Análisis/ Covid-19: últimos coletazos y responsabilidades gubernamentales

El último informe MoMo publicado por el Servicio de Vigilancia de Mortalidad Diaria del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III el 11 de mayo proporciona las últimas estimaciones de las oleadas de exceso de mortalidad que se han registrado en España y sus Comunidades Autónomas desde el inicio de la epidemia fechado el 10 de marzo de 2020 para el conjunto de España, aunque para la CA de Madrid se sitúa el 8 de marzo.

Si bien el virus Covid-19 sigue cobrándose víctimas todos los días en España y otros Estados de la UE, e incluso en aquellos países que como Estados Unidos y el Reino Unido han avanzado más en el proceso de vacunación de sus poblaciones, lo cierto es que las oleadas de mortalidad son cada vez más débiles y se vislumbra en el horizonte la vuelta a una normalidad vigilada.

«Las oleadas de mortalidad son cada vez más débiles y se vislumbra en el horizonte la vuelta a una normalidad vigilada».

El último informe MoMo permite examinar cuál ha sido la intensidad de las distintas oleadas de exceso de mortalidad que se han registrado en España y extraer algunas conclusiones interesantes sobre el papel que han desempeñado el gobierno de Sánchez y los gobiernos autonómicos en la gestión de la epidemia, y las responsabilidades que cabe asignar a cada uno de ellos.

El gobierno Sánchez tiene prisa en inyectar en los próximos dos años y medio los 69.528 millones que espera, como agua de mayo, recibir de Bruselas para impulsar la alicaída y endeudada economía española, y borrar de la memoria colectiva la desastrosa gestión sanitaria y económica realizada desde que el Covid-19 irrumpió en España a principios de 2020. Quienes alardean de defender la memoria histórica están ansiosos por arrancar las páginas más tristes y desoladoras vividas por la sociedad española desde la Guerra Civil para evitarse un revolcón en las urnas como el que sufrieron Sánchez e Iglesias en Madrid el 4-M.

«El gobierno Sánchez tiene prisa en inyectar en los próximos dos años y medio los 69.528 millones que espera, como agua de mayo, recibir de Bruselas para impulsar la alicaída y endeudada economía española»

Oleadas de exceso de mortalidad

El Cuadro 1 presenta las cifras de exceso de mortalidad (EM) en España entre el 10 de marzo de 2020 y el 10 de mayo de 2021 en la primera columna, el número de días incluido en cada oleada en la segunda columna (Días) y la intensidad de las mismas calculada por el cociente EM /Días en la tercera columna.

Como puede verse, el exceso de mortalidad a nivel nacional asciende a 81.682 personas: 43.919 durante la primera oleada fechada entre el 10 de marzo y 10 de mayo de 2020 y 37.763 personas en las cuatro oleadas siguientes (véase. fila 2+3+4+5 en el Cuadro 1).

«El exceso de mortalidad a nivel nacional asciende a 81.682 personas: 43.919 durante la primera oleada fechada entre el 10 de marzo y 10 de mayo de 2020 y 37.763 personas en las cuatro oleadas siguientes»

En la cuarta columna del Cuadro 1 (EM / Días) se presenta un indicador de la intensidad media del exceso de mortalidad obtenido dividiendo el exceso de mortalidad por el número de Días de cada oleada y, como el lector puede comprobar, su valor en la primera oleada, 708,37, fue 3,7 veces mayor que su valor, 191,69, en las cuatro restantes. Asimismo, puede observarse que las oleadas más suaves fueron la segunda, en el período veraniego comprendido entre el 29 de julio y el 29 de agosto de 2020, con una intensidad de 115,70, y la quinta oleada, entre el 29 de abril y el 10 de mayo de 2021, en que alcanzó su valor más bajo, 103,86, gracias a que una fracción de la población apreciable está ya vacunada

Sin duda, la conclusión más robusta que nos ofrece el Cuadro 1 es que la intensidad de la primera oleada de exceso de mortalidad fue muy superior a las cuatro oleadas que le sucedieron y, podemos añadir, que la elevada letalidad no puede, de ninguna manera, atribuirse a que en esa oleada se registrase un número de infectados mayor. En efecto, del total de 3.589.329 casos registrados oficialmente en España hasta el 10 de mayo de 2021, solamente se contabilizaron 264.663 casos hasta el 10 de mayo de 2020 y, por tanto, 3.324.666 desde esa fecha hasta el 10 de mayo de 2021.

