocos días más para encontrar un buen acuerdo y avanzar definitivamente», señalaba Collboni en Twitter.
Hermitage 2024: 400 puestos de trabajo y 300 millones de retorno
El proyecto con una inversión de más de 50 millones de euros, supondrá la creación de unos 400 puesto de trabajo y un retorno de 300 millones de euros aproximadamente. Los promotores estiman recibir unos 850.000 visitantes durante el primer año hasta llegar al millón y medio cuando el museo este en pleno rendimiento. La previsión es fijar el precio de entrada en torno a los 12-14 euros.
Además, Barcelona sumará un nuevo edificio icónico para su skyline obra del prestigioso arquitecto japonés Toyo Ito. Un edificación sostenible y respetuoso con el medioambiente que apostará por la eficiencia energética, la limitación de consumo, la producción de energía renovable.
Los promotores confían que el 2024 sea el año de inauguración del Hemitage. «El proyecto situará Barcelona como un atractivo centro de confluencia entre la cultura mediterránea y el bagaje histórico del prestigioso museo ruso».
El director del Museo Hermitage Estatal de San Petersburgo, Mikhail Piotrovsky, ha manifestado que esta concesión es «un paso más hacia la construcción de un maravilloso nuevo edificio que actuará como puente de intercambio cultural entre San Petersburgo y Barcelona».
