La política catalana se ha convertido en el eterno retorno de lo mismo. De nada valen los miles de muertos y contagiados por el COVID-19 y la tremenda crisis económica y social que ha causado la pandemia. Todo ha pasado de largo por la investidura del republicano Pere Aragonés como presidente de la Generalitat. Lo importante, como siempre desde 2012, es la promesa de una utópica independencia a la que han de preceder unos no menos utópicos derecho a la autodeterminación y amnistía. Y un acuerdo de ERC y Junts que convierte a los primeros en marionetas de la posconvergencia, aunque Aragonés pueda presumir de ser ya presidente autonómico.
Ni en la sesión del jueves ni en la celebrada este viernes se han escuchado propuestas para facilitar a los catalanes salir de la crisis y adaptarse a la tan manida nueva normalidad, de la que ya casi no se habla pero que nos espera a la vuelta de la esquina con menos carne en el plato, sin propiedad privada y viajando solo en sueños. Y es que en Cataluña todo queda aplazado para cuando «el país» sea independiente. Eso sí, desde este viernes la Generalitat es una institución «republicana», aunque desde la CUP Carles Riera haya rozado la realidad al recordar que Cataluña, como el resto de España, funciona bajo una monarquía parlamentaria.
La ansiada unidad constitucionalista
Ni siquiera los partidos de la oposición son capaces ya de afrontar la retórica separatista con realidades. Se enredan en aquello que interesa al independentismo sin ofrecer tampoco soluciones para unos catalanes que en las urnas demostraron estar hartos de la clase política en general. El falso 52% de independentistas no llega al 30% de la sociedad y, frente a esto, solo el diputado de Cs Carlos Carrizosa ha sido capaz de exigir al constitucionalismo unidad y una movilización permanente para evitar el desastre.
Aragonés es ya presidente, sí, pero en virtud de un acuerdo con la posconvergencia de Carles Puigdemont que, como bien le ha recordado el popular Alejandro Fernández, le convertirá en un un líder «honorífico». Serán realmente el de Waterloo y Oriol Junqueras desde el penal de Lledoners quienes decidan. Una legislatura más, Cataluña tendrá un Govern simbólico que, sin embargo, cobra como si estuviera integrado por gestores de primera. 25 millones de euros le costará a los catalanes en este año de crisis brutal mantener a los consellers y sus cargos de confianza. Algo más, seguramente, cuando Aragonés active su nuevo equipo.
Sí, el político más gris del arco parlamentario catalán, Pere Aragonés, es ya presidente de la Generalitat. Le ha costado tres debates de investidura y múltiples humillaciones públicas por parte de un socio que ya en la pasada legislatura intentó destruir a los republicanos a como diera lugar. Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Y es verdad que, en ocasiones, la máxima no se cumple. Sin embargo, todo indica que harán falta algo más que convivencias de fin de semana para que el Govern que hoy comienza a trabajar funcione realmente.
«El voto de Lleida vale casi dos veces y media que a Santa Coloma de Gramenet»N.B. TENÉIS UN 26% DEL CENSO (UNA PERSONA UN VOTO)EN LAS «PLEBISCITARIAS» DEL 14-F.Otto Von Bismarck : «España es el pais más fuerte del mundo destruirlo y no lo han conseguido».: los españoles llevan siglos intentado
PERE ARAGONÉS:»LOS QUE RECHAZAN LA REPUBLICA CATALANA ,QUE SEPAN QUE LA R.C. NUNCA LES RECHAZARÁ.» NO SE PUEDE SER MÁS CÍNICO.USTED Y CUALQUIER OBSERVADOR SABE QUE HAY UN ACUERDO NO ESCRITO PARA MARGINAR (O IGNORAR) A LOS QUE NO PERTENECEN A SU TRIBU EN EL MEJOR DE LOS ESCENARIOS.