Tres meses ha tardado ERC en pasar por el aro. Los de Aragonès – ¿o debería decir los de Junqueras?- se apresuraron en negociar un acuerdo de Gobierno con la CUP, dejando así fuera de juego a Salvador Illa y “su efecto”, convertido en bluf tras el 14 de febrero, y cuya principal promesa de campaña se vio traicionada nada más conocerse los resultados: enseguida olvidó Illa sus compromisos de no pactar con ERC para pasar a reivindicar un Govern de izquierdas, junto a Comunes y Republicanos. Con lo que Illa no contaba era con el nivel de tragaderas de estos últimos.
Tres meses ha tardado ERC en pasar por el aro. Los de Aragonès – ¿o debería decir los de Junqueras?- se apresuraron en negociar un acuerdo de Gobierno con la CUP, dejando así fuera de juego a Salvador Illa y “su efecto”
El acuerdo con la CUP no era suficiente, o conseguían atraer a Junts o la repetición electoral sería inevitable. Aragonès jugó todas sus cartas: presentó su programa de Gobierno apelando a la responsabilidad y la unidad de acción del separatismo, amenazó con formar Govern en solitario e, incluso, se reunió con los Comunes, en un amago de farol desprovisto de toda convicción. El problema es que enfrente estaba nada más y nada menos que el rey del faroleo, Puigdemont, y este no estaba dispuesto a perder su cuota de poder.
«Enseguida olvidó Illa sus compromisos de no pactar con ERC para pasar a reivindicar un Govern de izquierdas, junto a Comunes y Republicanos».
Tras semanas de negociaciones bochornosas e interminables, donde ni siquiera se molestaban en disimular, la pugna por el control de los medios públicos y el Consell Per la República resultaban ser los escollos más importantes.
En un ecosistema como el separatista, donde las legislaturas saltan por el aire y dos partidos se disputan el mismo electorado, tener la sartén por el mango se hace imprescindible. Y eso era algo a lo que Junts no estaba dispuesto a renunciar. Con la amenaza de una repetición electoral cada vez más cerca, los aspavientos de Aragonès iban menguando. Si Junts se levantaba de la mesa, su sueño de ser president no vería la luz. Y así, en una demostración sin igual de las ya mencionadas tragaderas, Aragonès aceptó pulpo como animal de compañía.
«En un ecosistema como el separatista, donde las legislaturas saltan por el aire y dos partidos se disputan el mismo electorado, tener la sartén por el mango se hace imprescindible».
Junts se ha quedado las consejerías más relevantes. Quizá Pere Aragonès ostente el cargo de presidente, pero será Junts quien corte el bacalao en este Govern aunque, eso sí, si las cosas van mal dadas, no cargarán con las culpas. De todas las supuestas “jugades mestres” de Puigdemont esta probablemente sea la mejor. Aunque reconozco que la huida en el maletero después de decirle a sus socios nos vemos mañana, también es digna de encabezar la tabla.
«Aragonès aceptó pulpo como animal de compañía. Junts se ha quedado las consejerías más relevantes. Quizá Pere Aragonès ostente el cargo de presidente, pero será Junts quien corte el bacalao en este Govern aunque, eso sí, si las cosas van mal dadas, no cargarán con las culpas.»
Y es ese episodio, precisamente, el que nos da la medida de cómo son las relaciones entre ambos partidos. Hace un año y medio, Torra confesaba que las relaciones con ERC estaban rotas y que el pacto de Gobierno era insostenible. Hoy, tras una pandemia y el inicio de una crisis económica y social, ERC y Junts reeditan ese mismo pacto, con las mismas diferencias de hace un año, y probablemente más rencores, sumando a la mezcla a la CUP, inestables por definición. Que de ahí no puede salir nada bueno es evidente. Que, de nuevo, perdemos los catalanes, también.
«Pere Aragonès ha aceptado pulpo y la legislatura se pone en marcha por fin. Cuánto durará es una incógnita, pero mientras dure no dejaremos que ni Junts ni ERC se crean los dueños del tablero».
Pere Aragonès ha aceptado pulpo y la legislatura se pone en marcha por fin. Cuánto durará es una incógnita, pero mientras dure no dejaremos que ni Junts ni ERC se crean los dueños del tablero.