Francesc-Marc Álvaro opina en La Vanguardia —El poso y el pozo— que después del enfrentamiento en el Congreso de los Diputados entre los portavoces de JxCat y ERC, Laura Borràs y Gabriel Rufián, «el president Torra no puede hacer nada más que convocar elecciones inmediatamente, mejor hoy que mañana».
Aunque tal vez menosprecia la capacidad de soportar contradicciones que tiene el movimiento independentista: «Esto de pelearse en Madrid mientras aquí hacen ver que todo va bien es demasiado teatro, incluso para una sociedad como la catalana, donde la afición al simulacro es tan intensa que la diferencia entre lo que es y lo que parece bloquea la mayoría de los debates relevantes». ¿Debates relevantes? No hay. Sólo intercambio de tópicos y consignas agotadas para complacer a los seguidores, que sólo aspiran a mantener la esperanza. El teatro, lamentablemente, goza de buena salud, con gran éxito de público y crítica.
Por una vez, Álvaro carga las tintas contra un gobierno que, en conjunto, «ya ha tocado fondo» y «está averiado», como lo demuestra «la gestión pésima de las residencias de ancianos, o la poca credibilidad abordando el futuro de la factoría de Nissan, o los golpes de volante en Interior, o la desorientación que proyecta el Departament d’Educació, o las respuestas de la consellera portavoz…».
Pero, si bien parece claro que «la mesa de diálogo (…) no puede funcionar mientras Torra sea la máxima representación de la parte catalana», tal vez peca de optimista al afirmar que «el legado del equipo Torra-Aragonès no servirá para abonar el futuro Govern».
Si se confirmase la tendencia que apuntaba la última encuesta dada a conocer el domingo por la misma Vanguardia —¿Qué votará Catalunya?—, tendremos más de lo mismo.
La mayoría del bloque independentista pasaría «de los 70 escaños actuales hasta 74 (pero casi siempre por debajo del 50% del sufragio), aunque quedaría sin resolver el duelo particular entre ERC y JxCat, que «se sitúa en alguna ocasión en el perímetro del empate técnico».
Si pueden volver a formar gobierno, lo harán, aunque no estén de acuerdo más que en eso. Seguiría habiendo las mismas personas, o muy parecidas, con sus mismas escasas capacidades; persistirían la desconfianza y los golpes bajos, y se mantendría la inestabilidad política y el retroceso en todos los ámbitos de Cataluña entera.
La Generalitat renuncia a estar presente en la UE
Un artículo de Estanislau Vidal-Folch y Josep M. Lloveras en el Ara —No renunciem a Europa— repasa las oportunidades perdidas por la Administración autonómica catalana en cuanto a su participación en los organismos europeos: «Cataluña forma parte de la UE como parte de España, pero se alimenta la ilusión de una Cataluña que se convertirá en un nuevo estado miembro de la UE por la vía de una llamada ampliación interna casi automática, que seguirá a la independencia. Y si es así, ¿no nos toca hablar con la Unión directamente como lo hacen los estados? ¿Qué sentido tiene situarnos ya al mismo nivel que las comunidades autónomas y hablar con ellas o en nombre de ellas en Europa? La consecuencia práctica de esta visión es que nuestra influencia es así incluso más baja que la de una pequeña comunidad autónoma».
Podríamos añadir que se renuncia a la legal y legítima participación en la UE, no obstaculizada sino propiciada por el mismo gobierno español, mientras por otro lado se abren delegaciones en el exterior para ejercer un simulacro de diplomacia independiente. Se prescinde pues de la politica real posible como región europea a cambio de mantener viva la ficción de la república que algún día ha de llegar.
Los autores apuestan decididamente por volver a la política real: «Cataluña no puede renunciar a su participación en el Consejo de la UE, especialmente en este momento, cuando se abre una agenda ambiciosa y cuando se discute el presupuesto de los próximos siete años. Es el momento de pasar de actitudes reivindicativas a propuestas concretas. Nos jugamos tanto que ni las carencias del actual sistema de representación ni los sueños, aunque respetables, pueden ser motivo para desentendernos de Europa».
Jaume Roures, el gran mediador
Aparece un nuevo tinglado político-mediático de la mano de Jaume Roures. Se llama Institut Sobiranies y es una intersección de dos partidos: Catalunya en Comú, que cuenta con Gemma Ubasart, Gala Pin, Xavier Domènech, Gerardo Pisarello…, y CUP, que aporta a Anna Gabriel, Quim Arrufat, David Fernández, Benet Salellas… ¿Una coalición en perspectiva?
En su manifiesto, donde significativamente no aparece la palabra independencia, dicen que se trata de «un espacio que es y se quiere diverso, un espacio de reflexión y producción de conocimientos, que sea capaz de establecer diálogos en el seno de Cataluña, de los Países Catalanes, de los pueblos hermanos del estado y de más allá».
Parten del convencimiento de que «esta crisis del coronavirus aterriza en un contexto de autoritarismo creciente, con presos políticos y un Deep State en plena exhibición de músculo», y de que «las olas sociales y políticas que se han desplegado a lo largo de la última década, y que han tenido en Cataluña uno de sus principales epicentros, han llegado a un momento de franco estancamiento».
Institut Sobiranies se dio a conocer el sábado en FAQS, el programa más doctrinal de TV3, con una entrevista a Xavier Domènech y Quim Arrufat.
A Joan Puig no parece gustarle mucho una iniciativa «sin casi nadie de ERC«: «Es bastante sorprendente. Que no sea una OPA hostil dirigida a los sectores más conocidos del ala más a la izquierda de los republicanos, como Joan Tardà». Lo extraño sería que no lo fuera.
También se pregunta «¿quién controla TV3? ¿JuntsxCat o ERC? Pues ninguno de los dos. Jaume Roures, que compró hace poco El Terrat, la productora de Buenafuente, es quien produce el FAQS y este sábado mostró el poder que tiene otorgando más de treinta minutos en el momento de máxima audiencia del programa a la nueva iniciativa política en un acto que muestra las amistades y los privilegios que tienen algunos». Tal vez se excede de conspiranoico al decir que se trata de «un gol (…) de Jaume Roures al director de TV3, Vicent Sanchis, y al director de informatius, David Bassa».
Cuando los políticos no consiguen salir del embrollo en que se han metido, suele aparecer un genio mediático que les hecha una mano. A ver si los que parecían más independentistas que nadie, es decir la CUP, van a ser los primeros en bajar del barco a la deriva en que se subieron.