Incluso admitiendo que la cifra de casos registrados en España hasta el 10 de mayo de 2020 infravalora groseramente la cifra real, la diferencia es de tal magnitud que se puede afirmar que el exceso de mortalidad en la 1ª oleada no puede achacarse a un mayor número de casos, sino a la falta de previsión del gobierno Sánchez que ni advirtió a la población del inminente peligro ni preparó los sistemas sanitario y asistencial (residencias de mayores) para hacer frente a la irrupción del virus.

Las cifras del Cuadro 1 sugieren también los benéficos efectos que tuvieron sobre el exceso de mortalidad contar durante la 2ª oleada, acotada entre el 24 de julio y el 29 de agosto de 2020, con unos sistemas sanitario y asistencial ya alertados y algo mejor pertrechados, así como con la posibilidad de que la población pasara más tiempo al aire libre y tuviera acceso a mascarillas. Al primer factor hay que sumar en la 5ª (y esperemos que última) oleada los efectos benéficos del proceso de vacunación iniciado en la primavera de 2021. Buena prueba de ello es que la población mayor de 74 años, el grupo más afectado en la 1ª y 2ª oleadas, han sido reemplazados por el grupo de población comprendido entre 65 y 74 años durante la 4ª y 5ª oleadas.

«La elevada letalidad padecida en la primavera de 2020 podría haberse evitado en gran medida si el gobierno Sánchez se hubiera tomado en serio la epidemia cuando irrumpió en Wuhan a principios de enero»

En suma, la elevada letalidad padecida en la primavera de 2020 podría haberse evitado en gran medida si el gobierno Sánchez se hubiera tomado en serio la epidemia cuando irrumpió en Wuhan a principios de enero, en lugar de contentarse con sacar por televisión a Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, a tranquilizar a los españoles con pronósticos y promesas tan erróneos que ruborizarían a cualquier científico social medianamente serio.

Distribución del exceso de mortalidad por Comunidades

El Cuadro 2 muestra las cifras de exceso de mortalidad (EM) en el último informe MoMo para las Comunidades y Ciudades Autónomas junto con la población y extensión de cada una de ellas. Conviene advertir, en primer lugar, que las cifras del Cuadro 2 hay que tomarlas con cierta cautela porque el exceso de mortalidad obtenido al sumar los excesos de mortalidad de todas las Comunidades y Ciudades Autónomas, 72.917 personas, es 10,71% inferior, al exceso de mortalidad estimado en el mismo informe a nivel nacional, 81.261. Refuerza esta prevención el hecho de que no se detecte ningún período de exceso de mortalidad en Canarias o Melilla y las cifras sean despreciables en los casos de Baleares y Ceuta. Por ello, voy a centrar la atención en las dos Comunidades, Madrid y Cataluña que por la magnitud del exceso de fallecimientos observados y estimados podrían ser más fiables.

La Comunidad de Madrid registró 7 episodios de exceso de mortalidad y un total de 18.407 víctimas y la de Cataluña 6 episodios con un total de 15.463 víctimas. La suma del exceso de fallecidos de ambas, 33.870, supone 46,45% del exceso de fallecidos atribuidos a todas las Comunidades y Ciudades Autónomas (72.917), un porcentaje bastante superior al de su población conjunta (32,04%) concentrada en apenas 7,94% del territorio nacional.

«En el caso de Madrid, la elevada densidad de población por km2 (841,51) sugiere que esta variable pudo ser un factor que facilitó la rápida propagación de los contagios»

En el caso de Madrid, la elevada densidad de población por km2 (841,51) sugiere que esta variable pudo ser un factor que facilitó la rápida propagación de los contagios, como seguramente también ocurrió en Cataluña donde la provincia de Barcelona con sus 7.756 km2 con 73,59% de la población de Cataluña presenta una densidad de población, 729,16, muy similar a la de Madrid.

Otro hecho destacable es que tanto en Madrid como en Cataluña la mayoría de las víctimas se produjeron en el primer episodio, entre el 8 de marzo y 9 de mayo de 2020 en Madrid, donde se acumuló un exceso de mortalidad de 14.205 personas, y entre el 13 de marzo y el 8 de mayo de 2020 en Cataluña donde el exceso de mortalidad fue de 11.741 personas. En el caso de Madrid, el exceso de fallecidos supone nada menos que 77,17% del exceso total hasta el 10 de mayo de 2021, y en el caso de Cataluña 75,93% del total. Durante las otras oleadas registradas en Madrid y Cataluña, desde aproximadamente el 8 y 10 de mayo de 2020, respectivamente, hasta el 10 de mayo de 2021, el exceso de mortalidad ha sido mucho más bajo: 4.202 en Madrid y 3.722 en Cataluña lo que proporcionan unas tasas de exceso de mortalidad por 100.000 habitantes en Madrid (62,20) y Barcelona (48,62) inferiores a la media para toda España (79,54).

Dos conclusiones más, cabe extraer, de las cifras analizadas. La primera oleada fue la causante de que Madrid y Cataluña (aunque sería más exacto hablar de la provincia de Barcelona) registraran excesos de mortalidad tan elevados, precisamente durante el período en que se decretó y estuvo vigente el estado de alarma y la responsabilidad de la gestión de la epidemia, desde la adopción de medidas de prevención y compra de material sanitario, estaba exclusivamente en manos del gobierno de Sánchez. La segunda conclusión es que, durante el resto de las oleadas, cuando la gestión de la epidemia se había trasladado a los gobiernos de las Comunidades Autónomas, el exceso de mortalidad en Madrid y Cataluña fue inferior a la media nacional, pese a la elevada densidad de población en Madrid y Barcelona, dos urbes en las que la población utiliza medios de comunicación comunitarios (cercanías, metro y autobuses) que elevan las posibilidades de contagio.

Se pudieron evitar muchas muertes

El análisis realizado de las cifras de exceso de fallecidos en España desde el 8 de marzo de 2020 hasta el 10 de mayo de 2021 permite achacar la responsabilidad principal de lo sucedido a la pésima gestión de la epidemia realizada por el gobierno Sánchez. Las elevadas tasas de exceso de mortalidad registradas en la primera oleada, especialmente en las grandes urbes como Madrid y Barcelona, y casi con toda seguridad en otras capitales de provincia, coincidieron precisamente con el período en que estuvo vigente el estado de alarma y la gestión de la epidemia exclusivamente en manos del gobierno de España.

Al no alertar a la población para que adoptara medidas elementales de precaución ni dar paso alguno para adquirir el material sanitario imprescindible para detectar el virus y poder atender a los infectados adecuadamente, el gobierno Sánchez posibilitó que el virus se expandiera de manera incontrolada y produjera la catástrofe humanitaria vivida en la segunda quincena de marzo y abril de 2020 que la tardía adopción del estado de alarma no logró evitar.

Las siguientes oleadas de exceso de mortalidad, con la población ya alertada y el sistema sanitario preparado para tratar adecuadamente a los enfermos, han sido mucho más benignas, incluso en las zonas más densamente pobladas como Madrid y Barcelona.

«El gobierno Sánchez posibilitó que el virus se expandiera de manera incontrolada y produjera la catástrofe humanitaria vivida en la segunda quincena de marzo y abril de 2020 que la tardía adopción del estado de alarma no logró evitar»

No voy a defender la gestión de ningún gobierno autonómico en general, ni tampoco su gestión de las residencias de mayores, pero la evidencia analizada en este artículo indica que la principal responsabilidad de la tragedia humanitaria y económica hay que achacarla, principalmente, a la gestión realizada por Sánchez, Illa y Simón en la primera oleada de la epidemia.

Las secuelas de esa mala gestión han sido las réplicas de menor intensidad padecidas desde entonces que, si bien han tenido un coste en vidas muy inferior, han obligado a los gobiernos autonómicos a adoptar medidas restrictivas que han frenado la recuperación del pulso de la actividad económica. Sólo la llegada de las vacunas, como el maná que envió Dios a los israelitas, nos ha permitido empezar a vislumbrar el fin de la tragedia. Pero hay responsables de la catástrofe y tienen nombre y apellidos.

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